Mis estimados lectores, vuelvo a tomar la pluma, o más bien, a pulsar furiosamente las teclas de mi computador para referirme a lo que se viene discutiendo abiertamente acerca del aparente acuerdo de Ford Motor Company de Venezuela con el gobierno socialista y bolivariano para la venta en dólares, de vehículos de esa empresa en el mercado nacional.
Este acuerdo tiene varias aristas, en primer lugar, sería una confesión clara e inequívoca de que la política económica implementada hasta los momentos ha fracasado estrepitosamente, si es que podemos llamar política económica a lo que hemos tenido, que no ha sido otra cosa que la prolongación en estos años de revolución del rentismo petrolero, con el agravante que se ha destruido parte del sector productivo venezolano para aumentar de forma grosera la dependencia del país de los bienes importados. La política de expropiaciones de empresas privadas para pasarlas al control del Estado ha fracasado, al no poder estas empresas, ser eficientes y productivas, para muestra un botón, las empresas de Guayana.
En defensa del gobierno, algunos podrán argumentar que esta situación de precariedad de la economía venezolana se debe a la abrupta caída del precio del petróleo, esto es una excusa barata. A través de la historia se ha podido ver que el precio del petróleo como cualquier commodity o materia prima tiende a fluctuar, lo vimos en el año 1973 por la coyuntura de guerra en el Medio Oriente. Luego el petróleo bajó y hubo repuntes, hasta que subió abruptamente a más de 100 dólares el barril. Este era el momento para establecer un fondo de estabilización macroeconómica, en otras palabras, un fondo de ahorro para cuando el precio del petróleo volviera a descender. Sin embargo, esto no se hizo, de alguna manera quienes dirigían la política económica del país se ilusionaron pensando que el petróleo no bajaría de los 100 dólares por barril, una ilusión sin fundamento alguno.
Aún más grave, fue el hecho no solo de no ahorrar para la época de las vacas flacas sino incrementar el gasto público de una manera explosiva, la justificación fue mejorar las condiciones de vida de las clases populares, algo loable sin duda alguna. El problema es que atacar la pobreza en base a una renta petrolera que podía descender abruptamente en cualquier momento, por razones imposibles de manejar por el gobierno nacional, debido a que el precio del petróleo depende de un mercado internacional, que se ve afectado por bonanzas o crisis económicas de los países desarrollados que hacen fluctuar los precios de todas las materias primas y de la energía. El hecho irrefutable es que la pobreza puede disminuir con una renta petrolera elevada, pero inexorablemente aumentará cuando la renta petrolera merme, algo que lo estamos viviendo.
Por todo lo anterior, y cabe destacar que desde hace muchos años hay muchos intelectuales que han venido insistiendo machaconamente en la necesidad de abandonar el modelo rentista petrolero por un modelo productivo interno, la excusa de que estamos en problemas por el descenso del precio del petróleo luce del todo fútil.
De hecho, la única manera de reducir la pobreza de una manera consistente implica crear una economía productiva, que sea capaz de ofrecer puestos de trabajo bien remunerados que les permita a las personas salir de la pobreza, a través del trabajo y no de transferencias unilaterales del gobierno hacia los ciudadanos con recursos provenientes de una renta petrolera fluctuante. En este sentido, tenemos que señalar como dijera alguien, la mejor manera de dotar a toda la población de una vivienda no es que el gobierno construya viviendas y las regale, sino tener una economía pujante que garantice un salario digno que le permita a la población venezolana adquirir una vivienda, comprar los alimentos que requiere, tener dinero para recreación y educación e incluso tener capacidad de ahorro para asegurarse una pensión aceptable. Si alguien cree que la misión Vivienda será capaz de dotar a todos los venezolanos de un techo propio vive en una nube.
Por otra parte, un acuerdo con Ford para la venta en dólares de vehículos en el mercado interno tiene que extenderse a las demás ensambladoras. Aún más, esto abre las puertas a que en términos generales todos los bienes duraderos y repuestos se coticen en dólares. Muchos dirán que esto ya está ocurriendo, y no les falta razón, pero si el gobierno lo avala ya no habrá freno alguno para la dolarización no de la economía sino del consumo en términos generales.
He hecho la salvedad que dolarizar el consumo puede ser distinto a dolarizar toda la economía. Esto es algo que los trabajadores de Ford sin quizás saber mucho de economía han intuido, si los vehículos se pagarán en dólares por qué a ellos se les pagará en bolívares devaluados.
Dolarizar la economía significa que no solo el consumo se dolariza, también tienen que dolarizarse los sueldo y salarios, y algo muy importante, el gobierno pierde la capacidad de devaluar la moneda. Es sabido que el gobierno cuando el déficit fiscal en bolívares se hace difícil de manejar fuerza una devaluación de la moneda, es decir, que el gobierno obtiene más bolívares por los dólares que recibe de la renta petrolera. Esto es lo que se ha venido haciendo recurrentemente, lo que atenta contra la lucha a la pobreza, porque una devaluación encarece los bienes en bolívares y por lo tanto reduce el ingreso real de los ciudadanos. La devaluación y la inflación van de la mano deteriorando el salario real, por esta razón, el INE ha decidido dejar de publicar el índice de pobreza que venía en ascenso retrotrayendo la situación de pobreza al año 1998. También, se ha dejado de publicar el índice de inflación y de escasez.
Como me decía un amigo, bajar el índice delictivo es muy fácil basta con sacar una ley que señale que el homicidio, el robo y el hurto dejan de ser delitos, además, se acabaría con el hacinamiento carcelario. Como decían las abuelitas eso es esconder la basura debajo de la alfombra.
La legalización de la dolarización del consumo es una manera encubierta de efectuar una devaluación sin que el gobierno cargue de forma directa con el peso político que esta conlleva, me explico, si Ford y las otras ensambladoras venden sus vehículos en dólares el gobierno no se verá en la necesidad de proveerles dólares baratos, por lo tanto, es un ahorro en dólares para el gobierno, los dólares ahorrados se convierten en más bolívares para el fisco, es decir, lo mismo que se obtiene con una devaluación.
Por otra parte, el gobierno también de una manera encubierta está poniendo todo tipo de trabas a los ciudadanos para obtener dólares sin decir abiertamente que está negando el acceso a dólares. Por ejemplo, la medida de que solo la banca pública podrá ser operador cambiario es una medida de este tipo. Un amigo mío que quiso abrir una cuenta corriente en el Banco de Venezuela para sacar tarjetas de crédito y poder tener acceso a la cuota de dólares, fue informado que por este año las citas para abrir cuentas estaba copadas totalmente. En mi caso personal no he podido acceder a mi cupo electrónico, aunque recibí el correo electrónico de CENCOEX informándome que tenía mi cupo disponible, el banco me indicó que no tenía la autorización para que yo pudiera hacer uso del mismo. CENCOEX me informó que ese era problema del banco. Cuando entré a la página de CENCOEX para hacer una nueva solicitud de cupo electrónico para una tarjeta del banco de Venezuela, el sistema me indicó que tenía que eliminar la solicitud activa que tenía, cuando fui a eliminarla, el sistema me señaló que no tenía ninguna solicitud que eliminar. Por lo tanto me quedé en un limbo informático, y por supuesto, sin acceso a mi cupo para compras por Internet, pero el gobierno no me lo está negando de forma explícita.
Hay otro aspecto importante que no hemos tratado, la moneda de curso legal en Venezuela es el bolívar, por lo tanto, la venta en dólares de bienes en el territorio nacional es ilegal, no sé cómo el gobierno lidiará con eso.
Ahora bien, desde el punto de vista de que este es un gobierno socialista, la dolarización del consumo sin que exista una dolarización de los ingresos de los ciudadanos es algo que atenta contra el principio de equidad un pilar de todo el planteamiento socialista. Si los vehículos se venderán en dólares, quienes los puedan comprar será solo una élite, la oligarquía, la alta burguesía y los corruptos que tengan cuentas en dólares fuera de Venezuela, el común de los mortales se verá imposibilitado de tener un vehículo o de cambiar su vehículo por otro nuevo. Algo que ya está ocurriendo con los inmuebles y los vehículos usados es que se están transando en dólares, esto simplemente alentaría aún más esta práctica y agravaría la grave distorsión de la economía nacional.
En resumidas cuentas, la dolarización del consumo avalada por el gobierno, al menos en el sector automotriz, pero que en la práctica se extenderá a todos los bienes duraderos como cocinas, neveras, es una medida totalmente injusta que castiga al pueblo venezolano debido a una mala política económica del gobierno, que no fue capaz de cambiar el modelo rentista por uno productivo. Una mala política económica que no fue capaz de tener la previsión de ahorro para los momentos en que el precio del petróleo descendiera. Una mala política económica que dedicó recursos de la renta petrolera en expropiar empresas existentes, en vez de usar esos recursos en crear nuevas empresas estatales que compitieran con el sector privado. Una política económica dedicada a seguir el modelo de clientelismo político de antaño a través de transferencias directas de la renta petrolera a la población venezolana, en vez de combinar la ayuda económica a los más pobres con el desarrollo de la infraestructura y el sector productivo.