En el acto de
toma de posesión del cargo como Presidente de la República de Venezuela,
1.984-1.989, el Dr. Jaime Ramón Lusinchi, adeco, promete: “En mi
gobierno Venezuela pagará todo lo que se debe, hasta el último centavo”.
Los venezolanos estaban casi seguro de que este ofrecimiento no se cumpliría
debido a que el panorama que se vislumbraba no era nada alentador, y
por ello la percepción del pueblo de que este anuncio era otra mentira
más de los políticos del puntofijismo; mentiras con las cuales ya
lo tenían acostumbrado. Para la fecha en Venezuela los signos económicos,
monetarios y fiscales eran altamente negativos, sin embargo todavía
existía contradicciones entre los conocedores de la materia financieras
del gobierno y la oposición, sobre la manera de resolver la crisis
económica reflejada en las graves fallas en la prestación de los servicios
públicos, la inmensa deuda externa contraída por los inmediatamente
anteriores gobiernos y la existencia de una no menos gigantesca deuda
interna. Un año después, 1.985, se prorroga el plazo para el pago
de la cuota de capital e intereses de la deuda externa y entonces el
gobierno pide más ayuda al Fondo Monetario Internacional y al Banco
Mundial. Tales instituciones para otorgar el préstamo al gobierno venezolano
recomiendan se aplique variadas medidas restrictivas, entre las cuales
destacaban: Establecer 4 tipos diferenciales de cambio para el dólar
USA. Bajar las tasas de interés pasivas. Limitar al máximo las obras
sociales y minimizar el gasto público nacional.
El malestar económico
incomoda a la población venezolana y crece aun más cuando la imagen
moral del Presidente se deteriora al hacerse público su relación extramarital
con la colombiana Blanca Ibáñez, persona que ejercía el cargo de
Secretaria Privada de la Presidencia de la República y que gozaba de
una influencia superlativa en las decisiones en asuntos económicos,
políticos, sociales, militares, bancarios, otorgamiento de contratos,
compras-ventas de bienes, etc., que tomara el gobierno; la Sra. Ibáñez
intervino en la gestión y ejecución de casi todas las acciones importantes
de aquel régimen. La barragana, nombre que le puso el líder nacional
adeco Luis Piñerúa Ordaz, inauguraba obras públicas, desarrollaba
acciones caritativas, intercedía en beneficio de sus amigos constructores
y banqueros para resolverles sus problemas económicos, de la lista
que remitía el Ministro de la Defensa al Presidente para los
ascensos de oficiales militares, tachaba a quienes no les caía en gracia
y los sustituía por sus aduladores, se uniformaba con los atuendos
de alto oficial militar para presidir actos públicos, dona a personas
allegadas apartamentos en la urbanización Juan Pablo II de Caracas,
maneja a su antojo la cuota de dólares preferenciales para la
compra de papel periódico favoreciendo a los periódicos que publican
sus comentarios a favor del gobierno y negándoselos a los que se permitían
criticarlo, entrega sustanciosas colaboraciones monetarias a los jerarcas
de la iglesia y en retribución recibe de la Universidad Católica Andrés
Bello el título de Abogado, ignorándose la falta de sus estudios de
bachillerato; pero la mayor burla a la dignidad del pueblo venezolano
y a sus instituciones fue cuando el Presidente Lusinchi le concede la
más alta condecoración que otorga la República de Venezuela: LA ORDEN
DEL LIBERTADOR.
Como consecuencia del chantaje y una eficaz propaganda dirigida por la Oficina Central de Información, el gobierno impide salga a la luz pública muchas irregularidades administrativas y el abuso de poder por él cometido, y es en el siguiente gobierno, también adeco, que sale a relucir los casos de RECADI y la malversación de fondos en el manejo de la partida secreta al comprarse unos vehículos rústicos para ser utilizados en la campaña interna de A.D. a favor del Dr. Octavio Lepage y luego en la campaña electoral nacional de quien fuera en definitiva el candidato adeco para la elección presidencial de diciembre de 1.988; el bachiller Carlos Andrés Pérez Rodríguez. A Miraflores el Presidente Pérez se presenta con su respectiva barragana, Cecilia Matos, y con un espantoso plan de gobierno inspirado en nuevas recomendaciones del F.M.I. y el B. M.; gobierno que significó el principio del fin de aquel tenebroso PACTO DE PUNTO FIJO.
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