Es temprano en la mañana,
Lisett, que es la asistente de un alto funcionario del ministerio de la
cultura, entra en esa oficina con la carpeta de recortes de prensa de los últimos
días. Allí está, gracias a un servicio contratado, todo artículo, toda noticia,
reportaje, columna, remitido o aviso que contenga las palabras cultura, arte,
patrimonio o cualquier sinónimo de ellas. Se la entrega al burócrata del
ministerio de la cultura que revisa detenidamente ese cartapacio.
(Cada vez es más voluminosa
esta carpeta, no hay duda que la cultura se está moviendo, aunque ya empieza a
aburrirme revisarla, así se trate de una revisión en diagonal, es que está demasiado
llena de cosas insustanciales. Bueno, déjame corregir, no me va a quedar muy
bien hablar de lo que es sustancioso o no en la cultura luego de estar dedicado
en los últimos dos años a registrar todo lo que la gente reconoce como de significación
cultural para ellos, tal vez lo poco sustancial sea el tratamiento que le dan
los periodistas, digo yo. Pero con los periodistas no se puede uno meter,
violaríamos sus derechos a decir lo que les de la gana).
(Viéndolo bien esta carpeta es
como un gran magazín dedicado a las manifestaciones culturales venezolanas, porque
la cultura es plural ¡ves! aquí está un cocktail
(También tenemos a Oscar
Yanes, abordando ahora la reencarnación como parte de un ciclo transmitido por televisión
o la convocatoria a una exposición de emergencia ante la amenaza de disolución
de los logos, símbolos de la
cultura nacional –dicen ellos en singular– yo prefiero hablar de
culturas. Ese tema de los logos tiene
rating aunque no tanto como la
sesión fotográfica de cuerpos desnudos posando frente a un, seguro, sonriente Bolívar
de civil, ¡la desnudez es bella en tanto que espontánea!)
(¡Y no podía faltar! aquí
está el toque político. Esto, más que un toque es un puñetazo de El Carabobeño, lanzado por el periodista Alfredo Fermín, aprovechando
la entrevista al artista plástico Carlos Zerpa. Página completa, bien montada,
buena fotografía, impecable diagramación y fuerte gancho a la cabeza con ese título:
“Hoy en día ni siquiera existe la última gaveta donde antes guardaban el arte”. Con el antetítulo el tipo golpea con todo: “Populismo
del Gobierno ha relegado a los verdaderos artistas”. No hay manera que un
funcionario como yo, seguramente cómplice en la supuesta desaparición de esa última
gaveta, se libre de la provocación, lo voy a leer).
¡Coño! cinco columnas y no
hay nada sobre gavetas, populismo o relegados. (Mejor no sigo hablando en voz
alta porque van a pensar que estoy senil). (Aquí sólo se habla de la exposición actual de este artista –que
es, sin duda la razón para el reportaje–, de sus inicios y de su obra más
reciente. ¿Qué le pasó a este periodista, ahora ungido como miembro de número de la Academia Nacional de la Historia,
Capítulo Carabobo? ¿de donde diablos sacó ese titular? ¡Ah! espérate, la
cosa continúa dentro de este recuadro, al pie de la página, ¡aja! aquí si está
la descarga y que curioso, el título es otro, “El arte actual” se llama).
Luego de leer esa segunda
parte el funcionario de la cultura, caviloso, comienza a hacerse preguntas
acompañadas de inconscientes movimientos de cabeza, unos en sentido afirmativo
otros negativamente. Precavido, los comentarios los hace en voz baja, no vaya a
ser que cualquiera que lo observe se convenza de la senilidad, cosa que es lo
peor que le puede suceder a un burócrata –peor que un burócrata es un
viejo burócrata–.
(¿Es el periódico o el
periodista quién está utilizando la reseña de una exposición de arte, que no
les pertenece, para hacer oposición política manipulando los títulos de los segmentos
en que está dividido el reportaje? No hay manera de entender ese gran titular
que habla de cosas que no se leen a continuación. Pero, aún incluyendo el
segundo segmento ¿por qué el interés del periodista en resaltar esa particular opinión
del artista? El reportaje habla del recorrido artístico de Zerpa desde aquel año
72 en el que ganó el premio Arturo Michelena. El periodista podía haber
utilizado algo fundamental de ese recorrido, sin embargo lanza esa pedrada y luego
se agacha haciéndose el loco sobre su evidente intencionalidad política).
(¿Y cuál es el rollo de
Zerpa? ¿Será que el proceso revolucionario en marcha le afectó en algo la vena
creadora? No parece que fuera así si nos apegamos a lo que en ese mismo
reportaje se dice en cuanto a lo polémica que ha resultado su exposición “…más
destacada incluso que la entrega de los premios Oscar”. Tal vez se trate de que no le gustó el lugar donde
está exponiendo –ya el grupo de exclusivos dejó de tener el privilegio de
copar los museos–. Pareciera, por su propia voz, que le resulta
insufrible que los museos estén llenos de trabajos de desconocidos. Tal vez no
está dispuesto a que su obra esté al lado de eso que él llama mega fraude).
(Me gustaría saber cuántas
obras le compró el anterior Macsi a Zerpa, seguramente nunca fue como con Zapata,
al que muy generosamente le compraron cuatrocientas piezas. Por cierto, la razón
para tanta generosidad no queda explicada sólo con eso de que ellos sean los “verdaderos
artistas”).
(Lo de verdaderos artistas
son vainas de la disociación sicótica de este señor que, de lo más desenfadado,
se atreve a determinar quienes son artistas de verdad y quienes son mero
resultado de un fraude populista. Él, que se coloca sin duda, en los primeros,
supone que el resto o son basura o se vieron “…obligados a caer en la trampa de
cuádrate aquí con la revolución”, que resultó militarista, totalitaria y
enemiga del arte, con lo cual pretende explicar su oposición a ella).
(Bueno yo no soy militar –oficio
muy digno por cierto– y a los marxistas el militarismo –que es un
pensamiento excluyente- nos da escalofríos en el alma y en relación a su
tercera calificación, el totalitarismo, me he negado a tomar los cursos gratis
que dan los gringos en Miami. Lo que si es verdad es que me tiene sin cuidado
ese universo superior, omnipotente morada de los dioses, donde pretenden
colocarse algunos individuos que se suponen así mismos como la expresión más
alta de la cultura, que están dotados por la gracia divina del poder de la
creación. Cuando hace años oí a Víctor
Guédez decir “…La creatividad artística es un misterio porque responde a un
don que es exclusivo de los seres que son capaces de elevar, a escalas
superiores, ciertos caracteres de genialidad y sensibilidad…” me morí de la risa).