Tarjetas de alimentación y Hogar de la Patria del Presidente Maduro ¿Las necesita?

Anoche el Presidente Maduro hizo un anuncio que, pensando de buena fe, también en la de él, debería llenar de alegría y hasta satisfacción a todos los trabajadores, en particular, a aquellos que se intenta proteger. Informó, como todo el mundo sabe, del aumento del salario mínimo, también en todas las escalas de la administración pública, lo que no incluye a quienes, como los educadores, firmaron meses atrás un contrato que les ata a un salario y aumento de este hasta el 2017, que conforma más bien como una condena a vivir en la miseria. Otra vez, como en los tiempos de CAP – pero aquél era él y sus circunstancias – los educadores del más alto nivel quedan igualados y hasta por debajo del salario mínimo. Lo más triste, es que el aumento previsto por ahora, para quienes se dedican a formar nuestros muchachos, será en el mes de octubre, en la triste cifra, para no llamarla de otra manera, en vista que nos desagrada pecar de insidioso y agresivo, del 17 por ciento (17%). Y llegaría este mismo año cuando, según lo dicho antes por Pérez Abad y ofrecido de nuevo anoche por el presidente, se vuelva aumentar el salario mínimo.

           Pero así como los educadores, sobre todo los jubilados, y quizás otros trabajadores del sector público, no tendrían nada que celebrar porque el aumento no les incluye, tampoco los demás. Ya el empresariado lo anunció; por la avidez de quienes en este país comercian y prestan servicios, por ganar más allá de lo racional y hasta normal en cualquier país capitalista, vendrán aumentos de precios hasta por encima, no de la incidencia del aumento salarial sobre el costo,  sino de aquel mismo. Dicho de otra manera, por ese 50 % de aumento del salario mínimo y el correspondiente a la tarjeta de alimentación, a una parte de los trabajadores, pudieran venir aumentos de la cesta básica por encima de aquél y este castigo sería para todos. Así funciona la economía. Porque no es como dicen algunos empresarios y técnicos allegados a ellos; no es sólo un problema de oferta, aumento de costos, demanda, la precaria capacidad productiva del país, el bajo precio de nuestra moneda frente al dólar; lo es también de una internalizada cultura especulativa y deseo de enriquecerse, acumular fácil y rápidamente. Quienes fabrican, compran y venden en el país, en buena medida, lo que quiere decir que hay excepciones, forman una casta de asaltantes de camino. Hasta eso que el gobierno, no ingenuamente, sino por haberse quedado desarmado al asumir una determinada concepción de partido, vanguardia y la manera de relacionarse ellos con la población, llama “Poder Popular”, participa del festín. Se dicen muchas cosas de los CLAP, sistemas de distribución de gas doméstico, cambalache de aires acondicionados, ahora con el asunto de la harina y paremos de contar, porque la letanía sería tediosa. Ante cada cosa que el gobierno ensaya para evitar fraudes, estafas y corrupción, nace dentro y fuera, formas de dejar aquella sin efecto. Pareciera necesario y urgente revisar en qué y quiénes apoyarse.

            Pero después de lamentarnos como ya lo hemos hecho, pasemos a lo que enuncia el título. Anoche, como con frecuencia ocurre, el Presidente quiso hacer un chiste, eso piensa uno, y habló de cesta de alimentación y tarjeta de “Hogares de la Patria” que le corresponden a él y los suyos. Para hacer chistes buenos se requiere talento. Unos los escriben, suelen llamarles libretistas y otros los escenifican, estos son los comediantes; aunque como Chaplin, Cantinflas, Joselo y otros tantos, comediante y libretista pudieran ser la misma persona. Pero para eso se requiere talento, tanto como medir el momento apropiado para hacer el chiste. Pero como dijo Joselo, "el mejor libretista es el pueblo". El venezolano suele decir “no se debe mencionar la palabra soga en casa del ahorcado”.

            Parece como de muy mal gusto que el presidente hable de su cesta o tarjeta de alimentación en la trágica circunstancia que hoy viven los venezolanos, cuando es sabido que eso no le hace falta. Todo el mundo sabe cómo vive y de qué el presidente en cualquier circunstancia y momento. Es decir, siempre ha sido igual. Hablar de esos beneficios insignificantes para el presidente,  cuando se habla del bajo ingreso salarial y el alto costo de la vida del venezolano, lejos de parecer un chiste, luce más bien como una burla cruel. Pareciera hacer una comparación cruel, mordaz y desagradable.

            Pero si ese chiste fue malo, peor es el relacionado con la tarjeta de “Hogares de la Patria”. Exhibiendo una de esas, al parecer emitidas por el Banco de Venezuela, el primer mandatario nacional, informó que era la correspondiente a su hogar. Sé bien, como lo sabe casi todo el mundo, que esa tarjeta no le corresponde ni la posee, pues está asignada a grupos familiares viviendo en situación crítica. Pero al asignársela, intentando hacer un chiste, le sale una expresión que no deja de ser cruel y hasta propicia para ser víctima de denuncias de aprovecharse de las pocas cosas que está en buena disposición de ofrecer al venezolano hundido hasta las cejas en calamidades. También decimos en Venezuela que, los malos chistes parecen más bien morisquetas, en el mejor de los casos.



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Eligio Damas

Militante de la izquierda de toda la vida. Nunca ha sido candidato a nada y menos ser llevado a tribunal alguno. Libre para opinar, sin tapaojos ni ataduras. Maestro de escuela de los de abajo.

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