La muerte, siempre la muerte. Término de un tiempo compartido. Día
aciago en que un cuerpo humano aparece acribillado y tirado en un
sitio determinado y, tiñe de luto la conciencia de familiares y amigos
y, por los vientos que soplan no deja de pensarse en un asesinato y,
en este caso eliminaron a Eliécer Otaiza que, quizás como uno más
agregado de una precisa lista y, que cumple con un fin determinado que
posiblemente sea parte del asqueroso plan de Leopoldo López, María
Corina, y, demás dirigentes atragantados de odio antichavistas que,
obedecen a su ritmo de ideal fascista dentro del esquema planteado y,
que han desarrollado que van tras de las asechanzas del poder de su
ambicionado poder y, más que motivos tendrán que por lo que sea. No
tienen perdón de dios, para tirarse esa aventura de desaparecer
ciudadanos bien seleccionados a su acoso y manera que, siguen la misma
línea depravada de Alvaro Uribe Vélez como su modelo orientador. Bien
prolijo de haber acabado con vidas inocentes en Colombia, para
inculpar a la guerrilla.
El guarimbeísmo ha disminuido, pero todavía quedan vestigios en
algunos lugares de municipios en que un puñado de jóvenes que no se
sabe que son ni a qué se dedican, pero se dicen estudiantes, tienen en
jaque calles y universidades y, siguen haciendo daños sin importarle
que hayan fracasado en su intento de acabar con la armonía del
venezolano sin lograr el enfrentamiento cuerpo a cuerpo entre grupos
como era lo esperado por sus guías, planificadores de la turbulencia
desestabilizadora de arrasar con la paz social de los venezolanos y
llevarse por delante el gobierno del presidente Maduro en su afán de
desconocimiento hacia él.
Y, cuando se andaba enlazando la calma de atraer la paz entre gobierno
y oposición, aparece el cadáver de Otaiza en este caso en un municipio
del estado Miranda en manos de la oposición con cuatro perforaciones
de bala en su cuerpo que, significa que lo mataron con furia y
alevosía que demuestra que fue un crimen bien planificado con
antelación que dejaba sin oportunidad de seguir existiendo a un
dirigente político bien allegado a la revolución en progreso que
ejercía el cargo de concejal del municipio libertador de Caracas.
No sabemos si esto es el principio de lo que no tendrá fin en lo
adelante y, una vez que se comienza y más si la impunidad nos castiga
no descubriéndose, dejando en el anonimato a los culpables de tan
detestable acto de cobardía que, le revienta los testículos de la
rabia y de la comprensión al más cristiano del que tiene el don de
buenos sentimientos y, no confronta ni comporte tales métodos de
castigo de cualquier ser pensante y que va en contra de la dignidad de
los derechos humanos a que todo individuo debe gozar a plenitud en el
país que sea.
Horrendo crimen que acaba con una vida que no debió acaecer de esa
manera en un momento en que, Venezuela pasa por una etapa conflictiva
que la sentencia a no vivir en paz que acaba con los buenos deseos de
la gran mayoría de su pueblo y que jamás ha practicado el crimen como
una forma de lucha política que están fuera de la Constitución y sus
leyes y, que enardece los ánimos del entendimiento, para llegar a una
paz verdadera en que la coexistencia debe ser pacífica, cualquiera
nuestros credos y colores, pero primero la salud moral y de las luces
que nos guíen por el buen camino de ser más y mejores ciudadanos
dignos de nuestra república.
Esperemos a que la justicia se imponga como debe ser y se solucione
ese caso que arroje resultados positivos y, que sean castigados los
culpables y, los que posiblemente determinaron ese proceder tan
cobarde de quitare la vida a quien ellos hayan enjuiciado a su gusto.
Ojala que esto sirva, para ahora vernos mejor en el espejo de nuestras
realidades y entender de una vez que, por allí no llegaremos a ninguna
parte y, que la muerte por encargo o, por lo que sea, quede como una
forma odiosa de alejarnos los unos a los otros que, nos cayó como una
plaga perversa de otras latitudes que contrasta con nuestra forma de
ser y de pensar y, que jamás el venezolano podrá compartir la ruindad
de esos principios inhumanos e inmorales que corrompe y deforma
nuestra formación ciudadana que como venezolanos nos hemos sabido
ganar dentro de la sociedad en general.
Paz al que en vida fue, Eliécer Otaiza, y que su muerte sea principio
y fin que como forma de lucha que muera en sí y, que la unión entre
hermanos se imponga sin vestigios de ninguna clase por más divididos
que estemos.