Crítica “Es la acción dirigida, del intelecto crítico, expresada como opinión formal, fundada y razonada, necesariamente analítica, con connotación de sentencia cuando se establece una verdad” (extraído de Wikipedia).
Los razonamientos esgrimidos por una serie de intelectuales revolucionarios respecto a la “crisis de identidad” que hoy posee la Revolución Bolivariana y el Socialismo del Siglo XXI en Venezuela (y principalmente en individuos en funciones de gobierno, que ejercen el poder como si fuera una herencia particular, sin humildad y haciéndose oídos sordos a cualquier opinión emitida desde fuera de su entorno de adulancia y “sigüismo”), son condenados en los medios de comunicación, en una especie de alteración inaceptable de la dinámica auto-impulsada por genios en el ejercicio del gobierno.
El hecho, la perdida escandalosa de las curules parlamentarias en las elecciones del 6 de diciembre pasado, es solo la “punta del iceberg” de la problemática causada por quienes han conducido este proceso de mala forma y fondo, quienes acallando las voces críticas a todo lo largo de estos últimos años, no han permitido rectificación alguna.
Ha sido una práctica permanente, acusar y desprestigiar a quien discrepa de acciones divorciadas de moral y ética revolucionaria. Siendo además un lema de estos individuos el establecer que: “no podemos denunciar hechos irregulares en este momento, debido a que podemos perder las siguientes elecciones”, y todos los años hubo de una a dos elecciones. Pero ahora se perdieron sin haberse realizado las denuncias.
Se escucha que hay un “destape de ollas podridas”, habrá que preguntar: ¿Quién tenía estas ollas tapadas?
Hoy dicen que, con nuestras opiniones, le damos armas a la oposición para acabar con la revolución. Es comprobable que quienes le han dado argumentos a la oposición y le siguen dando, son quienes con descaro han ejercido desde el gobierno acciones casadas con el capitalismo y la burguesía.
Responsables de la corrupción, hay; responsables de la pérdida electoral, hay; responsables de no combatir con eficiencia la guerra económica, también los hay. Hoy es muy cómodo inculpar al pueblo que no votó, inculpar a quienes emiten su opinión crítica desde los pocos espacios que permiten las redes y el internet.
Es hora de quitarles las mascara, condenarles y hacerles pagar penas por los ilícitos y delitos cometidos.
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