¡Dispara, que aquí hay un hombre!
Che
Antes de iniciar éste post señalo, tengo la enorme fortuna de ser hijo de dos guerrilleros que combatieron desde los primeros días de la lucha armada comunista en Venezuela, que mis tres hermanos mayores formaron parte de la Juventud Comunista de Venezuela -cuando esa organización hacía algo- y más de una vez sevieron involucrados en acciones de desestabilización hasta que cayeron, dos de ellos el 27-F de 1989, y la última por delación de un camarada que entregó a todo un colectivo armado en el Lidice de mi infancia. Señalo también que creo en la lucha armada y en los ejércitos populares, que durante muchos años he portado franelas de Ilich Ramírez "Carlos" así cómo he organizado encuentros para promover su mensaje, y que mi segundo hijo portará el nombre Fabricio Ernésto.
Teniendo todo eso en cuenta toca escribir sobre lo que ya todos han hecho, la muerte de Oscár Pérez.
No se trata de abordar un tema trillado y llover sobre mojado. Por el contrario, nos gustaría señalar un aspecto que quizá no se ha plasmado por cuestiones éticas o por miedo a el rechazo del lector, el aspecto ético del combatiente armado.
La lucha armada es valida y va más allá de la moral burguesa que impera en países como o el muestro.
El combatiente armado debe estar dispuesto a sacrificar su vida por la de la causa qué defienda.
Los familiares de un combatiente armado no deben ser involucrados en las decisiones de éste, por consiguiente es incorrecto, éticamente hablado, usarlos para manipular la opinión publica.
Un combatiente armado debe promover su causa, jamas su figura.
El heroísmo individual está estrictamente prohibido.
Se debe ganar la simpatía de la población.
Jamás se debe atentar contra la población, la guerra contra el estado no es contra la nación.
La lucha armada no es una caricatura.
Toda acción de un combatiente armado tiende al fratricidio, por lo cual, esta vía solo debe abordarse cuando no hay más opciones de hacer política, por lo cual, un combatiente armado, es un estudioso de la filosofía política.
El pequeño Action Man solo contaba con dos factores de esta escala de valores, la simpatía de una buena parte de la población, y la absoluta validez de su decisión por tomar las armas contra el Estado. De resto, este hombre estaba totalmente extraviado.
No se puede cuestionar su habilidad militar ni tampoco su determinación. En cambio si de la poca capacidad dialéctica del individuo, de sus métodos psicopáticos, de la megalomanía palpitante y de la ridiculización del combate como elemento político.
Existen lineas muy delgadas entre la valida lucha armada, el terrorismo, y la chapuza. La primera tiende a involucrar causas nobles o al menos carismáticas, tanto que unen a poblaciones a esta y se conforman los llamadosejércitos populares, como el Cristero, la antigua FARC, o el Viet Cong. La segunda es una organización con mucho poder económico, mucho poder de fuego, pero pocos militantes, por lo cual, para poder tomar poder, o hacerse notar, realiza ataques indiscriminados contra la población ajena al conflicto, cosa impensable en un ejército popular. La última está en el medio, no representa nada realmente pues carece de algún medio que la catapulte a ejército popular o a grupo terrorista, o simplemente no hay voluntad de hacerlo. Este señor y su grupo se encontraban justo allí, en la chapuza.
Volvemos a señalar, no se puede desprestigiar las acciones militares del grupo de Pérez, más similares al Terrorismo que al combate armado tipo ejército popular. En esta ocasión se escribe sobre aspectos éticos de un combatiente armado.
Un grupo armado que ataca en un días día a dos edificios públicos -a pesar de que al parecer se trataba de granadas del tipo aturdidoras y que los edificios atacados tienen tanto concreto armado que los daños fueron ínfimos-, que toma un cuartel militar, que goza de apoyo popular, que se plantea ataques destructivos y destruir un estado, no puede simplemente ridiculizar todo el esfuerzo militar con malas películas, con selfies, con pésimos vídeos en youtube, buscando la gloria individual por sobre la de la causa, tomando cuadros del enemigo y tirándolos en el suelo buscando más un orgasmo colectivo que una declaración enfática como hicieron las tropas del ejército rojo con las banderas e insignias de las SS tras la toma de Berlín, convierten en chapuza todo esfuerzo.
Para hacer más claro este panorama, podemos citar la megalomanía de Pérez quien más que buscar una rebelión, parecía buscar ser reconocido como un auténtico héroe de película de bajos presupuesto. Y claro, la última oleada de mensajes y vídeos que constituyeron su última acción en vida.
Se debe ser y parecer. No se puede llamar en un momento a la destrucción, a la rebelión, a la lucha armada, y luego, rogar o similar rogar por tu vida. Es ridículo, grabar videos y subirlos a internet mientras te atacan o negocias una rendición, más si en esos vídeos hablas a la vez -sin mucha elocuencia- de lucha popular mientras tus soldados gritan fingiendo, que se quieren rendir y que hay mujeres y niños en una "concha" como si se pudiera insultar la inteligencia del lxs ciudadanxs. No puedes dramatizar hasta lo patético, con sangre en el rostro, casi llorando, cuándo tomaste un cuartel militar, palabras menos, no se puede ser verdugo y pedir clemencia.
Es necesario también preguntase cuan poca importancia le da el Estado a la formación política de sus hombres de armas. ¿cómo es posible que se hubiere invertido tanto en la formación militar del señor Pérez y no convertirlo en un fanático al menos de la figura de Hugo Chávez? Nuestro socialismo parece ser tan endeble que no se ha logrado crear un ejército sagrado -ni imaginarnos queremos de lo que pasa en las policias-.
También toca preguntarse qué carajo tiene un opositor de renombre en la cabeza, para ligarse a un grupo de corte terrorista y hacer de un megalómano -probablemente excelente combatiente-, que fue capaz de grabar un vídeo con sangre en la cara en lugar de organizar una defensa decente, y que, más allá de todo, atacó a un grupo de civiles en una fiesta.
En estos días nos hemos encontrado con opositores que hablan de Pérez y lo elevan a Chávez tras el 4-F o al mismísimo Che. Con cierto rubor de moral revolucionaria, creemos que si bien toda comparación es odiosa, esta es ridícula. Chávez, quien falló en Caracas se rindió sin tramas, su llamado de televisión fue un llamado a deponer las armas y a evitar más fratricidio. Decir Che, y Oscár Pérez en la misma oración, es absurdo por lo cual, no pretendemos abordar si quiera, una comparación mínima.
Dicen que Cicerón al momento de morir demostró plenamente su valor escolástico y abrazó la muerte con la dignidad que ni el Julio Cesar de Shakespeare pudo. Sabemos que en Allende luchó con un casco de acero y un rifle, dejando un gran mensaje, momentos antes de suicidarse. La lucha armada es digna, no debe ser convertida en una caricatura, un luchador armado ama su causa, vive para la causa, no pretende ser la causa. Al final del día, hay varias alamedas esperando ser abiertas, quizá no las caminemos, pero recordemos, en Valhalla no hay espacio para los cobardes ni chapuceros.