Quienes cuidan la Casa Natal del Libertador están pendientes de que nadie se acueste en la cama en que nació el niño Simón. Pero los padres de los niños de hoy les cantan la zona para tomarse fotos allí. Viveza criolla y pajarobravismo le dicen. Discurso salvaje lo llama J. M. Briceño Guerrero en su libro El laberinto de los tres minotauros, Monte Ávila, de obligatoria lectura. Picaresca se llama en España, todo un género literario de risueña y recomendable lectura.
En Alemania tiene las condiciones más favorables para cobrar la pensión de vejez de toda Europa. Hay personas de España y Europa oriental que se mudan allí para recibirla antes del tiempo prescrito en sus países.
El miércoles los diarios españoles informaron que uno de cada cuatro negocios vive en la llamada «economía sumergida», la que no se declara, no paga impuestos y no bebe agua de municipio, para usar la grata y expresiva fórmula de Caupolicán Ovalles. ¿Será que la mala maña nos viene de España?
Hay un personaje popular de La quema de Judas, la sabrosa película de Román Chalbaud, escrita por él y José Ignacio Cabrujas, interpretado por Virgilio Galindo, que declara:
—Soy rosacruz, masón, ateo y marxista, porque me gusta todo lo oculto.
Creencias sumergidas de los años 70.
Cuenta Clodovaldo Hernández en su artículo «Culturalmente, el capitalismo reina», que en los estadios se suspende la venta de licor en la 7˚ entrada para evitar que la embriaguez provoque intemperancias al final del juego. Respuesta pícara: ofrecer a la fanaticada un vaso más grande que dure hasta el fin (lo recomiendo, el artículo, se entiende: http://www.ciudadccs.info/?p=527678).
Insisto: Los negocios venezolanos no tienen fines de lucro. Prefieren ganarte 100 con trampa que 1000 legalmente. Sienten un placer morboso en la trampa. No todos: hay un 1% honesto porque se hallaron irregularidades y trapisondas de todo tipo tan solo en el 99% de los comercios inspeccionados el año pasado. No conocen el principio capitalista de que a más venta mayor ganancia, por lo que conviene bajar los precios, que crea flujo de caja y mayor tamaño del negociado, etc. Capitalismo, pues. Lo que pasa es que, volviendo a Cabrujas, en Venezuela se practica lo que él llamó «capitalismo guasón», es decir, sin fines de lucro. En Venezuela tenemos más picaresca que capitalismo propiamente dicho.
Una vez se me dañaron mis cornetas Magneplanar, digo la marca porque las recomiendo, vas a ver por qué. Escribí a la empresa y me enviaron el utillaje de reparación. Gratis, porque me dijeron que la falla era culpa de ellos. Adivina qué marca de parlantes compraré cuando pueda de nuevo adquirir tamaña exquisitez de sonido… Porque en los Estados Unidos, el país que tanto reverencia el capitalismo guasón, la economía se basa en la satisfacción de la clientela y hay una cosa que llaman calidad total, para asegurarse fidelidad de marca, en la que el contentamiento juega papel central. El capitalismo tiene pocas ventajas pero aquí solo tenemos las desventajas.
La misma gente que raspa cupos es la que más habla de «robolución». Hay un modo de callarla: sancionar a quienes dilapidaron $ 20.000.000.000 a través de Cadivi, la misma cantidad despalillada durante el Paro de 2002-3.