Desde mi querida patria acá en Colombia, no puedo sentir mayor alegría que la que produjo el acto del pasado martes 8 de octubre de 2013, en el cual y por espacio de tres horas, el Presidente Nicolás Maduro, puso de manifiesto ante la Asamblea Nacional y ante el combativo pueblo venezolano, su solicitud de Ley Habilitante, con la noble intencionalidad de enfrentar la Asquerosa Corrupción y a la par Guerra Económica, propiciada por sectores ultrosos, de la corrompida derecha venezolano-norteamericana, en Venezuela.
Estos despreciables sectores, se las han ingeniado para continuar su campaña de odio irracional, contra el proceso venezolano, desde el mismo momento en que mi Comandante Chávez, le arrebata el coroto a estos lacayos del imperio norteamericano, precisamente, por cuanto avizoraron que sus múltiples privilegios, comenzaban a extinguirse. Empezaban a menguar con una velocidad inimaginable para ellos, debido a que mi Comandante Hugo Rafael Chávez Frías, no fue nunca presa fácil de engullir, por parte de esta amplia red de parásitos apátridas y fascistas.
Este muy breve recuento se hace imperativo por cuanto la alegría, debería durar mucho tiempo, en cuanto a se refiere a la lucha contra uno de los peores flagelos que agobian a nuestro mundo, y desde luego esa gran República de Venezuela, no escapa a esta terrible plaga mundial, que es la corrupción, producto del capitalismo.
Es en ese orden de ideas, que la solicitud del Presidente Maduro de una Ley Habilitante, ante la Asamblea Nacional, permitió ver los colmillos a esa terrible conjura, emprendida contra el Comandante Supremo Hugo Chávez Frías y que con su odio infernal, sigue acentuándose ahora contra el Presidente Nicolás Maduro.
Cuando mi Comandante solicitó La Habilitante, lo hizo con el ánimo de aprobar un conjunto de leyes que permitiesen en primer lugar, ampliar el marco social y alejar el viejo y anacrónico modelo excluyente, desde Rómulo Betancourt hasta Rafael Caldera y dentro de ese abanico de leyes o instrumentos, se logró la aprobación de la Ley de Tierras, que permitió erradicar el latifundismo, que hacia desmanes en Venezuela, arrebatando en forma criminal las tierras al pueblo, esa fue la gota que derramó el vaso, pues los oligarcas, parásitos y vende patria, no estaban dispuestos a perder sus múltiples privilegios, obtenidos bajo el amparo miserable de la Democracia Representativa.
De igual modo se pueden citar otras leyes aprobadas bajo el marco de la Ley Habilitante, cabe citar la Ley de Pesca, elemento que permitió a miles de pescadores, vivir de su honesto trabajo, ya que la pesca de arrastre se lo llevaba todo. Se puede seguir citando otra serie de instrumentos jurídicos, pero bien vale la pena, saltar al momento actual para percatarse, que la situación viene a ser muy similar pero con un actor diferente; el actual Presidente Nicolás Maduro, elegido legítimamente por el pueblo ha pedido del Comandante Supremo.
La situación previa a un nuevo intento de Golpe de Estado, se encuentra latente en el escenario, con la salvedad que el pueblo y su ejército, hoy están más unidos que ayer, no obstante, necesario es hoy más que nunca, desarrollar al máximo la Inteligencia Social o como ustedes han dado en llamarle la Inteligencia Popular, que ubique verdaderamente al enemigo, fuera del proceso y peor aún al enemigo infiltrado bajo la apariencia de Quinta Columna, Caballo de Troya, Mimetizado o como Mortal Virus, dentro de la computadora.
Con ello pretendo decir, lo que no he querido decir y lo cual no es otra cosa, que para consolidar, para radicalizar y para defender esa Revolución venezolana en Democracia, es necesario ubicar al enemigo oculto, al enemigo encubierto, que cual bacteria asesina, destruye un organismo.
El gran problema de muchos buenos venezolanos, es que no quieren cambiar y siguen aferrados a un odio infernal que a fin de cuentas, se los carcome por dentro lentamente, pues el odio es sinónimo de muerte, de enfermedad y pare usted de contar.
El otro gran desastre está referido a edificar una nueva conciencia, pues no podemos argumentar que amamos a Dios odiando al prójimo, eso resulta una incompatibilidad de marca mayor, por ende necesario es comprender, que nada ha de cambiar, si no cambia verdaderamente el corazón del hombre.
No se puede comulgar con Dios y con el Diablo o lo que es lo mismo, amar falsamente a Dios y odiar al prójimo por intereses personales, intereses personales que al morir no nos podemos llevar.
El enemigo sabe perfecta y calculadamente, cual es el punto débil del proceso: distanciar hábilmente a través del engaño, la mentira y el odio al gobierno de su pueblo y para ello afina las mil y una formas de engañar a las masas, proclives a sus oscuras maquinaciones, acude al desasosiego, acude a la cizaña para dividir, puesto que utiliza una jugada maquiavélica: “Divide y Vencerás.”
De forma tal mi querido Presidente Maduro, que debe conocer las sucias estrategias del enemigo y buscarse verdaderos amigos, pues los falsos, le pueden clavar como dicen ustedes por allá: “Una Puñalada Trapera.”
¡PUEBLO CONOCE AL ENEMIGO, NO VOLVERÁN!