Irresponsabilidad criminal

Un muerto diario: este saldo tenebroso de los últimos meses, nos indica que estamos a las puertas de escenarios mucho peores, que ya se venían esbozando desde hace semanas: la guerra civil abierta y un gobierno autoritario que quiere imponerse como sea, más allá de la legitimidad y la gobernabilidad.

Este panorama se ha producido por la interacción simétrica de dos cúpulas políticas que muestran como su rasgo más evidente, una inmensa irresponsabilidad que raya en lo criminal. Desde Weber, padre de la sociología, se sabe que el político, desde el punto de vista ético, se apoya, alternativamente, en sus convicciones y en su responsabilidad. En nuestro país, las dos cosas han brillado por su ausencia, se han derrumbado o, peor, son morisquetas que tratan de simular dos comediantes. Las dos cúpulas se hallan atrapadas por un proceso sistémico que los especialistas en complejidad llaman cismogénesis. Dicho llanamente: es un proceso que se retroalimenta, se amplifica a sí mismo, cada vez más; es una espiral que pareciera no tener posibilidad de detener en su crecimiento.

La crisis de hegemonía, el fracaso en mantener el liderazgo moral y político (e intelectual) en un bloque social que señalara el camino de la vida de la nación, se ha multiplicado por una pasmosa crisis institucional, en la cual ningún actor cree en las reglas, leyes y funciones propias de los órganos del estado, y usa las posiciones adquiridas únicamente para sus fines particulares e inmediatos de dominio, lo cual a su vez se retroalimenta por una crisis de gobernabilidad en la cual, a la terrible ineficiencia e incapacidad de todos los organismos estatales, se agrega una pérdida masiva de confiabilidad en el liderazgo político y, en definitiva, un déficit insoluble de legitimidad. Nadie cree en los Poderes Públicos. Todos son, para la ciudadanía, simples posiciones en la lucha por doblegar al contrario. No hay tribunales confiables, ni dirigentes políticos creíbles, ni funcionarios públicos eficaces. Todo tiende a degradarse en negocio sucio.

Todo esto se agudiza y alimenta, a su vez, por una crisis económica, de la cual nadie quiere asumir la responsabilidad. Si fuera una "guerra económica" habría que reconocer que se ha perdido. Hay que reconocer que no han tenido resultados ninguna de las políticas decididas, desde el cambio dual de la moneda, pasando por los "motores" o "revoluciones" o como se le quiera llamar, pasando por la militarización de la "Misión Abastecimiento" o el control estatal del racionamiento de los productos (el CLAP). Lejos de ese reconocimiento, se siguen elaborando discursos apologéticos, cuya lectura semeja la de un cuento de hadas balurdo, como los que elaboran los del equipo de Serrano mansilla, Luís Salas, Pascualina Curcio y demás, para quienes este país produce lo que necesita, tiene una tasa de productividad óptima, hay alimentos y medicinas, las empresas del estado tienen una maravillosa gerencia, etc. El país de las maravillas. Como el de VTV. Y mientras tanto, en la realidad, la harina de maíz ya casi ha llegado a los 10 mil bolívares, y muchas madres están renunciando a darle leche a sus pequeños. La mendicidad aumenta. Los buscadores en la bsura también. Y, además de la mortalidad infantil, hay cifras ocultas de otras mortalidades por razones de salud.

El gobierno, luego de un período de confusión y desconcierto, luego de la muerte del Comandante Chávez, después de dar tumbos, ha llegado a estacionarse en un plan económico que dista mucho de ser socialista, ni siquiera nacionalista. Después de mamaderas de gallo como la de los billetes de 100, llegó a una política por la cual quiere pagar como sea una horrorosa deuda externa, sin siquiera revisar su legalidad, y que compromete, además de a las futuras generaciones de venezolanos, en primer lugar, a la principal industria del país, hoy por hoy, cerca de ser la exclusiva fuente de divisas, para una economía que vive de las importaciones, porque su parque industrial está casi en ruinas. El gobierno quiere entregar nuestras riquezas mineras a las transnacionales, mediante contratos donde actúa como parte la empresa de los militares (cosa inconstitucional también, de paso). Todo está listo para las Zonas Económicas Especiales, con facilidades para el capital transnacional y suspensión de los deerechos laborales, al estilo maquila china. Nadie pregunta, como en otros momentos, dónde están los reales, los miles de millones de dólares que entraron al país y que se fueron a cuentas en el exterior de empresarios de maletín y funcionarios que evidentemente le facilitaron la renta que se llevaron, la que se establece en la diferencia entre el dólar prefeerncial a Bs 10 y el paralelo a Bs. 7000.

La política, con sus falsas épicas, es una distracción, un engaño, un simulacro. La oposición nunca ha tenido más política que la de tratar de derrocar al gobierno y así, justo cuando cobraban el descontento por la crisis económica, en las pasadas elecciones parlamentarias, en lugar de proponer un diálogo nacional para salir de la grave situación, se embarcaron en una política subversiva, frente a la cual el otro polo comenzó por designar a toda carrera unos magistrados militantes para, en la primera oportunidad, evitar en Venezuela, a toda costa, lo que llamaron "golpe parlamentario" en Brasil.

Desde entonces, la política se convirtió en la pantomima de unos payasos peleando por el poder para sus particulares intereses. Un toma y dame irresponsable, donde la única golpeada es la Patria. Con una maniobra de tribunales penales y un CNE ya desacreditado, desvirtuaron la posibilidad democrática y constitucional de un referndo revocatorio, mecanismo avanzado de la demcoracia participativa de nuestra Constitución. El retardo en atender los preparativos de las elecciones pendientes, evidenció que el gobierno se negaba a convocar unas elecciones que las sabía perdidas. Luego, el intento de un diálogo fracasó también por un juego de maniobras mutuas, que ha culminado en el lamentable episodio de la convocatoria espuria de una "Constituyente", frente a la alocada convocatoria a una "rebelión", donde estimulan el sacrificio inútil de unos jóvenes envueltos en una falsa charla épica, de superhéroes, y a unas elecciones generales que violarían la Constitución.

La convocatoria a la Constituyente, primero, es un acto de burda demagogia. Ni la crisis económica, ni ninguno de los graves problemas sociales del país, se resuelven sólo pro constitucionalizar algo tan limitado como las misiones, políticas pensada en su momento para atender emergencias sociales y que, al paso del tiempo, fueron abandonadas por una gestión deficiente y sin control. En segundo lugar, la convocatoria violó el principio constitucional de la progresividad del derecho, alproducir una situación irónica en la cual se pudo una consulta democrática mediante refeerndo basándose en la Constitución de 1961, pero se le impide con una Constitución supuestamente mucho más progresiva en cuanto a derechos, aparte de definirse como demcorática participativa. En tercer lugar, las condiciones comiciales son completamente injustas, aparte de inconstitucionales (no figura en ningún aertículo de la Carta Magna), alestablecer, a la manera de Mussolini, los sectores corporativizados, y una representación por municipios que permiten más representantes a los territorios menos poblados, sin siquiera la representación proporcional de las minorías. A ello se le suma, la burla de las postulaciones de muchos leales militantes, ilusionados por una oportunida de participación, como las que se le han negado en todos estos años, ahora burlados por la imposición como candidatos de los mismos bate quebrados de la burocracia cívico-militar que han mal gobernado este país.

Un muerto diario. Una Constituyente a juro que concentrará el Poder Absoluto, sobre todos los poderes públicos, con purgas y más presos con juicios sumarios por tribunales militares. Una Constituyente convocada para hacer demagogia y para destituir una Fiscal que tuvo el atrecimiento de tomarse en serio la institucionalidad y defender la Constitución de 1999. Los peores escenarios de guerra civil y gobierno autoritario, lamentablemente se están realizando. Y siguen las maldiciones mutuas. ¡Santa Simplicidad!!

Cuentan que cuando llevaban a la hoguera a Giordano Bruno, lo pasearon por una calle llena de gente sencilla, pobre, miserable, que le gritaban maldiciones que aprendieron en la Iglesia de los curas inquisidores. En primera fila, cuando le metían fuego los verdugos de la Inquisición, estaba una señora, una dulce señora, que le llevaba dulcitos y comida casera, que le daba consejos, que le hablaba de las tradiciones de su tierra. La anciana era la primera en insultarlo, vejarlo, maldecirlo con los más zahirientes epítetos. Al verla, ya con las llamas creciendo, el ilustre hereje, le dijo, dulcemente: ¡Santa Simplicidad!



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Jesús Puerta


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