Soy de los padres que se levanta todos los días contento porque tengo hijos,están vivos. Siento que son tan frágiles como preciados, pero debo dejar que den sus propios pasos y tomen sus decisiones.
Cuando estaban recien nacidos, me despertaba a revisarlos para ver si estaban respirando, idiotez que tal vez nunca se me quite porque me da miedo que un día no lo hagan.
Antes de ser padre no podía imaginarme que hubiese una alegría más grande que vivir con mi esposa. Luego ella trajo a un ser luminoso al mundo que me alumbra las mañanas y no se acuesta si no le doy un beso. Es una niña.
Tengo un hijo que tiene un corazón enorme, es desparpajado y alegre. Nos damos unos abrazos de oso o de gorila y nos palmeamos la espalda como dos amigotes que se encuentran después de mucho tiempo sin verse.
Los oriento, los reprendo, los ayudo con sus tareas, los llevo al cine, de compras. Les cocino a ellos y a su madre. Los veo crecer y se que algún día harán nido aparte.
Estoy agradecido de la vida por haberme permitido conocer a mi esposa y a mis hijos. Ojala tenga la dicha de mis padres, que nos han visto hasta ahora con muchas satisfacciones y sin indignidades antes de morir.
Les he sacado los gases, les he cambiado los pañales, he estado en vela durante sus enfermedades, les he curado sus heridas. Una vez en un grave accidente de tránsito que sufrimos, pensé que el varón había muerto y supliqué con todas mis fuerzas al cielo ofreciendo mi vida por la de él.
Acompañé a mi esposa a quirófano cuando dió a luz, filmé las cesáreas. Vi como sacaban a esas criaturitas de su vientre y se la ponían en el pecho mientras ella les echaba su primera bendición en persona. Son cosas que he hecho para apoyar a esta maravillosa mujer.
Pero aun así apenas puedo vislumbrar lo que significa un hijo para ustedes. Ese sentimiento inmarcesible que nace en sus entrañas, que matiza el alba con promesa de cambios y que riega la tierra como un buen aguacero, debe ser respetado y custodiado por nosotros como la patria misma, porque son esos hijos quienes continuarán la lucha y mantendrán vivo nuestro gentilicio. Muchísimo menos puedo entender lo que es para una mujer un hijo muerto.
Respetadísima Iris, no hay mácula alguna en tu acción. Que guarde silencio la canalla. Que nadie ose interpretarte. Que en tu ejemplo tengan la certeza de lo que es capaz una mujer por un hijo y que intuyan de una vez por todas la contundente respuesta que generarán sus estupideces mezquinas ahora y siempre.
Despreocúpense del infeliz provocador, quien se hunde en su propia excrescencia. Que los moscardones mediáticos acudan con fruición atraídos por el hedor, es prueba fehaciente de sus comunes inclinaciones escatológicas y de su impudicia para saciar sus instintos.
A los que dicen que debiste patearlo en los testículos, ¿cuales?
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