Hace unos meses escribimos un artículo, el cual resultó bastante polémico, sobre el tema de la homofobia. En éste expresábamos nuestra molestia por la manera discriminatoria como son tratados muchos homosexuales y además manifestamos nuestro acuerdo con el hecho de que si dos personas adultas y libres desean contraer matrimonio, nadie debería pretender impedírselo, ya que esta es una decisión estrictamente personal, que no daña a ningún tercero.
Ahora, el tema vuelve a entrar en vigencia debido a la reciente aprobación del matrimonio homosexual en un país como España, el cual hasta no hace mucho era uno de los más conservadores del planeta, pero que luego del destape que se produjo a raíz de la muerte de Francisco Franco, ha tomado la delantera en la mayoría de los temas que se relacionan con la sexualidad.
¿Quién destruye a la familia?
Uno de los argumentos más utilizados para oponerse ferozmente a la legalización del matrimonio homosexual es que supuestamente éste atenta contra el concepto de familia.
Vale la pena reflexionar sobre ello.
Existen muchas definiciones de familia. Una que brinda el derecho romano, otra que nos dan los estudios censales de población, otra que nos ofrecen las diferentes iglesias y religiones. Cuál tomar, depende del gusto del consumidor. Nosotros nos vamos a ceñir a la que encontramos en el artículo 75 de la Constitución nacional: "El Estado protegerá a las familias como asociación natural de la sociedad y como el espacio fundamental para el desarrollo integral de las personas. Las relaciones familiares se basan en igualdad de derechos y deberes, la solidaridad, el esfuerzo común, la comprensión mutua y el respeto recíproco entre sus integrantes.
El Estado garantizará protección a la madre, al padre o a quienes ejerzan la jefatura de la familia".
Cuando uno lee esto necesariamente se pregunta: ¿será que una relación libre, armoniosa y amorosa entre dos personas no brinda un escenario adecuado para que se respeten los valores de la igualdad, solidaridad, esfuerzo común, comprensión y respeto, simplemente por el hecho de que esas personas son de un mismo sexo?
Lo otro que vale la pena también revisar es cuál es la actual situación de una inmensa cantidad de familias constituidas por personas heterosexuales. Machismo cabalgante, violencia doméstica, irrespeto, abandono de los hijos, irresponsabilidad, alcoholismo y adulterio, son algunas de las dificultades que se encuentran a diario, por lo cual valdría la pena que, sinceramente, nos preguntáramos si en muchas de ellas se encuentran desarrollados los valores que, según nuestra Constitución, se deberían promover en el seno de la familia. ¿Entonces, lo importante son los valores que debe defender la familia, o el sexo y las preferencias sexuales de sus miembros? ¿Qué se parece más a una familia: una constituida por dos hombres o por dos mujeres, que se aman, se respetan y se ayudan solidariamente, o una formada por un hombre y una mujer que no se respetan, que están juntos porque no les queda más remedio, en la que la violencia y la poca o ninguna cooperación reinan?
A falta de padre, dos madres
Pongamos otro ejemplo. El caso de una pareja de mujeres lesbianas.
Una de ellas decide tener un hijo producto de una inseminación.
Jurídica y biológicamente el niño sería su hijo, pero resulta que su pareja no es un hombre, sino otra mujer. De acuerdo con lo que establecen nuestras leyes hasta este momento, esa mujer no puede adoptar al pequeño, porque en teoría un niño no puede tener dos mamás.
Continuando con nuestro ejemplo, imaginemos que estas dos mujeres vivieron con el niño o la niña y le dieron amor, educación, vivienda, alimento y todo lo necesario para que fuera una persona de bien, y que la pareja de su madre biológica pudo generar una riqueza importante producto de su trabajo, con la cual ha mantenido al pequeño y a su pareja. Pero esta mujer muere inesperadamente. Sus bienes, pasarán entonces a ser reclamados por sus familiares directos, hermanos, padres, sobrinos. El niño que crió como un hijo no tiene ningún derecho, así como tampoco lo tendría la pareja que amó y con la que compartió la vida. Pero sí tendrían derechos otros familiares, que posiblemente la discriminaron y la botaron de la casa, simplemente por el hecho de ser homosexual. Podrían incluso quedar en la calle, cuando éstos reclamaran la vivienda y los bienes. Irónico ¿no?
Macho macho man
Sigamos con las preguntas. ¿Quién es más padre: el macho semental que simplemente va por la vida preñando mujeres y que luego abandona a sus hijos y los ve, si acaso, en Navidad, o el día de su cumpleaños para traerle un regalito, o aquel que hace el esfuerzo por adoptar a un niño, con todo el papeleo que eso implica, que le brinda una vida digna, llena de cariño, garantizándole salud, educación, vivienda y alimento?, ¿este último será menos padre que el anterior, sólo por que es homosexual y el otro es heterosexual?
¿Es más digno de ser padre aquel que llega a la casa borracho, después de divertirse con cualquier prostituta, para luego golpear y violar a su mujer, la cual corre el riesgo de contraer alguna enfermedad venérea, la preña y luego le dice que vaya a abortar porque él no quiere mantener a ningún muchachito, o aquellos que forman un hogar basado en el amor mutuo, en la cooperación, en la entrega, que son capaces de enfrentarse a cualquier convencionalismo con tal de compartir con la persona que aman sinceramente?
La falsa imagen de la promiscuidad
Parte del problema radica en la falsa imagen que nuestra sociedad se ha hecho de la homosexualidad, asociándola casi obligatoriamente a la promiscuidad.
Debido a que son pocas las personas heterosexuales que tratan de acercarse a este tema con seriedad, muchos creen que sólo son homosexuales aquellos que se paran en la oscuridad de una calle para buscar clientes, utilizando la vestimenta llamativa del caso.
Pensar así es tan absurdo como creer que todos los heterosexuales se relacionan con prostitutas.
A diferencia de lo que muchos pueden pensar, la inmensa mayoría de los homosexuales suele tener una pareja fija, entre otras cosas porque, en el medio de una sociedad como la nuestra, es verdaderamente arriesgado para ellos exponerse a la posibilidad de que su sexualidad se ponga al descubierto.
En otras palabras, es mucho más probable para un heterosexual ser promiscuo que para un homosexual.
¿Fobia a qué?
¿Por qué ese odio a los homosexuales, por qué juzgarlos en algo que es absolutamente íntimo y personal, con lo cual no le hacen daño a nadie? Creo que en el fondo lo que existe es un profundo miedo de mucha gente a enfrentarse a sí mismos y aceptarse como son.
El machismo que reina en nuestros países no nos permite valorar a las personas por sus principios y su aporte a la sociedad, sino por sus condiciones sexuales. Es por ello que, poco a poco, deberíamos ir desarrollando una machofobia, que no quiere decir para nada tenerle fobia a los hombres, quienes en su mayoría son maravillosos, sino a las actitudes cobardes de aquellos que se esconden tras la violencia verbal, física o psicológica para discriminar a los demás.