Tengo en mi desorden de libros, dos del camarada Eliecer Otaiza, (1965-2014), asesinado salvajemente este fin de semana pasado, víctima del sicariato (www.aporrea.org 1° de mayo de 2014) y que ha introducido tristemente la derecha en Venezuela con tan nefastas consecuencias. Se refieren estos libros al tema militar y político, con temas altamente polémicos bajo la perspectiva de la filosofía de la praxis y las ciencias sociales en general; áreas en las que se había formado en la Academia Milita de Venezuela, la Universidad Simón Bolívar y Central de Venezuela en el cuarto y quinto nivel, por lo que mientras contemplo su Capilla Ardiente en el Hemiciclo de la Asamblea Nacional en VTV y veo imágenes suyas en actos públicos de acompañamiento a los sectores más vulnerable, en tanto que activista social, tengo la impresión de que este inmenso camarada fue también un ser preocupado por la teoría, por su formación académica y la elaboración teórica; de hecho es fama que fue alumno dilecto del historiador de la ideas y conocido investigador Luís Castro Leiva, principalmente en un seminario de lecturas de clásicos de la filosofía.
Como fuere, esas dos obras y otros textos, a modo de ensayos cortos publicados también en www.aporrea.org son un claro testimonio de su preocupación intelectual, en el marco de lo que Juan Nuño diera en llamar La Escuela de la Sospecha, (de hecho, una de sus frases más famosas fue aquella de que la oposición estaba en estado de sospecha y de que Chávez estaba siendo amenazado por los traidores que había, aun dentro de los grupos que decían apoyar la Revolución Bolivariana; o aquello otro de que había que ir haciendo en el pueblo un trabajo educativo de cambiar sus actitudes; de que todos fuéramos anti imperialistas y para ello había que establecer la meta de ir creando desafecto en la población hacia los Estados Unidos; identificar ese gobierno de las corporaciones y el imperialismo, pues a través de la industria del entretenimiento durante muchos años se fue delineando las preferencias éticas y estéticas de los sectores más pobres y cuyo subproducto viene a ser la alienación, ser desclasado y con nula identificación con el sector trabajador y popular al que se pertenecemos, tanto como obreros y/o profesionales en general, no dueños del capital.
Como estoy abatido no tengo ganas de ponerme a buscar esos textos y citar de su prosa, que era encendida y donde fuera acusado por grupos de la derecha de no saber discutir una tesis sino que la exponía como verdad apodíctica, al modo de una idea fuerza con la que estaba profundamente comprometido, cual era el pensamiento bolivariano y el socialismo del siglo xxi, como lo impulsara Chávez; eso está en sus obras que habrá que reivindicar alguna vez, pero no ahora sino que escribo de memoria. Sorprendido y con las manos temblando… Como afirmara el Presidente Nicolás Maduro la indignación nos nubla la mirada que casi nos hace renunciar la luz natural de la razón. ¡Cómo no sentir indignación y abatimiento ante un hecho semejante. La muerte terrible de un guerrero, de un soldado de la revolución bolivariana; y esto de guerrero y soldado, como Aquiles en guardián de Troya, son palabras de mismo Otaiza en cierta entrevista suya que recuerdo entre brumas.
! Razón tiene Séneca cuando sentencia que su librito Los Aforismo de oro (s/f) que: Muchas cosas hay aún que carecen de nombre, porque la vileza cunde; y también que: en las grandes desgracias siempre faltan lágrimas, y al camarada Otaiza nunca terminaremos de llorarlo de manera suficiente
Nos ha dejado pasmados la noticia de su muerte y a quien una vez, por cierto, saludamos aquí en Barquisimeto; ahí en la famosa Esquina de la Francia, frente al Teatro Juárez, en la carrera 19 con 25, por un evento que había allí y conversamos unos instantes con Otaiza; después nos topamos con sus producciones intelectuales en la Plaza de los libros usados, en la carrera 19 con la calle 23 y corroboramos algunos datos sobre su formación académica en la solapa de uno de ellos y en un testimonial del mismo Dr. Luís castro Leiva ; su nombre se nos hizo más cercano con la referida conversación breve y también por el testimonio de nuestro colega, el Lic. Roberth Torres, profesor de Educación Física de la escuela Bolivariana Rafael Urdaneta del caserío La Unión, municipio Urdaneta, estado Lara, quien nos contara que conoció al Teniente Eliecer Otaiza cuando prestara el Servicio Militar Obligatorio y lo describe como un soldado patriótico, disciplinado y buen deportista.
Finalmente, y aunque parezca impropio citar una ranchera en estos momentos y no una extensa parte de un texto ensayístico suyo de las muchas páginas que escribiera, diremos de Eliecer Otaiza aquello de cuántas luces dejaste encendidas y nadie podrá apagarlas, ya que el pueblo venezolano en su inmensa mayoría sigue el pensamiento del Comandante Chávez; ya que recordando a Mario Sambarino la cotidianidad moral del Capitán Eliecer Otaiza estuvo enmarcada en la tradición heroica, aquella que habla del arrojo asombroso y cuya narrativa está marcada por la realización efectiva de principios universales como libertad y dignidad personal y del Estado-Nación , pero donde siempre va aparecer desvelada su estructura es aporética y dialéctica, esto es, sometida a las contradicciones que permiten elaborar nuevas síntesis; en una lucha constante y es por esa línea que apuntan los texto de Otaiza, en lo que se podría llamar, forzando la cuestión, sus escritos de juventud, pues apenas alcanzó la madurez en el marco de la lucha política en Venezuela; pero a su muerte, esos libros como otros de sus hijos, le sobrevivirán y convendría vollver a leer y estudiar por estos días, como homenaje a su memoria. Por eso habría que decir, Camarada Eliecer Otaiza, ¡Presente y siempre consecuente!