Hacia el último trimestre del 2012 reventaron dos crisis, la de balanza de pagos por caída de las reservas internacionales y agotamiento de fondos externos; y la fiscal, un enorme hueco fiscal (17-18% del PIB) impúdicamente financiado inflacionariamente por el BCV. De la conjunción de esas dos crisis se observa un común denominador: crisis de pagos, quedándole al gobierno, solo dos puertas de salida. La primera, remoción de todos los controles -incluido el de cambio- para que los precios rescaten las condiciones de equilibrio y aparezcan los dólares no-petroleros, o financiarse con la hiperinflación, vender el oro a perdida, racionar los escasos dólares en reservas, rematar los portafolios de deuda de bancos y fondos públicos, este el escenario de un colapso fiscal con serias consecuencias sociales, el cual parece haber sido retado por el gobierno, para quien la pérdida del poder político tiene un precio aun mayor que la de una crisis económica, social y político-institucional.
En esencia ambas crisis de pagos tienen un solo origen, la caída de los valores de exportación y producción petrolera, en medio de una colosal expansión del gasto público signada por un desorden fiscal, corrupción en amplia escala y una asignación de recursos sin racionalidad, donde los mecanismos redistributivos se fundan para financiar una enorme clientela política, dentro y fuera de Venezuela. Objetivo de esa política fiscal: pagar el costo de financiar el sostenimiento de la revolución. Todo, en una economía política que estableció un control de cambio que precariza sobre la propiedad, sobre el bolívar eliminando su convertibilidad, alienando al venezolano y sus empresas de arbitrar activos en moneda nacional o en dólares, junto a políticas públicas dirigidas a descapitalizar al sector privado nacional.
El resultado de ese proceso, lo adelantamos por este medio durante estos años, es la dependencia exclusiva del comercio internacional y flujo de capitales de los dólares del petróleo, bajo monopolio del gobierno. Así, el gobierno disponía de los horizontes de la economía privada, sobre un supuesto político y económico falso, que el resultante tamaño del Estado/gobierno, podría ser financiado exclusivamente por la renta del petróleo. Hoy estamos al final de ese proceso en medio de una enorme crisis de pagos.
Mientras estas dos crisis muestran sus terribles efectos en escasez, inflación y contracción de la economía, el riesgo Venezuela no deja de crecer, más de 20% desde que Maduro fue juramentado presidente. El nivel de riesgo condensa las razones por la cuales el gobierno no emite deuda en dólares; pese haya consumido en cinco meses el 90% del endeudamiento posible en bolívares; esta, por cierto, es una característica conocida de la cercanía de un umbral hiperinflacionario, el gobierno puede emitir sin límites, dinero en el BCV y deuda en bolívares en el Tesoro con la inflación pagando la expansión fiscal. Solo falta la indexación de contratos y salarios, la otra pata de la hiperinflación, la respuesta social y económica de la gente a la inflación.
PDVSA para compensar su deficitario flujo de caja, ha ido a la banca pública y otras instituciones del Estado por bolívares, y al BCV de manera masiva, para pagar su contribución fiscal. El financiamiento monetario del déficit fiscal -vía PDVSA- por parte del BCV es masivo e impúdico, la explosión monetaria está a la vista y con ello la fuerte presión inflacionaria que nos lleva al borde la hiperinflación. El fisco, raspa la olla, a rematar bonos de deuda publica en dólares en poder de banca pública y otras instituciones financieras del Estado, así se vendieron hace días 2000 millones de dólares en bonos deuda pública soberana, lo cual afecto a la baja los precios de los bonos, el gobierno, tiene una severa e incorregible crisis de liquidez en divisa El mercado está en autos de la crisis de balanza de pagos y de la crisis fiscal, emitir deuda en dólares en esas condiciones es prácticamente un crimen financiero, por los costos que esas emisiones traerían.
La caída de la producción de petróleo en los últimos ocho años, unos 750 mil barriles diarios, en conjunto con los inmensos pasivos en moneda extranjera a los cuales incurrió Pdvsa para conciliar su gasto, como agente fiscal del gobierno y como empresa productora de petróleo, a la par de obligaciones con socios, contratistas, proveedores, fue reduciendo aceleradamente en cuatro años, desde 2009, la renta petrolera disponible, tanto para capitalizarla y para sostener la producción en el mediano plazo.
Pero tampoco para servir sus elevados pasivos financieros y no financieros, deuda documentada, garantizada y acuerdos con sus socios en las empresas mixtas, proveedores y contratistas, muchos de ellos obligados a refinanciar las deudas de Pdvsa con ellos. La realidad era evidente, y no nos sorprendimos, Pdvsa no mantenía un flujo de caja suficiente para cubrir gasto corriente y gasto de capital
La enfermedad fiscal se trasfirió a PDVSA, el ordenamiento legal y constitucional abrió las puertas al nacionalismo petróleo y con ello al deterioro de la industria petrolera nacional. Al final, de ese escabroso periodo, Pdvsa, luce en ruinas, La renta petrolera es negativa, las obligaciones en dólares son mayores que la renta del petróleo. Además de estas obligaciones, acotemos que el gobierno impuso a Pdvsa grandes compromisos de suministros de crudo y productos a Petrocaribe, un acuerdo geopolítico impulsado por Chávez y los cubanos, requerido para poder financiar apoyo político externo necesario para barrer políticamente la oposición venezolana.
En ese orden, también se firmaron convenios económicos que derivaron de acuerdos multilaterales ALBA y Mercosur, y otros bilaterales que eran asimilados con suministro de crudos y derivados producidos por Pdvsa y sus socios en Venezuela. En conjunto esos acuerdos, obligaciones financieras y no financieras agotaron la renta petrolera haciendo que su flujo en divisas se devolviera en negativa desde principios de 2012. La consecuencia inmediata fue la crisis de balanza de pagos tanto de PDVSA como de la Republica hacia finales del 2102 y que se notó con la explosión en el mercado del dólar paralelo.
El otro acuerdo, el llamado Crédito Chino, merece un análisis particular, pero las exigencias chinas a cambio de acuerdos comerciales y dinero anticipado de China -dólares y yuanes- han significado un enorme sacrificio para Pdvsa a cambio de corrupción rampante y negocio que solo benefician a China y la corrupta burocracia bolivariana.
El flujo de caja de PDVSA en estos años ha estado al servicio de la política ,destinado a galvanizar el piso político y la egolatría de un gobierno manirroto, derrochador, corrupto y no controlable, el cual, sistemáticamente evadió una necesaria controlabilidad que el régimen político venezolano no dispone, dado que no posee los contrapesos políticos institucionales requeridos para controlar la hacienda pública, origen y destino del gasto público, así como de empresas del Estado administradas por el Gobierno.
Igualmente, el flujo de caja de Pdvsa no alcanzaba ni alcanza para sostener la demanda fiscal por recursos del petróleo que el gobierno requería de Pdvsa para destruir al sector privado nacional y ensanchar la base económica del Estado, fenómeno que se lograba con el control de cambio, la inflación y la conversión en entes serviles del gasto público a una buna parte del capital privado nacional, de sus más grandes empresas. Pdvsa fue perdiendo entonces su participación en el PIB dado que la renta era drenada fiscalmente por el gobierno quien adquirir fuertes compromisos rentistas nacionales en bolívares como internacionales en dólares. Así de un 24% en términos del PIB Pdvsa se reduciría a un 7.5% a finales del 2014.
La enorme deuda externa de PVDVSA en esos ocho años sirvió para tapizar de dólares su flujo de caja negativo, y que tenía que distribuir cada vez menor renta fisco entre sus pasivos en divisas con socios, proveedores, contratistas, y los pasivos del gobierno, así como un gasto público no presupuestado cercano a la mitad de la contribución fiscal de PDVSA que promedio en esos ocho años más del 50% del ingreso fiscal del gobierno. Una actividad fiscal controlada directamente por el presidente de la Republica, caja de la cual que el nuevo efecto presidente no consiguió recursos, lo que lo obligo a buscar en la hiperinflación y en impuesto inflacionario el mecanismo fiscal que le diera fondos para su Guerra contra el sector privado, lo que queda de él.
Así se puede concluir con facilidad que los problemas financieros de PDVSA no están en el bolívar, de hecho, su deuda en pagarés al BCV remonta los 650.000 millones de bolívares, suma que algunos dividen por algo para hacer dólares, pero que hace esas conversiones financieramente irrelevantes porque esa deuda con el BCV, Pdvsa la licua sin vergüenza con la hiperinflación, escasez, y contracción económica que arrastramos por cinco trimestres consecutivos.
Bueno, y ¿hoy? Fui a cancelar los impuestos inmobiliarios y no funcionaron las oficinas de la Alcaldía de Valencia, simplemente actualizándose para que el contribuyente siga pagando precios muy inflados en dos años consecutivos y ahora, están con el Petro, a sabiendas que sabemos lo que representa en nuestra economía, mientras que el pueblo sigue pasando hambre y cancelando altos precios en el mercado. Algo insólito y frustrante para nuestros bolsillos, ya que no estamos dolarizados., es irresponsabilidad en la gestión de Estado.