La crueldad tiende a la perfección.
Un ejemplo iluminado con luz negra: las migraciones masivas hacia Europa. Resumo ocho millones de historias:
Huyen de varias guerras provocadas por potencias occidentales, con hambruna, destrucción que les dejó sin vivienda, sin trabajo, sin familia porque les mataron un tío, su mamá, su hija, tres sobrinos, despedazados. O mutilaciones, desastres emocionales, devastación de bienes culturales, sin educación, sin hospitales. Tampoco hay medicinas. El tejido social y sus pactos de convivencia fueron desbaratados. Los mercenarios y paramilitares imperialistas, de los cuales el Estado Islámico es el más vistoso, hacen que los combates no tengan límites humanitarios. Secuestros, desapariciones, bombardeos. No hay agua ni electricidad ni nada.
Huyen millones, lo más sensato en quien no está combatiendo. Familias enteras, con bebés, tercera edad, embarazadas, gente herida, con años de sufrimiento apelmazado, encallecido, imborrable, que no hay siquiatría que cure. Con enfermedades y mutilaciones. Con ese equipaje encaran semanas y meses de migración irritante, extenuante. Hambre, agobio, peligro, si no mueren por el camino ven morir, tal vez parientes. No es simpático ver morir, sobre todo trágicamente. Las chalanas sobrecargadas se vuelcan en medio de gritos de naufragio y criaturas perdidas en la zozobra. Quienes sobreviven quedan con varios traumas, recargados por la pérdida de alguien cercano. En medio del éxodo se exacerban rivalidades violentas decretadas por la sobrevivencia y la urgencia, por dos mendrugos, por medio vaso de agua, por un calmante. Todo problema pequeño se vuelve gigante. Enfermarse es una tragedia. No hay cupo para accidentes. Y hay que arrostrar a los traficantes de gente. El gobierno danés lea quita lo poco que llevan. Tacañería delirante.
Y al llegar solo hallan maltrato, hacinamiento, incertidumbre, racismo. Es cuando la crueldad alcanza su perfección porque las élites que maltratan migrantes son las que provocaron las guerras que originan esas migraciones. Crimen perfecto. El ser humano sí es perfecto.
Ten cuidado, porque todo eso procuran para ti quienes dirigen la guerra económica, por las mismas avideces de allá, porque padecen la misma miseria moral.