La respuesta es para morirse de un susto. No esta otra que, no es nada importante para el mundo, mucho menos para la Organización no gubernamental Foro Penal de Alfredo Romero, que vive de lo mejor, percibiendo muchos dólares, ¿y de quién?, para decirle al mundo delante todos los micrófonos que los medios le pongan al frente, para que con programada voz de disertador que, para eso cobra, con cara de sueño y preocupado por su trabajo -si eso es trabajo- manifieste, incómodo quizás, sus desavenencias trágicas con el régimen actual que tenemos en Venezuela y, sin que una lágrima corra por sus pálidas mejillas, aunque lleno de dolor y penas: suelte, no tembloroso, pero sí adolorido: en todo el territorio nacional hay en total: 790 presos políticos. ¿Anjá, onegista, y porqué están presos? En vez de andar por el mundo disfrutando a todo dar sin preocuparse por nada como lo hacen entre tantos, Rafael Ramírez y Julio Borges.
Y, lo que destartala al mundo y lo sume de indolencia es que esa cifra, posiblemente se pierde de vista delante de la suma total de todos los presos políticos de todo el mundo. Has de creer Sancho, diría don Quijote, ¡qué joder con esos venezolanos!
Ahora la otra noticia, nada importante, que le resbala a, Alfredo Romero, que ni lo sabrá, ni le interesa, ni le quita el sueño, es, que en el mundo hay: más de 100 millones de personas pasando hambre. Una pequeñez que no le hila el estómago al Foro Penal -ni le va ni le viene. ¿Y estarán entre esa hambruna los 790 de Alfredo Romero como presos políticos?
Y Alfredo Romero, como todo un buen mágico de losuperfluo, sin llorar, pero apenado y afligido de vergüenza sui generis le envió la información al secretario general de la OEA, para su verificación y certificación, que sin decirle, espera por, tíreme algo. Y sabrá, Alfredo Romero que Venezuela está de paso por la OEA y, que Almagro no tiene nada que ver con este país, ¿o es qué acaso, ese es, su financiador? Bueno, lo cierto es que, actuó de buena fe, sin ser político, ni estúpido, ni está preso.
En Venezuela debería de existir un organismo que se ocupe de orientar a los políticos, para que sean felices, tal como se hace en Harvard con los futuros profesionales que los inyectan de un curso de más sabiduría para que sean felices en el ejercicio de sus profesiones que, sin Trump haber pasado por Harvard, mantiene a su pueblo feliz en contra de todo el mundo y, acá como tercermundistas no aprendemos, menos podemos enseñar, para que a los políticos no los metan presos, y Alfredo Romero, sabe el porqué y, en vez de prestarse a agarrar lo que le tiran por su tan encomiable trabajo, en superación como un doctorado a su benefactora posición, debería dedicarse a darle cursos de felicidad a los políticos venezolanos que aspiren llegar al poder, que hasta un premio nobel de la paz como tantos famosos que han quedado como Obama, Juan Manuel Santos, él pueda emularlos y, a lo mejor, no habría en lo adelante presos políticos que tengan que ver con Almagro y, todos, incluyendo a Alfredo Romero como su benefactor, serían felices, sin odiod, ni rencores, ni vacíos de honradez.
Y, como hombre feliz, Alfredo Romero, se alejaría de seguir dando, ese conjunto maléfico como perturbador del mundo, de presos políticos venezolanos que como hormigas se multiplican y siguen arrasando de buen modo, que en ninguna otra región los hay y, preferible es pasar hambre que ser preso político, dos palabras odiosas que, hieren en el alma a los dueños del Foro Penal, pero que le dan paz, una gran paz, y muchos dólares, a Alfredo Romero. ¡O, no!
Así nacen los grandes luchadores del mundo, los preocupados, los servidores, los creadores del bien, bien, no los Trump, que imponen, que no meten a nadie preso, que dialogan y ponen a girar el mundo de buenos sentimientos, que no tienen presos políticos, ni a ningún país pasando hambre, mucho menos velarlos para enterrarlos. ¡Ay Sancho, quien no trepa, monta, y la inocencia se encarama en vuestros corazones! Diría, don Quijote.