El remordimiento de Ramírez

Mi palabra

"Los remordimientos enseñan a morder."

Friedrich Wilhelm Nietzsche

Me he convertido en un "asiduo" lector de Rafael Ramírez, pero no vayan a creer, que soy masoquista, ni nada parecido, porque en verdad se necesita mucha paciencia para meterse en el enmarañado palabrerío de este señor, quien ha dado grandes demostraciones para evadir las acusaciones sobre su responsabilidad en la corrupción que se estaba devorando a PDVSA. Sin embargo, el que está pecando en cualquier palabra, se les escapa una ingenuidad, sin estar frente a un detector de mentiras, cayendo en las eternas contradicciones, sin dar la cara, dándosela de víctima.

Todos los extensos escritos de Ramírez, se han convertido en un jugueteo con la mentira, y hace, como los bandidos de las antiguas películas del cine mexicano: se aparece de vez en cuando, en medio de la oscuridad de sus comunicados, justifica sus fechorías, y vuelven a su escondite, lo que ha llamado un exilio; nada tan falso, porque no es por motivos políticos; la verdadera causa: acusaciones por corrupción, y eso amerita investigaciones. Desde el mismo momento, que salió a la luz pública la cantidad de casos, en los cuales se encuentra involucrado, se dedicó a defenderse–tiene todo el derecho– poniendo en práctica un dicho muy popular: "la mejor defensa es un buen ataque" en este caso, entre más veneno lleva, mejor todavía, y por supuesto no es cualquiera, el que se está defendiendo; estamos hablando de Rafael Ramírez, quien llegó a convertirse en el todo poderoso gerente de PDVSA, con grandes deseos de ser candidato a la Presidente de la República, hasta el preciso momento, cuando escuchó la voz del comandante Chávez, designando a Nicolás Maduro.

Todo parecía muy bien llevado, por el señor Ramírez, hasta que se le cayó la careta, al salir electo Nicolás Maduro. Últimamente se ha convertido en un orientador, dando explicaciones para salir de la crisis; algo parecido a un manual infantil, que por momentos nos lleva por un mundo de fantasías, como si estuviera sumergido en un profundo sueño, lejos del capitalismo, y más apartado aún del imperialismo, sin las amenazas de Donald Trump, la OEA, y sus perritos falderos. Cuando lo leo, me da la ligera impresión, que no aprendió absolutamente nada, al lado del comandante Chávez, y menos aún, entendió el paro petrolero, y toda la guerra, cuando tuvo que enfrentar a los enemigos internos, y externos.

Son tantas las contradicciones en las que cae, tratando desesperadamente de aportarle a la jauría de la derecha, y al gobierno de Trump, para sabotear las elecciones del próximo 20, que, en todos los escritos, no encontramos lo que llaman los lingüistas ¡falta de sindéresis! ¿Cómo es eso, que las próximas elecciones se parecen a las de la IV República, sin el bipartidismo? Entre otros disparates, se atreve a decir, desde su escondite atacando la campaña electoral: ¡no hay emoción, no hay pasión! Esta apreciación muy lejos de la realidad, nos dice, que no le queda otra, sino echarse una "revisadita", porque el entusiasmo del pueblo en los actos es impresionante, y por supuesto: no hay pasión, porque no hay sufrimiento.

A medida que reviso el último capítulo del ataque a Nicolás Maduro (Después de las elecciones) encuentro tantas falsedades, propias de la desesperación, comparables a las utilizadas por el jefe de propaganda nazis; transcribo un pequeño párrafo para permitirle a los lectores, comprobar la mal intención, o contrariamente la ingenuidad de este señor: "La campaña dirige mensajes que destruyen la conciencia, se promete la prebenda, la salida fácil y la revancha contra un enemigo inexistente" Lo que deja ver, que el gobierno, está enfrentado algo invisible, emulando a Juan Hilario, en la leyenda del "silbón"; ¿Quién puede creer, lo que dice este señor? Pero para no dejarlo en el aire, sin paracaídas, le aconsejó que no se detenga en su aspiración e "inspiración" después de las elecciones, porque nada se detiene, y el pueblo está aprendiendo a luchar en medio de las grandes dificultades, y amenazas del imperialismo, el verdadero enemigo de nuestro país, atraído por el petróleo, tan vital para la economía de los Estados Unidos, como los títeres que le sirven de propaganda.



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Narciso Torrealba


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