Julián Conrado: el canto que venció a la muerte

 

 

La Chiche Manaure

“Para un soldado debe ser motivo de alegría saber que no está solo en la barricada”, decía Ali Primera, ante “la presencia de nuevas voces y nuevos autores en el rumoroso camino, donde la música es una hermosa herramienta para cumplir con el taller de la Humanidad”. Cuando escuché por primera vez las canciones de Julián Conrado, sentí alegría. Le imaginé con su guitarra clandestina en las montañas colombianas, con una canción entre ceja y ceja,  persiguiéndole la garganta, a punto de derramarse en letras y borrones sobre una hoja de papel. Una conoce el parto y la urgencia de la Canción. Una juega a la imaginación que te acerca a la gente. Sin embargo, y lo mas difícil, era imaginarlo en su esfuerzo, en su afán de Cantor combatiente, que en amorosa guerrilla comunicacional y en medio de feroces bombardeos y persecuciones, compusiera y cantara, probablemente, su última Canción al mundo... No solo me llené de alegría, sino de respeto y admiración por Julián Conrado. Sentimientos que aprecio en demasía y que él se merece.   

!Es el Ali Primera de Colombia¡ - dijo mi hijo -  Y mientras más escuchaba a Julián, más le conocía. !Es verdad!, pensé. Canta con la convicción y la sencillez de nuestros pueblos y con la firmeza del amor revolucionario en el combate. No rebusca, no hay posturas, es un dardo directo a la conciencia de la humanidad y la montaña, su más sensible maestra. Cada verso le nace de sus ganas de redención y de una Colombia Nueva, definitivamente: !Es el Ali Primera de Colombia¡ Y no solo me llené de certeza sino de la ilusión de conocerle algún día. Cultores como Julián Conrado no se dan en racimo. Los de verdad, más exactamente a su decir: los que no cobran por cantar ni alegran de embustería. 

El sábado, 1 de marzo de 2008, el mundo se despertó con una brutal noticia: la policía y el ejército colombiano, en componenda con el imperialismo norteamericano, desataron un voraz ataque militar contra un campamento de paz, situado en Sucumbíos, República del Ecuador. El objetivo era liquidar al Comandante de la FARC-EP, Raúl Reyes. “El campamento en que se encontraba fue bombardeado en dos ocasiones. Desde helicópteros artillados, los soldados ametrallaron la zona, para después descender y rematar a los heridos. 22 personas fueron asesinadas mientras dormían, entre ellos, un civil ecuatoriano y cuatro estudiantes mexicanos”. Poco después, el Ministro de la Defensa de Colombia, y actual Presidente, Juan Manuel Santos, informó, con placer macabro en su mirada, que entre los muertos se encontraba el Cantante de la FARC, Julián Conrado. 

Un aire desolado, lloroso y penosísimo, corrió por las venas de América Latina frente a la  masacre de Sucumbíos. El fascismo colombiano y las garras imperialistas, borrachos de sangre y de soberbia, celebraban, además, la muerte de la Canción con el asesinato de Julián Conrado. 

Algunos ángeles, de esos a los que se refiere Silvio Rodríguez,  que parecen volar justo en el límite de los sucesos, decidieron aguarles el festejo fascista y calentarles el champán del odio: !Julián Conrado, continuaba con vida¡ 

A partir de Sucumbíos, escuchar las canciones de Julián significó una oportunidad de vivir un mundo donde Víctor Jara pudo escapar de las torturas pinochetistas y Ali, pasó más tarde o más temprano, por la autopista a la altura de El Valle y evitó el “accidente” que nos dejó sin su canto orientador. Una juega a la imaginación que se abraza a la gente que no canta por cantar ni por tener buena voz y se anota a que los pueblos, ganemos una¡ Siempre hay más esperanzas en los sueños de las que suponemos.   

Enfermo y perseguido, Julián buscó refugio en la tierra natal de su Libertador: la República Bolivariana de Venezuela, donde Hugo Chávez Frías, sin tanto perendengue, decidió bolivariar. La atención primaria de sus dolencias, en ese canto universal de vida que enarbolan las y los médicos cubanos, fueron atendidas en un CDI. Pero las bestias, que a dentelladas devoran el corazón de los pueblos, le husmeaban los pasos. Un mercenario precio tasado a su aliento por el diabólico dólar, babeaba para entregar a sus perseguidores el patrimonio cultural y político que significa, Julián Conrado. El imperialismo si es consciente que “ no solo de vida, vive el hombre” y que el canto de Julián es subversivo, porque en Colombia hasta la sonrisa lo es. 

El 31 de mayo de 2011, Julián Conrado fue apresado por “fuerzas conjuntas” de Colombia y Venezuela. Detenido, desaparecido e incomunicado, el mundo mercenario de la guerra se movilizó para pedir su extradición. Pero como de lucha de clases se trata, es en serio y en todas partes, hasta que el capitalismo deje de transpirar a través de los poros ideológicos de la gente, el mundo de la dignidad y la solidaridad, donde Víctor Jara y Ali Primera viven, también se movilizó. Así nació la Coordinadora “Que no Calle el Cantor” y era natural e históricamente inevitable, que FUNDALATIN, en el espíritu de justicia y libertad de su fundador, Padre Juan Vives Suriá, en la persona de la Hermana Eugenia Russián, nos acompañáramos para evitar el duelo de la ausencia física de Julián Conrado. Como Ali, Julián no tiene enemigos personales, pero si los “naturales enemigos ideológicos y envidiológicos”. A él también lo bendice Dios y lo guían, Bolívar y Marx. (Soy mosca y abeja, Ali Primera) 

Han pasado más de dos años.  Víctor Jara Julián, Ali Primera Julián, Lilia Vera Julián, Centauro Julián, Sandino Primera Julián, Sol Primera Julián, Amaranta Julián, Ernesto Navarro Julián, Indira Carpio Julián, Luis Brito García Julián, José Vicente Julián, Gloria Martín Julián, Neibys Bracho Julián, Ali Manaure Julián, La Chiche Manaure Julián, Tamanaco de La Torre Julián, Raúl Bracho Julián, Virginia King Julián, Larissa Costas Julián, Carlitos y Leandro Julián, Eduardo Chacín Julián ... y un montonón de gente- Julián, continuamos presas y presos: invisibilizados !!!!! 

Hay un mundo en este mundo, que clama por la libertad y el asilo humanitario para Julián Conrado. Hay un mundo de camaradas con las cabezas silenciosas y gachas, cuando les hablamos de Julián. El ejercicio patriota de la soberanía es también, un acto de amor y justicia y quienes son perseguidas y perseguidos, por la maquinaria infernal de las guerras imperialistas y la explotación del capital, les asiste el Derecho Internacional al refugio, al asilo humanitario, para proteger su dignidad y sus vidas. Estamos en deuda, no solo con Julián, sino con nuestras conciencias. 

! INDEPENDENCIA Y PATRIA SOCIALISTA ¡ 

! AMANDO VENCEREMOS ¡ 



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