No habría problema en perdonar a quienes ahora lo imploran desde el exterior. Total, perdonar es una acción que supone, libra de culpas al ofendido, asumiéndose que este sanará de las heridas infringidas por quien ofendió y ahora, es perdonado… Pero eso no garantiza que quien sea perdonado, se haya perdonado a sí mismo, ni se desprendan del sentimiento de culpa que los obligó a pedir perdón…
Por esa razón, nos gustaría saber si quienes ahora solicitan perdón, ya le pidieron perdón a quienes comieron perrarina y dieron de comer a sus hijos, que también tomaron tetero hecho con agua de espaguetis en las barriadas de Caracas y otras ciudades del país, a los hijos huérfanos de los desaparecidos durante una infausta IV República, a las esposas, madres, hijos que jamás volvieron a ver sus seres queridos, ni siquiera en las urnas.
Será que sanaron su alma de aquellos capítulos vergonzosos donde denigraban y continúan haciéndolo de los mestizos, afrodescendientes, desposeídos, niños y adultos de la calle…
Será que dejaron de despotricar y asquearse de la Patria que los parió… Dejarían su repulsión hacia quienes le cocinan, hacen el mercado, asean sus casas y trabajan para sus empresas???
Sería bueno saber algunas de estas cosas antes de atender sus solicitudes de sobreseimiento que a la sazón, es un tipo de resolución que “da por suspendido un proceso de penalización por falta de causas que justifiquen la acción de la justicia”… cosa que -por supuesto- no procede en estos casos específicos…
En lo particular pienso que lo mejor… es dejar la vaina así… Porque quizá, los milmillonarios de siempre, ciertamente no puedan saber de qué hablo… Pero los “oligarcas” que viven en los barrios de Caracas, lo de que tienen esa hermosas piel morena y no se la ven… Aquellos clase media “fundilleros eternos de los ricos y los gringos, desvividos por separarse de una vez por todas de sus orígenes humildes y decentes”… Esos sátrapas no tienen perdón de los Dioses, ni de los Pueblos y no digo de Chávez, porque ese carajo, es capaz de perdonarlos, otra vez.
No, detrás de cada delito, no más perdón.
ivan.russa@gmail.com