Fariseísmo semiautomático

La muerte a tiros de 20 niños y 8 adultos en un colegio primario de Sandy Hook, Connecticut, reavivó el debate sobre las armas en Estados Unidos. La polémica crece entre los defensores de la 2da. Enmienda de la Constitución (“Siendo una milicia bien reglamentada necesaria para la seguridad del Estado, el derecho a poseer y portar armas no será vulnerado”) y los partidarios de prohibir cierto tipo de armas y municiones, así como su porte abierto o encubierto. En la actualidad varios estado limitan el porte, retardan la entrega del arma al comprador (“tiempo de enfriamiento”) o imponen una edad mínima. Pero al final el debate es entre los Derechos Civiles (la Constitución) y los Derechos Humanos (el derecho a la vida).

Todo comenzó la mañana calurosa y clara del 1º de agosto de 1966 en Houston, Texas cuando, atormentado por un tumor cerebral, el ex-marine Charles Joseph Whitman (25) asesinó a su madre y a su esposa y, con una carabina M1 14 cargadores, una escopeta 12 semiautomática, un rifle de cerrojo 6mm, otro de corredera calibre .35, dos pistolas, un revólver y munición variada (700 tiros), subió a la torre de 93 metros de la Universidad y comenzó a disparar contra los transeúntes: Whitman mató a 17 e hirió a 32 antes de ser abatido. A partir de entonces esta “locura disparatoria” se ha repetido, en Estados Unidos y el mundo, especialmente en escuelas y universidades, siendo la más famosa la de la Escuela Secundaria de Columbine, Colorado, en 1999, inmortalizada por el premiado documental “Bowling for Columbine” del cineasta Michael Moore.

Desde 1966 en Estados Unidos hubo 90 tiroteos escolares que dejaron 231 muertes. En Europa 16 con 91 fallecidos y en Canadá 9 con 26 bajas mortales... En el resto del mundo (América Latina, Asia y Australia) sólo tuvimos 8 tiroteos escolares con 26 muertes.

La “superioridad” estadounidense en la materia tiene que ver con los 310 millones de armas de fuego en manos de particulares y los 30 mil muertos a tiros de cada año, pero no es la única razón: otros argumentos han surgido por parte de quienes llaman fariseísmo e hipocresía limitar el debate a la prohibición de fusiles de asalto (que por ley en USA son semi-automáticos: disparan tiro a tiro y no en ráfaga), la limitación de la capacidad de los cargadores o la reglamengtación de la venta de municiones. Denuncian estos críticos la cultura de la muerte que cultiva la sociedad estadounidense en los videojuegos, el cine y la televisión, a la que se añade la medicación psicotrópica masiva inducida por la industria farmacéutica y los psiquiatras en la población infantil estadounidense.

Sin embargo, el elemento más profundo posiblemente esté escondido en el subconsciente colectivo de en una sociedad donde el éxitose asocia a la violencia contra el prójimo, desde la escuela hasta el mercado de valores. Para un joven desorientado y acosado ¿Qué camino al éxito puede ser más rápido que el camino de las balas? “Donde se lee poco se dispara mucho” canta Calle 13.

Se debe considerar, igualmente, que estos tiroteos escolares no fueron resultado de un arranque de locura sino planificados por sus autore que, cuando sobrevivieron invariablemente confesaron al Servicio Secreto que habían actuado motivados por la exclusión o la persecución de sus condiscípulos. Es decir, que los tiroteos pudieron evitarse.

Nótese también que entre los 5 tiroteos escolares más sangrientos, 3 ocurrieron fuera de Estados Unidos en países con leyes que no permiten armas a sus ciudadanos.

O que los tiroteos escolares son casi desconocidos en un país fuertemente armado como la pacífica Suiza donde los ciudadanos guardan en casa su fusil de asalto, el Sturmgewehr-90, el más preciso del mundo como corresponde.

Tampoco existe exclusividad de género pues se registraron dos tiroteos escolares cuyos autores eran mujeres: en 1979 en una escuela de San Diego California, Brenda Ann Spencer de 16 años mató a dos e hirió a 9; y en 2008 Latina Williams (23) en la Escuela Técnica de Baton Rouge, Louisiana, mató a dos y se suicidó.

Sombrío panorama de una epidemia de conducta que se revela como una de esas psicopatologías sociales mediante la cual los elementos más frágiles, los niños, niñas y adolescentes, nos alertan sobre la verdadera y profunda enfermedad del mundo. Así fue con el asma, primera gran epidemia psicosomática con la cual los niños del Siglo XIX nos decían que el aire de la Revolución Industrial era irrespirable o la anorexia, con la cual las adolescentes nos dicen que la sociedad de consumo es intragable. La sociedad estadounidense es tan ciega que no ve la relación entre sus tiroteos escolares y la violencia global del imperio sobre los pueblos del mundo.

El rebelde Rap Brown declaró in los 60s, "La violencia es tan estadounidense como la tarta de manzanas”. Y, en efecto, una sociedad cuyos videojuegos (1) enseñan a los jóvenes a manejar los teclados de la guerra digital, no puede evitar que algo de la sangre se derrame en casa ni fingir que la solución es asunto técnico de armamento. Eso es fariseísmo del peor: semiautomático.

(1) Ver el videojuego “kindergarten killer” en Google


rothegalo@hotmail.com


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Eduardo Rothe


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