Lo oigo y no lo creo y mi credulidad se debe a que ese personaje de la política vernácula venezolana estaba muerto en vida hace años, solamente faltaba meterlo bajo tierra bien lejos del país, con un epitafio bien grande que resaltara sin mezquindad: “Aquí yace un cadáver ambulante de quien como dos veces presidente de una nación suramericana que ahora está fuera de la órbita del imperio yanqui, y que es bien vigilada y acosada por el Departamento de Estado todos los días, no así con este difunto de su connivencia política y a quien se le dio luz verde para mantener a esa nación a la deriva en un rumbo difuso que no le permitió avanzar a un estado de derecho con respeto a la dignidad humana de su pueblo, más bien lo que hizo fue ayudar a saquearla y jamás alzó su voz de protesta como consejero mundial, para que no se realizara el desastre económico-social a que fue sometida entre todos los males que se desataron y, que ellos suelen conjugar en su encaje de complicidad y a cambio se distrajeron en el latrocinio perverso de su aliado que robó y enseñó a robar a sus más allegados con complicidad inmediata, porque en sus mandatos no había razón para no hacerlo (lo dijo un secretario general del partido AD)” –no sabemos si está feliz y descansa en paz en su nueva morada, pero lo que sí es cierto es que, fue infiel al lema de “ese hombre si camina, va de frente y da la cara”- como gocho y, además se llevó íntegro el sueño aquel de que lo sacaran en hombros desde Miraflores que es posible que lo haya cambiado por la ciudad de Miami, de donde se le veía volcado de fe rabiosa con inmisericordia letal, ordenando y orientando la marcha de la contrarrevolución en Venezuela de su conciencia escuálida y a la vez dilapidando los dólares mal habidos y tragándose internamente la secuela de atrocidades que desató en el poder y que fueron parte de su relación del liderazgo puntofijista, disfrutando de sus noches inciertas llenas de maldad en que se enredó sin vergüenza alguna y que lo amparó para siempre dentro de la pesadilla de sus consecuencias que nunca más volverá, aunque vuelvan ellos a gobernar –cosa bien difícil en el almanaque mundial de lo imposible” se repita.
"La petición que dios le dé paz y lo tenga en la Gloria", -¡carajo!- Eso jamás. Imposible enredarse con eso, porque es y sería, comprometerse por siempre en complicidad con sus hechos delictivos y hacerse alcahuete de sus actos en que masacro al pueblo venezolano, enlutando muchos hogares y que mantiene en agonía a miles de almas que deambulan sin descanso por sus injusticias y además, avalaría darle el visto bueno a la serie de atropellos que fueron el pan nuestro de los pobres.
Cargar con ese peso de conciencia es como cargar una pesada cruz que nos haga indiferente al dolor humano y sería pervertir la responsabilidad que se tiene con nuestro país de acabar con la maldad y las mentiras sembradas a todo largo de cuarenta años de miserias y atrasos que adecos y copeyanos del caradurismo nos dejaron.
A CAP hay que dejarlo vagando de penas, para que se consuma en las llamas de sus malas intenciones y su vaguedad por el espacio sea permanente y lentamente, tropezando con la ira de los que se llevó por delante y, que no le den absolución ninguna y que la armonía de la esperanza no lo cobije y, más bien las tormentas lo consuman por los minutos por venir, no sin antes ser juzgado y castigado por las leyes inclementes del tribunal celestial.
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