Te ponemos en libertad maldito negro: para que no contamines la cárcel con tu muerte

Luego de cuatro décadas preso en condiciones globales de aislamiento casi absoluto, es puesto en “libertad” el militante o combatiente Herman Wallace de ese célebre movimiento político estadounidense conocido como “Panteras Negras”. Mucho se pudiera escribir sobre Panteras Negras pero eso no es lo que viene al caso. Sin embargo, debemos decir que ese movimiento político nació en 1966 en California. Se planteó la liberación de la comunidad negra, se declaró marxista-leninista y levantó la bandera del internacionalismo proletario y del socialismo. Fue declarado enemigo público número uno del Estado estadounidense y combatido por todos los medios hasta que fue desintegrado en 1982. Sus fundadores fueron Huey P. Newton y Bobby Seale, continuadores de las ideas de Malcolm X.

Fueron famosos sus célebres diez puntos para fundarse: “Queremos libertad. Queremos el poder para determinar el destino de nuestras comunidades negras oprimidas; queremos pleno empleo para nuestra gente; queremos el fin del robo a nuestras comunidades negras oprimidas por parte de los capitalistas; queremos viviendas decentes dignas de resguardar a seres humanos; queremos educación decente para nuestra gente, que exponga la verdadera naturaleza decadente de esta sociedad norteamericana y que nos enseñe la verdadera historia y nuestro papel en la sociedad actual; queremos el cuidado de salud completamente gratis para todos los negros oprimidos; queremos el fin inmediato de la brutalidad policial y el asesinato de negros como de otra gente de color y de todos los oprimidos al interior de los Estados Unidos; queremos el fin inmediato de las guerras de agresión; queremos la libertad para todos los negros y personas oprimidas actualmente retenidas en prisiones federales norteamericanas como queremos juicios pares para todas las personas acusadas de crímenes bajo la ley de este país; queremos tierra, pan, vivienda, educación, vestimenta, justicia y el control de las tecnologías modernas por parte de las comunidades de personas”. En verdad, había que ser atrevidos y valerosos para exigir esas reivindicaciones en el país imperialista más poderoso en el mundo en un tiempo en que había violencia revolucionaria en una gran cantidad de naciones de varios continentes y, por otro lado, era un grave delito en Estados Unidos ser comunista. Vietnam era como una luz que nacía y lucía para muchos pueblos del planeta. Lamentablemente, el tiempo ha transcurrido y no ha nacido ni brillado esa luz que luzca para toda la humanidad emancipada de todo vestigio de esclavitud social.

Los Panteras Negras cobraron mucha notoriedad y publicidad en el mundo cuando en los Juegos Olímpicos de México (1968), el estadounidense negro campeón de los 200 metros (Tommie Smith), el medallista de bronce también estadounidense y negro (John Carlos) sin ser miembros de Panteras Negras agacharon las cabezas y levantaron su puño en alto con un guante negro –como símbolo del Black Power- mientras sonaba el himno de Estados Unidos. El medallista de plata, el australiano Peter Norman se solidarizó con los atletas negros poniéndose en su pecho el Proyecto Olímpico por los Derechos Humanos.

Bueno reseñado lo anterior lo que vale la pena destacar en este momento es que el camarada Herman Wallace pasó 40  años de su vida en cárcel estadounidense sometido a un aislamiento terriblemente antihumano por ser militante de la extinta organización política Panteras Negras. Un juez federal de Estados Unidos ordenó su libertad, ¿Por qué la ordenó? Sencillamente porque el camarada Hernam Wallace está al borde de la muerte como consecuencia de un cáncer que padece en el hígado. Nada se dijo de su inocencia y de la macabra injusticia que lo condenó a cadena perpetua sin pruebas de ninguna naturaleza, Sólo por ser negro y activista de Panteras Negras, fue suficiente para condenarlo y separarlo casi por el resto de su existencia de la calle y de su “libertad” personal.

La administración de la  injusticia jurídica de Estados Unidos cree que con ordenar la libertad de Wallace para que vaya a morir en su casa remedia el daño irreparable que ha cometido con el camarada. Sigue preso, por la misma causa fabricada contra miembros de Panteras Negras, el camarada Albert Woodfox, de quien se olvidó el juez federal. Nada ha servido la persistente lucha de los presos y de quienes en la calle se solidarizan con ellos para hacer valer su inocencia de que no mataron a ningún guardia en una cárcel de Angola. Todo fue una trampa premeditada en Estados Unidos para vengarse de que los tres camaradas negros habían creado una especie de célula de Panteras Negras en región africana. King, el tercer acusado, recuperó su libertad en 2001 al anulársele la condena y declararse culpable de un delito menor. King ha dicho públicamente que la prisión de sus camaradas es una prueba de total violación de los derechos humanos y los derechos civiles.

No existe o no pudieron probar jueces ni fiscales que participaron en la aberración de juicio jurídico que condenó a cadena perpetua a los tres camaradas ninguna prueba física que los vincule al asesinato. Lo que hicieron fue botar las pruebas de ADN que los exculpan y el testimonio de la testigo principal fue desacreditado. La condena, más bien, es un testimonio más de la discriminación racial, la mala conducta de fiscalía, defensa inadecuada, cosas comunes en los juicios que se realizan en Estados Unidos para culpar a inocentes de delitos que nunca han cometido pero son condenados a cadenas perpetuas. ¡Crimen de lesa humanidad, sin duda alguna!

Lo cínico de la administración de injusticia jurídica en Estados Unidos está, entre otras perversiones, en lo siguiente: la sentencia aprobada contra el camarada Woodfox ha sido anulada tres veces, pero sigue preso. La de Wallace no ha pasado de mera revisión. ¿Quién paga por los crímenes que cometen jueces y fiscales que hacen condenar a cadena perpetua o a pena de muerte a inocentes? Eso sólo se cobra cuando el proletariado de los países imperialistas se arreche y haga valer su misión de emancipar el mundo de todo rasgo de esclavitud social aniquilando y sepultando para siempre al capitalismo.

Lo cierto es que el imperialismo lo que ha hecho es escribir otra oscura página en su salvaje y criminal administración jurídica de su mal llamada de justicia, más o menos, diciendo esto: “Te ponemos en libertad maldito negro: para que no contamines la cárcel con tu muerte” 



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El Pueblo Avanza (EPA)


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