Letra Terca

Morir en el CICPC

Días después de la difusión de un video que muestra a agentes de la Polichacao cayéndole a golpes y patadas a unos detenidos, entrevisté a la defensora del pueblo, Gabriela Ramírez, quien dijo que la grotesca escena obedecía a una “cultura instalada” en esa policía.

Le pregunté si la violación a los DDHH no es fenómeno común a todas las policías, y no exclusivo de Polichacao, a lo que respondió, palabras más, palabras menos, que no es lo mismo una policía dirigida por la derecha fascista que una a cargo de personas identificadas con el proyecto humanista de la Constitución.

Si en la cúspide de la organización, razonó, hay líderes que inculcan valores como el respeto irrestricto a los DDHH, la estructura subalterna tiene un modelo al cual seguir, emular. En cambio, si los valores de la jerarquía son los de la IV República -cuyo máximo exponente, Rómulo Betancourt, acuñó la instrucción “disparen primero, averigüen después”- na da bueno puede esperarse de los hombres y mujeres encargados de ejecutar sus instrucciones con arma, uniforme y chapa policial.

Quiso el destino que semanas después de conocido el macabro espectáculo de Polichacao, una noticia dantesca volviera a conmocionar al país alrededor del tema policial: la muerte de tres personas detenidas en los calabozos del CICPC en El Rosal.

Sin restarle una pisca de importancia al escándalo previo, este de ahora reviste una gravedad especial. No sólo porque tres personas han perdido la vida, sino porque las muertes ocurrieron en la sede de una policía bajo la responsabilidad del Gobierno Bolivariano.

Aquella diferencia que en su momento estableció la defensora del pueblo recobra valor en sentido inverso: los funcionarios que integran cuerpos de seguridad adscritos al poder central, como el CICPC, Sebin, PNB y GNB, no sólo violan la Constitución cuando cometen delitos y abusos propios de la derecha, sino que desafían, contradicen y mellan, por vía de hecho, el discurso humanista de la Revolución Bolivariana.

Dicho de otro modo: que un grupo de polichacaos arremeta contra el pueblo es repudiable, pero lógico, según los valores ideológicos de sus superiores. Que lo haga un funcionario de un cuerpo de seguridad del Gobierno Bolivariano es incompatible con la propuesta política de Hugo Chávez, quien insurgió precisamente contra el legado de Betancourt, incluida su concepción represiva del Estado, perfeccionada luego por CAP.

Por eso no cabe complicidad con los “petejotas” responsables de esas muertes en El Rosal. Que caiga sobre ellos todo el peso de la ley, tal como han prometido las autoridades. Esa “cultura instalada” en Polichacao, que en su momento denunció la defensora, se asoma también en otros predios policiales donde debería estar proscrita e implacablemente perseguida. La supresión de la PM y la implantación de la PNB han sido pasos necesarios, indudables aciertos, aunque insuficientes todavía. No basta con que al frente del barco haya un líder humanista y un estado mayor consustanciado con su discurso. Hay que extirpar esa cultura policial, por el bien de la sociedad y, además, porque de ahí, de sus entrañas, saldrán los esbirros dispuestos a allanar, perseguir, desaparecer y matar a los humanistas, apenas tengan oportunidad. ¿O no sucedió ya en abril de 2002?

_______________

COTUFAS

JULIÁN CONRADO

Acaba de confirmarse la detención en Barinas del guerrillero y trovador colombiano Julián Conrado, suerte de Alí Primera de guitarra y fusil, solicitado por Bogotá a través de Interpol. A diferencia del caso de Joaquín Pérez Becerra, cuya nacionalidad sueca ofrecía opción distinta a la deportación a Colombia, esta vez no parece haber más alternativa para el Gobierno que entregarlo, según la norma internacional. Ojalá hubiera una opción distinta, entre otras cosas por razones humanitarias. Hace semanas, Conrado se presentó ante unos cultores venezolanos para pedir ayuda, pues había llegado aquí por sus propios medios aquejado por problemas de salud. Después desapareció, hasta ayer que se supo de su detención.

PIEDRAS A LA CELAC

Es difícil imaginar que Washington y sus secuaces se quedarán de brazos cruzados ante la inminente instalación de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe, el 5 de julio en Caracas, con todos los países de la vieja OEA, salvo EEUU y Canadá. Cualquier pretexto servirá para sabotear la cumbre, cuyo éxito es objetivo clave para Venezuela, que apuesta a eludir la confrontación armada y reforzar los caminos de la política en el continente. Tener en cuenta esa premisa ayuda a comprender los esfuerzos venezolanos por garantizar la asistencia de todos los países a la cumbre, incluidas Colombia y Honduras.

SOLIDARIO

Con la experiencia propia de algunos tragos amargos, deseo expresar simultánea solidaridad tanto con Cristina González y los periodistas que la acompañaron al frente de la Radio del Sur, como con la nueva presidenta de la emisora, Desireé Santos, víctimas todos, incluida Desireé, de las rudezas de la política, que a veces obliga a sacrificios y decisiones dolorosas. Sé que todos militan en la misma causa por convicción y no por posiciones burocráticas. La lucha continúa.


Villegasccs@gmail.com




Esta nota ha sido leída aproximadamente 4839 veces.



Ernesto Villegas Poljak

Periodista. Ministro del Poder Popular para la Comunicación e Información.

 @VillegasPoljakE

Visite el perfil de Ernesto Villegas Poljak para ver el listado de todos sus artículos en Aporrea.


Noticias Recientes:

Comparte en las redes sociales


Síguenos en Facebook y Twitter



Ernesto Villegas Poljak

Ernesto Villegas Poljak

Más artículos de este autor