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Por fin, luego de muchos años de lecturas interrumpidas, he terminado "Ulises" de James Joyce, considerada la novela más espectacular del siglo XX. Usé el texto traducido por J.M Valverde, y para su mejor comprensión me apoyé en la "Guía de lectura de James Joyce" de William York Tindal. Ambas obras me las cedió en préstamo muy gentilmente nuestro dilecto poeta Jeroh Montilla.
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Para tratar de entender esta indigerible novela vi la película "Ulysses" (1967) de Joseph Strick, y una obra de teatro: "Monólogo de Molly" de José Sánchiz, basada en el último capítulo de la obra, interpretada magistralmente por la artista española Magui Mira. Así mismo me vi en la obligación de releer, pero ahora con extrema delicia, la Odisea.
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Ulises, de buenas a primeras, se parece a esos sueños confusos, y que al despertarnos, divagamos: eso no tiene ni pie ni cabeza. Sin embargo, luego le encuentras sentido: es nuestro pensamiento constante e indómito.
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El argumento sobre el cual giran todas las otras múltiples y cinéticas tramas es este: el señor Leopold Bloom sabe que su mujer le será infiel, sabe también con quien, donde y cuando (4 de junio de 1904, la misma fecha que el autor conoció a su pareja). Pero prefiere deambular todo ese día por las calles de Dublín antes de llegar a casa.
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¡Caramba! Exclamarán algunos, si Bloom está tan bien informado de su desgracia conyugal pudo acabar con los amantes infieles a plomo limpio. Entonces su caso hubiese sido mostrado con lujo de detalles en Investigation Discovery. De esa manera nos darían unas mejores herramientas para comprender la obra.
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Ese día es descrito en más de ochocientas páginas. Bloom es el autor en la vejez y también Ulises, el de la Odisea. El otro personaje principal es Stephen Dedalus, quien es el autor en la juventud y también Telémaco, el hijo de Ulises.
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La novela tiene 18 capítulos, cada uno con un estilo diferente, un color, un órgano del cuerpo humano e identificado con uno de los cantos de la Odisea.
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Ulises no tiene en general una trama comprensible, sino innumerables momentos, pero está bien estructurada; y dicen que es muy cerebral. Es arte por el arte. Es sólo estilo. Poesía en prosa.
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Bloom es el Odiseo del siglo XX. El personaje homérico dura diez años para llegar a Ítaca y sufre por su Penélope, acosada por sus pretendientes. Bloom dura un día tormentoso para llegar a su casa. Molly (Penélope), su esposa ya ha consumado la infidelidad.
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Ulises es la epopeya del hombre moderno en un solo día. ¿Qué hacemos en un día? ¿Cuántos pensamientos cruzan por nuestra cabeza, mientras saludamos a los amigos, vemos tiendas y vitrinas en las calles antes de llegar al trabajo?
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Ulises en la ciencia y el arte. Es irrepetible ,y he allí su grandeza.
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La literatura es oral y escrita. Ulises es la literatura del pensamiento. El monólogo interior. El discurrir de la conciencia caóticamente porque nadie piensa ordenadamente.
Es la imaginación, llamada por Santa Teresa de Jesús "la loca de la casa", porque es pura desmesura y deslumbrante caos, a ratos fascinante y a ratos furiosa, Rosa Montero dixit.
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Algunos académicos dicen que hay que leer a Ulises diez veces para entenderla. Otro afirma que al cabo de treinta años de estudiar el Ulises ha encontrado nuevos detalles. Entonces hay que compararlo con el Apocalipsis o Nostradamus que tienen infinidades de interpretaciones. James Joyce dijo que escribió el Ulises para que los estudiosos estuvieran un montón de años averiguando lo que quiso decir porque esa era su manera de alcanzar la inmortalidad.
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El mismo autor dijo que escribió su libro en silencio y con astucia, en el destierro y bajo la nostalgia por su patria.
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Jorge Luis Borges afirma que Ulises tiene influencia del naturalismo y del simbolismo para reflejar la soledad del hombre en su destino trágico de fracasos. Ulises es el pensamiento de la vigilia, continúa Borges, y agrega: Es un libro complejo, limpio, con talento verbal y frases felices. Aquí está reflejado el subconsciente colectivo. El presente es el futuro que se vuelve pasado. Vivimos sucesivamente: una cosa sucede a otra; pero el sueño es simultáneo y el pensamiento también. Eso es el Ulises: el caos de la simultaneidad. Redujo todo a lo absurdo con juegos de palabras en diferentes idiomas. Construyó monstruosidades verbales. Joyce se propuso escribir un libro imposible y lo logró. Hizo un laberinto donde él mismo se perdió e hizo perder a sus lectores. Ulises es ilegible, remata Borges.
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El último capítulo es el monólogo interior de Molly , en el que el relato, sin signos de puntuación, emula el fluir, libre y desinhibido del pensamiento.
Algunos médicos especializados en historia del arte afirma que la Quinta Sinfonía de Beethoven y que muchos entienden como el destino tocando nuestras puertas, no es tal cosa: esos golpes musicales reflejan claramente una arritmia cardíaca sufrida por el genial compositor. En esa misma tónica se dice que Marcel Proust escribía frases muy largas porque surgían de su respiración de asmático. Es decir, las dificultosas inspiraciones y expiraciones determinaron el ritmo de su escritura.
Entonces ¿Qué patología le podemos diagnosticar a Joyce basándonos en el último capítulo de su novela?
Son cuarenta y cinco páginas sin ningún punto y ni una coma. Analicemos: ¿Enfisema que se acompaña de gran dificultad para respirar? ¿Respiración de Kussmaul que es muy profunda? ¿Respiración de Cheyne-Stokes que se detiene por ratos largos y se alarga cada vez más para reiniciarse?
Estas disquisiciones encajan en una definición que apuntó Middleton Murry: la naturaleza del Ulises es humorística: "Esta bufonería transcendental, esta súbita irrupción de la vis cómica en un mundo donde se encarna la trágica incompatibilidad de los práctico lo instintivo, es un logro muy grande".
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En 1930 Lucia, hija de Joyce, empezó a mostrar síntomas de enfermedad mental. Se le diagnostico esquizofrenia. En 1934, el psiquiatra Carl Gustav Jung atendió a Lucia como paciente, y después de leer Ulises, pensó que el padre también sufría de esquizofrenia.
Jung afirmó que ambos, padre e hija, "se deslizaban al fondo de un río, sólo que él sabía bucear y ella se hundía irremediablemente".
¡Con razón me estaba volviendo loco!
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Si alguien no se ha leído el Ulises, no importa, la propia esposa de Joyce, Nora Barnacle, nunca se lo leyó.
Hay libros que se leen y se releen. Yo leo y releo el Eclesiastés y también el Quijote, porque como dijo Bolívar "el Caballero de la Triste Figura es el hombre como debería ser".
¿Cuándo volveré a leer Ulises?
Contestare como aquel humorista de Radio Rochela:
¡Más nunnnnnnnnnnnnnnnca!
edgardomalaspina@gmail.com