“No me hables del negro ese que quemaron en Altamira, me interesa es que respondas por qué un guardia dañó la cámara y atacó a un camarógrafo de mi globo patrón”. Así resumo la deplorable actitud del moderador Wladimir Villegas, reclamándole a su hermano Ernesto, Ministro del Poder Popular para la Información, en la entrevista del Lunes 5 de Junio 2017.
Lo que le faltó al empleado del canal favorito del terrorismo, fue aclararle a su hermanito menor, que a estas alturas de la vida, particularmente él, Wladimir, olvidó su afrodescendencia, y que al padre de ambos el muy digno e incorruptible dirigente sindical comunista Cruz Villegas, fallecido hace años, por su labor siempre lo llamaron con respeto y cariño “el negro Villegas”, algo que según el nuevo parámetro politiquero clasista y racista en Venezuela, lo ubicaría hoy entre los que “tienen pinta de chavistas…”.
Deduzco que de allí vino la indignación de Ernesto Villegas, vista en la pantalla televisiva, pues el entrevistador se daba maña para sacar de contexto el objetivo de la invitación, y consumir minutos en formar matriz de opinión acerca de agresiones a periodistas, en lugar de hacer mención y denunciarla debidamente sustentada, entregarla al funcionario y no despachar el objetivo de las 80 muertes a causa del terrorismo nacional en dos meses, cifra que el gobierno valientemente no oculta por cuanto deben conocerse los detalles de los sucesos. Obvio que detrás del luto está la Globoterrorista complacencia con factores del capitalismo salvaje, a fin de derrocar al gobierno socialista bolivariano.
Mi solidaridad con Villegas, el funcionario revolucionario, no es automática, sino que la razón se impone sobre la oscura intención homicida de la justificación politiquera, que ha llevado a algunos y algunas a la traición ideológica, arropados en el buen vestir, la comida gourmet y los exquisitos placeres colaterales de la dolce vita.