La fiscal de hierro entró a Miraflores

A pocos días de que la fiscal general de la república , Luisa Ortega Díaz, implosionara la arrogancia del poder político, oponiéndose con valentía al dislate del Tribunal Supremo de Justicia de dictar las sentencias 155 y 156 , que afecta la A.N , han sido esgrimidas varias especulaciones, sin embargo las más desatinadas, y hasta risibles, han sido las de la oposición, que ha llegado hasta la imbecilidad de suponer que todo se trata de una confabulación entre el presidente Maduro y la más alta representante del Ministerio Público. Por supuesto , sin que dejemos pasar por alto, todo lo expresado por un chavismo sinfónico que no acepta la más mínima discrepancia, como si discrepar no fuese precisamente uno de los más arraigados valores de la democracia, que es lo que supuestamente algunos de ellos dicen defender.

La torpeza política en la que ha incurrido cierta vocería de la oposición en situaciones tan neurálgicas como la que se produjo a partir de la impávida y contundente respuesta de la fiscal general, deja en evidencia, y al desnudo, la incapacidad de esa vocería opositora para interpretar con tino lo que al parecer está ocurriendo en el contexto político actual.

Seguir analizando todos estos fenómenos bajo la rígida aplicación de un manual foráneo y descontextualizado , o desde una emocionalidad enfermiza y visceral, es ignorar que a partir de la llegada de Chávez al poder cambió radicalmente la manera de hacer política en Venezuela, y que no hay formula convencional que valga a la hora de intentar descubrir lo que pudiera estar emergiendo en el seno de la opinión pública nacional.

Utilizar los medios de comunicación, y básicamente las redes sociales para banalizar, ridiculizar y tratar de restarle trascendencia ética y constitucional , a los expresado de manera oportuna y responsable por esta digna representante de un poder autónomo del estado , sobre todo en un momento coyuntural para la paz y la estabilidad de Venezuela , es sencillamente un gravísimo error político.

Por supuesto que la reacción de Luisa Ortega Díaz no es para nada ajena a sus funciones, ni mucho menos a sus derecho de disentir como ciudadana venezolana , solo que algo que debería ser habitual y cotidiano en democracia , se convirtió en algo escandaloso e incómodo, quizás porque el presidente Maduro estaba acostumbrado y hasta desprevenido, a la sumisión de altos funcionarios de su gobierno que temen criticar y contradecir decisiones de estado, pero, sobre todo, a la inercia de algunos altos representantes de los poderes público que prefieren adoptar la máxima francesa: "laissez faire, laissez passer" ( dejar hacer, dejar pasar).

Indudablemente que la polémica intervención de Luisa Ortega Diaz,más que generar un "impase" como se apresuró a calificarlo el presidente Maduro , coloca una pieza muy importante en el ajedrez político venezolano. Desde que la fiscal general de la república asumió el cargo , ha dado muestra suficiente de su fuerte carácter autónomo y democrático. Lo vuelve a ratificar ahora en una coyuntura decisiva para el país . Su recibimiento apresurado hace pocas horas en Miraflores expresa algo interesante que esta en plena ebullición. . Más allá de las especulaciones la "fiscal de hierro", epíteto este que me regala un amigo, quizás sin proponérselo oxigenó a Maduro, después del extemporáneo dislate político del Tribunal Supremo de Justicia.



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Jhonny Castillo

Periodista, presidente de la Fundación Lectura Crítica de Medios.

 jhocas10@hotmail.com      @heraclitando

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