Los huérfanos que Óscar Pérez deja

Hay que ver que este es un país bien trillado de inconformidades que inquietan a relevantes como a inmisericordes figuras del deporte político de jugar con tantos ratos de pendejadas juntas, que justifican a su modo de ver, lo que no debería ser, pero como ellos lo piensan y después lo vomitan así debería ser que, si a ver vamos, según esa cepa de criticones inconformes, Venezuela y el mundo han perdido lo más noble como revolucionario que ha salido de las filas de la oposición que, le tenía los días contados al presidente Maduro bajo su nobleza de actor bien ilusionado con la causa-efecto de los pobres, y no como terrorista como lo quieren ensalmar, al achacarles a los cuerpos de seguridad del Estado que, mejor lo hubieran dejado vivo y que colocara las bombas que les diera las ganas sin importar que hubiera muertos, pues los muertos los debe poner el gobierno, así sean chavistas o no y, la vaina seguiría en espera.

Han matado a un líder que no tenía nada que enividiarle ni al Che, ni a Fidel, qué va, éste era un líder extra moderno como le gusta a la MUD, etiquetado de hacer obras de caridad a favor del pueblo en que disparaba, pero no a matar, sino para alertar que el gobierno estaba matando al pueblo, mientras que Óscar Pérez los protegía con intención de bienestar, ponía su vida en peligro por una causa justa de salir de Maduro, como siempre ha querido la MUD, pero no ha tenido bolas, para echar adelante los planes que otros les planifican bien sea desde Colombia como de los EEUU, y ahora están muertos de rabia al quitarles del medio a un demócrata revolucionario que jugaba con las ideas de menos plomo y más unión que eso de matar es de terroristas violentos, enfrascados en exterminar todo, que amenazan y actúan, pero Óscar Pérez no, atacaba sin matar que era su mejor arma de ganar adictos contra el régimen.

En las redes sociales hasta se habla de traer al Papa desde Chile a que venga a velarlo como un santo más que nos acaba de caer de las inquietudes del desvelo, y que nos ayudará amortizar nuestros problemas sentimentales que ha dejado una muerte no anunciada que clasifica ahora al país como un país de locos que no sabe: qué lo bueno, qué lo malo y, lo peor muere de angustia al no saber ni lo uno ni lo otro, pero lo justifica cada quien a su modo y, eso se llama consideración de perversidad democrática, sea o no sea, pero es bueno y como bueno se queda del lado que se esté, es decir, que en Venezuela hemos llegado a que lo injustificable es lo justificable, y así seguimos adelante, que el que no dice nada, o calla, no sabe lo que se pierde al poner en peligro su ingenuidad de no opinar.

Somos especialistas en la discordia de lo ajeno, todo lo bueno de ellos y lo malo para otros, siempre serán una farmacia sin remedios, pero el fin acá no justifica los medios, vivimos erróneamente esperando que otros nos salven sin que metan las manos en la candela que el que se quema es bien pendejo como atorado, al no medir las consecuencias que entran por una sola calle, la que usted escoja, y así llega lejos, que no es así que es así y, allí está el meollo, que si no es hoy será mañana y, sino pasado.

Que Óscar Pérez murió con las botas puestas dicen unos alebrestados, otros lo contrario que no lo dejaron dialogar que, en vez de oírlo y aceptarle sus propuestas, la vaina hubiera mejorado, pero no, una cayapa con premio como trofeo de caza, y lo peor está por venir cuando la comunidad internacional se manifieste y salgan a relucir los derechos humanos y, cuando Santos diga que eso jamás ha sucedido en Colombia que allá la muerte es la vida que, nadie atenta contra nadie, seremos el paquete que el mundo espera para desenvolvernos de malvados criminales y, más si Trump que anda metido en un mierdero internacional se sacuda lo que viene es más que hediondo.

Ojala que llueva y escampe, porque de lo contrario, la muerte de Óscar Pérez, será nuestra entrega a la maldición inalcanzable de "crea fama y échate a dormir" que en nada nos favorece y más ahora que de muerte se trata de un santo: apostólico y romano que sólo le gustaba jugar con las armas y con los helicópteros como en una serie de terror sin terror, más bien de publicidad de atrapa escuálidos, y que los malvados están del otro lado y como adecos no pensamos, porque entonces cabría la frase romulera: disparen primero y averigüen después que, como fea y ordinaria ha quedado como una afrenta a los derechos humanos que los adecos practicaban antes.

Muchos serán los huérfanos que con razón o no, Óscar Pérez, deja cuando él descansa en paz con el fusil de su gracia de haber alterado el orden constitucional en el país, al proponerse jugar con las armas de la sin razón a favor de la oposición que ahora quiere diálogo.



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Esteban Rojas


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