Comandos revolucionarios contra el acaparamiento y la especulación

Pensar a favor de la vida es lo que me anima a escribir acerca de lo que está pasando con el desabastecimiento de los alimentos y la especulación en los precios de los artículos de primera necesidad, en esta Venezuela nuestra, tuya y mía.

Es escandaloso como se manifiesta el espíritu antiético de la viveza criolla en la casi totalidad de los comerciantes, desde el más pequeño minorista, hasta el más potentado mayorista; y ese espectro reina tanto en la más modesta bodega, como en el más encumbrado de los supermercados con profundo ánimo.

Sin duda, es la condición del lucro desmedido la que atesoran en sus almas los malditos mercaderes del ganar y ganar, hasta el más no poder. Sin ningún empacho le sacan el dinero de los bolsillos al trabajador que ha producido con el sudor de su frente, y sin ninguna sanción por parte del Estado; les roban el esfuerzo de una semana, de un mes de trabajo, a la clase obrera de este país con un caradurismo miserable. He visto en varias oportunidades a amas de casa llorar de impotencia y de rabia ante la grosera y egoísta conducta de los comerciantes usureros.

También existe en ese mundo del comercio una figura siniestra que se regodea en el placer mezquino especulando a los consumidores y consumidoras de bienes, ese es el mismísimo revendedor, quien también es comerciante, y quien carece de la más mínima ética de humanidad; son los medianeros formales y callejeros, quienes son expertos en ubicar los productos; ellos sí saben donde encontrarlos, es que poseen conexiones con los mayoristas o están al servicio de estos.

¿Quién puede negar que las iniciativas del gobierno bolivariano contra el acaparamiento y la especulación sean positivas? Nadie. Incluso, ese accionar político con la Ley de Precios Justos, le valió a la administración del Presidente Maduro, la victoria en las elecciones de alcaldes y concejales; mas, sin embargo, esas iniciativas se debilitaron rápidamente por haber adquirido un carácter espasmódico. Uno entiende las urgencias sobrevenidas con motivo de la estrategia montada por la burguesía nacional y externa de derrocar al gobierno mediante la protesta violenta; pero es que también el acaparamiento y la especulación forman parte de ese plan conspirativo y como tal hay que seguir atacándolo. Nadie debe ignorar la ley. No se puede bajar la guardia ni un instante.

Pero a la par de esa lucha institucional, hace falta desarrollar en Venezuela una nueva ética del comercio, a todos los niveles. La clase comerciante debe saber que el mundo abre grietas a los individuos, y, a la mayoría se les forma cal en el lugar de la fractura. Un día el mundo irremisiblemente los matará de apoplejía y avaricia. La ganancia fácil, el mayor provecho con el menor esfuerzo son los valores de la clase de los mercaderes. Es una realidad, existe la clase comerciante enemiga del pueblo, esa que acapara y especula inmoralmente a sus anchas. Y es tan criminal un guarimbero, un talador furtivo de árboles, como el comerciante acaparador y especulador. Así debe entenderlo nuestro pueblo.

Pero voy más allá de los comerciantes, porque nosotros (cuando digo nosotros incluyo a los articulistas y lectores de esta página) representamos en su mayoría el mundo de la izquierda en la República Bolivariana de Venezuela y la identidad de una verdadera izquierda política y social no puede desvanecerse ya que sus banderas civiles –libertad, igualdad, democracia– son hoy más ineludibles que nunca, si se conciben como valores que la izquierda aspira a consumarlos consiguientemente.

Son los principios de libertad y justicia social los que animan a la mujer y al hombre de izquierda a luchar por un mundo mejor, ya que su unidad debería ser indisoluble, puesto que como lo demuestra la experiencia histórica, la exclusión de uno lleva a la ruina del otro. Las condiciones de injusticia y de desigualdad no podemos tolerarlas.

A lo interno de nuestro proceso bolivariano hay situaciones que debemos corregir con la velocidad del rayo. A las revoluciones las debe caracterizar la velocidad en asumir la solución de los problemas y conflictos de la sociedad. El pueblo le sigue siendo leal y paciente a la Revolución, no se perturba. Abriga una fe que debe ser correspondida. Pero uno se pregunta hasta cuándo el pueblo va a soportar los vejámenes de esa cotidianidad perversa que lo aniquila. Ver a centenares de miles de compatriotas desde tempranas horas de la madrugada haciendo largas filas para adquirir un cilindro o bombona de gas, tiene que golpearnos en lo más hondo de nuestra existencia; lo mismo que para adquirir un paquete de harina precocida que cuesta en la calle treinta bolívares o un cuarto de kilo de café que revenden los comerciantes informales a cincuenta y cinco bolívares. Esa realidad nos debe interpelar a diario como hombres y mujeres de izquierda, y de la misma manera debe convocarnos a no quedarnos callados y a luchar.

La conducta de los transportistas es similar a la de los comerciantes. Con el cuento del costo de los repuestos y los cauchos esquilman y desangran los salarios de la gente de a pié. En temporadas altas duplican el precio de los pasajes y llegan al extremo de guardar las unidades nuevas y habilitan otras con mayor uso y kilometraje, lo que acrecienta la injusticia contra el pueblo usuario del transporte, ya que el servicio deja ser de primera calidad. Es la moral la que aparece castrada en la conciencia de los comerciantes y prestadores de servicio. Esa normativa interna que regula la interioridad del ser consigo mismo, con los otros, y con la comunidad, necesita reforzarse. Y ese debe ser un objetivo fundamental de la Revolución y de la izquierda: mujeres y hombres nuevos. La Revolución Bolivariana debe hacer énfasis en la reestructuración de la economía y sobre todo en el aspecto cultural de la sociedad venezolana; pero, además debe propiciar la revolución de la persona.

Fíjense, ya es como que normal cuando un autobús llega a una alcabala y el conductor o el bus mozo les comunica a los pasajeros que “hay que dar una colaboración” para que el Guardia Nacional no solicite verificar los documentos de identidad y no revise la unidad de transporte, con la excusa de que no se puede perder tiempo. Igual pasa con el peaje que cobran a la entrada de las cárceles y penales del país, tributo que se paga para no ser cateados los visitantes. Aunque me aparte un poco del tema, esta circunstancia, tiene conexión con el aspecto de la ética y la actuación ciudadana, con la necesidad de elevar los niveles morales de nuestra población. Es que la corrupción se enquista en todos los espacios de la vida nacional y como tal hay que combatirla.

Necesario es la constitución de COMANDOS REVOLUCIONARIOS como los que promovieron Los Tupamaros del Uruguay en la época de la dictadura; COMANDOS REVOLUCIONARIOS contra el acaparamiento y la especulación. Que con las armas del pueblo combata a los nuevos enemigos de la patria, para que comiencen a nacer zonas en las que haya una alta moral, y sea una ética elevada, la que caracterice la conducta de los comerciantes y prestadores de servicios, tanto privados como públicos.

¿Con qué debemos comprometernos, las mujeres y los hombres de izquierda? Debemos comprometernos con la lucha por el adecentamiento de nuestro país, contra la degeneración y perversión más grande que hayamos conocido los venezolanos y venezolanas, en lo que a la moral pública se refiere. Debemos comprometernos con el pueblo, a andar juntos el camino de su liberación. El futuro de la humanidad es el socialismo. Somos de izquierda, somos revolucionarios. Intentemos lo imposible. De lo que se trata es de transformar al mundo.

POST/DATA: En ADIOS A LAS ARMAS, Ernest Hemingway, dejó escrito que cuando los individuos se enfrentan con el mundo con tanto valor, el mundo sólo los puede doblegar matándolos. Y, naturalmente, los mata; pero a los que no quieren dejarse doblegar, entonces, a éstos, el mundo los mata. Mata indistintamente a los muy buenos, a los muy dulces y a los muy valientes. Si Usted no se encuentra entre éstos, también el mundo lo matará, pero en este caso tardará más tiempo.


isotilloi@gmail.com



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Israel Sotillo


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