El 05 de enero, durante la instalación de la Junta Directiva de la Asamblea Nacional para el Periodo de Sesiones 2016, el Presidente de este cuerpo legislativo lanzó una amenaza directa hacia el Presidente Constitucional de la República Bolivariana de Venezuela, cito textualmente: “Ofrecimos que en un lapso de 6 meses contados a partir de la instalación de la Asamblea Nacional propusiéramos un método, un sistema para cambiar al Gobierno por vía constitucional. Eso lo haremos”.
Posteriormente, el 12 de febrero el diputado Ramos Allup insiste con la amenaza y puntualiza: “Cuando nosotros hablamos de lapso de 6 meses, no es eso que llaman los abogados un lapso preclusivo a los 6 meses, puede ser a los 2, a los 3, a los 5, a los 4, dentro del lapso. Ahora, como la crisis se está acelerando… pues entonces los tiempos no los ponemos nosotros, los tiempos los pone la necesidad del país, y si estamos interpretando como interpretamos la necesidad del país, tenemos que ofrecer una solución”.
Soy de la concepción de que el Gobierno del Presidente Nicolás Maduro se ha venido tambaleando desde hace más de un año, incluso como se diría en la jerga boxística, recibió el conteo de protección tras la caída electoral del 6 de diciembre. Pasó enero y no hubo señales claras de que el gobierno se levantara, llegó febrero y apoyado de las cuerdas logró levantarse para seguir la pelea, sin embargo, los factores de derecha se sienten envalentonados y piensan que les falta un solo golpe para dar el nocaut.
El Presidente Maduro ha dado unos golpes certeros, comenzando con el desmantelamiento de una banda criminal que operaba desde Abastos Bicentenario y la Red de Comercialización de Alimentos del Estado Venezolano, aunque en mi criterio el cabecilla de la banda sigue libre y dentro del Gobierno. Así mismo, el líder de la Revolución Bolivariana ha lanzado 13 motores para impulsar la economía nacional, lo que ha generado buenas expectativas.
Mientras los motores comienzan a dar resultados tangibles, en la cotidianidad nos siguen matando. Continúan las colas, las ventas en combos de productos de primera necesidad con otros productos más costosos, y pareciera que nadie hace nada para corregir. Nunca le hicimos caso al Chávez visionario cuando advertía entre otras cosas, la necesaria y progresiva migración del uso de gasolina a uso de gas natural para vehículos, lo cual permitiría al estado venezolano ahorrar divisas para la refinación de la gasolina, e incluso poder exportar una mayor cantidad de este combustible. Tampoco le hicimos caso a Chávez cuando advirtió que la siembra del trigo no era tradición en Venezuela y que teníamos necesariamente que comenzar a fabricar pan de yuca, pan de papas.
En este orden de ideas, es público, notorio y comunicacional que las panaderías e industrias productoras de harina de trigo han iniciado un boicot más agresivo, incluyendo a la estatal MONACA. El pan aparece en las panaderías en horas específicas, generalmente en horas de la tarde, a partir de las 4 pm, generando largas colas para la adquisición de este alimento, sin embargo a cualquier hora del día, las panaderías expenden pastelitos, cachitos y dulces, todos elaborados con la misma harina de trigo con la que hacen el pan. Además de provocar largas colas, la nueva modalidad es vender un supuesto pan de huevo, del mismo tamaño de la tradicional canilla a un precio que oscila entre los Bs. 100 y 200, dependiendo de la panadería y no los Bs. 40 o 50 al cual se venía vendiendo.
Recientemente visité una panadería en la ciudad de Cumaná y realizando la cola junto con al menos un centenar de personas, estaban 3 personas identificadas con chalecos y credenciales de la SUNDDE, a las que abordé y pregunté que por qué permitían ese abuso contra el Pueblo, que con sólo comprar dos de estos panes gastaban unos Bs. 400 que es el ingreso promedio diario de un trabajador venezolano, la respuesta fue: “Si tiene alguna denuncia que hacer, pase por la oficina ubicada en…”. La típica respuesta de unos Burócratas Complacientes. Al escuchar semejante respuesta, se caldearon los ánimos y llovieron los reclamos hacia los funcionarios, los cuales abandonaron la cola apresuradamente.
Lamentablemente, no hay identidad, no hay sentido de justicia, no hay conciencia de clase. Hay una confusión terrible del Pueblo (Poder Constituyente) al trabajar o cumplir funciones para el Poder Constituido (Gobierno). Muchos de los venezolanos tienen la concepción de que su fin último es tener un carguito en el Gobierno y tienen en la cabeza la típica imagen de la burocracia: Un carnet en el pecho, un escritorio y una silla, trabajar de 8 a 11:30 y de 2:30 a 5:30.
Causa mucha indignación que el Presidente Maduro esté echando el resto solo, mientras las instituciones siguen en su cotidiana inoperancia.
Solicitar la colocación de los cargos a la orden a los coordinadores regionales de la Superintendencia Nacional para la Defensa de los Derechos Socioeconómicos y quizás cambiarlos, no resuelve nada, sería cambiar la cabeza y dejar la podredumbre acumulada en este ente del Estado Venezolano.
Bajo la premisa de que quienes trabajan en la Administración Pública o como comúnmente se dice, para el Gobierno, planteo que el personal no debe estar atornillado a un Ministerio o a una Institución en particular, de acuerdo a su responsabilidad puede hacerlo en diferentes instituciones de forma rotativa, de manera que no se acostumbre a los vicios de la institución. Claro está el personal especializado no puede ser rotativo. Es por ello que propongo se disuelva la SUNDDE, se liquide al personal y se asigne a nuevas labores en otras instituciones, es decir, una secretaria puede ser secretaria en otra institución, un contador puede ser contador en otra institución, un inspector popular puede ser inspector popular en otra institución. Una vez liquidada y demolida la Superintendencia, se puede crear un nuevo organismo con un personal formado profundamente en el área política y social, nada de cursitos online de una semana, para tener un personal realmente comprometido y sin aptitudes de burócrata. De esta manera podríamos eliminar lo que significa una real amenaza para la Revolución Bolivariana.