La gente decente que acude a las cinco de la madrugada a formar las colas para las compras en la isla de Margarita siente el impacto terrible de un comando de mujeres, en su mayoría gordas, amachadas, feas y vulgares que se hacen llamar "las arrechas de Achípano", "las arrechas de Los Cocos". Este combo fatídico aparece entre las siete y media y ocho de la mañana, justo antes del comienzo del dispendio, sin respetar derechos ajenos ni protestas, quejas ni reclamos. Este combo de la muerte se lanza a ocupar los primeros puestos, empujando, derribando personas, profiriendo groserías y peor aún, amenazando con caerles a tiros a quienes se les enfrenten. Igualmente dicen estar dispuestas a apuñalear a quien sea.
El asombro pasa a tragedia cuando los funcionarios de la Guardia Nacional y los agentes de Inepol (el Instituto de Policía estadal, órgano dependiente de la gobernación del estado Nueva Esparta) se dejan escupir las caras con esas bachaqueras, y hasta hemos presenciado las sendas cachetadas que reciben de estas locas maniáticas. Este comando actúa sin piedad, sin remordimientos y sin sentido de civilidad. En la cola del supermercado Sigo, en el Centro Comercial Sambil del municipio Maneiro, una de las bachaqueras amenazó con "matarle el sute de un coñazo" a una señora encinta, con aproximadamente seis meses de gestación. La señora, con dignidad y valentía, la encaró. Entonces la bachaquera achipanera o de cualquier otro barrio deprimido de la isla, le propinó un puñetazo furioso en el abdomen, cayendo de rodillas la pobre embarazada ante gritos de dolor y lágrimas de privación.
Alguien llamó urgente a una ambulancia y se la llevaron supuestamente al hospital Luis Ortega de Porlamar. Al rato apareció una comisión de la Guardia Nacional integrada por unos imberbes recién graduados que no alcanzan a los veinte años de edad. Estos jóvenes inexpertos y temerosos no hicieron nada. No detuvieron a la agresora, quien sólo por intento de homicidio calificado, ante más de setecientos testigos, debería estar presa. Suponemos que la señora perdió el bebé. La escena fue macabra. ¡Cuánto dolor señores!
El gobernador del estado Nueva Esparta debe demostrar carácter y bríos para darle una solución definitiva a esta grave irregularidad. Es su responsabilidad. Ese comando de bachaqueras está plenamente identificado por la comunidad, por usuarios de los supermercados Sigo Sambil, Rattan Hipermarket, Rattan 4 de Mayo, Central Madeirense Jorge Coll y avenida Bolívar, Unicasa del Centro Comercial AB, FarmaAhorro de la avenida Aldonza Manrique, Mercal de Pampatar y Makro, así como por el personal que ahí labora. Este combo macabro recorre todos estos sitios cada mañana, causando estragos y disponen de cédulas de identidad falsas con las terminaciones de cédula de cada día: 0 y 1 para los lunes, 2 y 3 para los días martes, 4 y 5 para los miércoles, 6 y 7 para los jueves, 8 y 9 para los días viernes. Incluso, revenden el kilo de leche en mil bolívares ahí mismo, delante de toda la gente. El día sábado es peor su actuación. Otras veces venden los cupos de las colas en quinientos bolívares. Estos comercios tienen cámaras de vigilancia. Todo queda registrado, señor gobernador. Es fácil identificarlas y aplicarles todo el rigor de la ley, pero sin miedo, sin cobardía, sin blandenguería.
El comando de bachaqueras viste de licras negras y ropa de asalto. Son todas mujeres pero suelen aparecer apoyadas por unos malandros mal encarados que ya mataron a un señor en Rattan hace poco menos de un mes. Son asesinas y asesinos pues lo gritan a todo pulmón a su llegada a las colas. "Estamos armadas y si alguien nos echa vaina les caemos a tiros". Ante este tipo de confesiones a boca jarro, los pasmosos Guardias Nacionales se hacen de los oídos sordos, como figuras de cera, como muñecos pintados de verde oliva, y en general sentimos una gran vergüenza por el triste papel con que representan a nuestra Fuerza Armada.
Gobernador Mata Figueroa evítenos presenciar esta humillante demostración de debilidad, de inutilidad, de falta de cojones de nuestra Guardia Nacional, y en igual medida, de esos policías también recién graduados que mueven los ojitos como perros en autopista, sin ningún sentido de sus deberes y responsabilidades. La ley es muy clara en eso de la tenencia y porte de armas. La ley es muy clara ante la agresión física al prójimo y el intento de homicidio. La Ley es muy clara ante la violación de los derechos humanos. La Ley es muy clara ante el irrespeto del ciudadano a la autoridad del orden público.
Basta de cobardía. Basta de ineficiencia. Envíe usted, en correspondencia con los demás órganos competentes del Estado, a un fiscal del Ministerio Público y algún representante de la Defensoría del Pueblo, con un camión jaula o patrullas grandes, con funcionarios entrenados en la refriega del orden público, en lugar de esos guardias y policías imberbes que están pendientes del celular y del trasero de las damas de paso, y no de su trabajo. No tienen cojones para hacerse respetar y meter presas a esas delincuentes convictas y confesas. Demuestre usted, gobernador, que sí tiene la capacidad y la voluntad de acabar con ese bochorno.
La gente decente, la gente educada, la gente tranquila y pacífica se lo reconocerá. Además, asista usted en persona y dialogue con el público en las colas, sin miedo, que nadie lo va a agredir, y dígales que usted necesita de nuestra colaboración para erradicar la violencia física y sicológica de las bachaqueras de Achípano o de Los Cocos. Al margen de que provengan de esos sectores deprimidos y pobres de nuestra isla de Margarita, caracterizados por el crimen y las drogas, no nos merecemos su matraca, sus empellones, sus cochinadas verbales y sus intentos de muerte.
¡Respeten al pueblo margariteño, nojoda!