Justicia de género: conciliación de la vida personal y laboral

La forma en que se organiza la relación entre la vida laboral y la vida personal de la familia determina tensiones y fricciones que inciden de manera muy fuerte sobre la salud de las mujeres, quienes somos todavía las principales encargadas de la realización de los trabajos domésticos y del cuidado de niños/as, adultos/as y ancianos/as. La organización actual de la vida personal y la vida laboral implica doble y triple jornada para las mujeres, quienes hemos agregado el tiempo dedicado al trabajo remunerado a las labores de género que la cultura dominante nos ha asignado históricamente.

El trabajo de reproducción de la vida humana que implica el cuidado de las personas: preparación de alimentos, higiene del hogar, cuidado de enfermos y prevención de la salud, educación, etc. que se realiza en la intimidad de lo doméstico, es y ha sido trágicamente infravalorado. El valor de los cuidados es invisible para la economía corriente.

Los trabajos de reproducción y de cuidado ampliado de la vida son indispensables, pero no se ven. Hay una multiplicidad de trabajos que van más allá del trabajo remunerado, las feministas hemos acuñado el concepto de “trabajos de cuidados”, donde se incluye el componente afectiva y relacional, el cuidar de otras/os, atender sus necesidades personales, materiales e inmateriales. Existe todo un mundo de actividades humanas, mayoritariamente hechas por las mujeres, fuera del terreno iluminado de los mercados.

El conflicto trabajo-familia se hace más evidente ante los cambios en las formas de familia (el modelo tradicional de familia con padre proveedor, madre ama de casa e hijos corresponde apenas a un 36% de los hogares; es decir, ya no equivale a la mayoría de hogares en América Latina). El trabajo se estructura en respuesta a los intereses y objetivos de un empleado varón que se supone vive dentro una estructura familiar que responde a la división sexual del trabajo: los hombres no han aumentado su cuota de responsabilidad en la esfera personal y las mujeres siguen soportando esa doble carga. En todo caso, la conciliación de la vida personal y la vida laboral sigue pensándose como un asunto privado, y con soluciones individuales o familiares.

El tema y la preocupación por la reproducción de la vida debe socializarse. Se discuten y plantean medidas a nivel nacional o incluidas en demandas sindicales o en contrataciones colectivas para facilitar la reducción del conflicto trabajo-familia, vida personal-vida laboral y para asegurar tiempos y sistemas para los “cuidados”, todos los cuales puede ser agrupados bajo la categoría de “políticas de conciliación o armonización entre la vida personal y laboral”, entre ellas, suelen considerarse soluciones tales como reducción de la jornada de trabajo, horarios flexibles, teletrabajo, etc. Conciliar no es solo un derecho de las personas, sino un factor en el tipo de sociedad del Siglo XXI.

La reflexión acerca de las realidades, posibilidades y desafíos del desarrollo de estas políticas en Venezuela, estará presente en el Encuentro Nacional Mujer, Trabajo y Salud, que se realizará el 29 de febrero y el 1 de marzo, en la UBV, donde se reunirán actoras y actores de instituciones académicas, gubernamentales, de trabajadoras y de la sociedad civil interesadas en la situación de la salud y la seguridad de las trabajadoras.

cem_ucv@yahoo.com


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Alba Carosio

Investigadora del Centro de Estudios para la Mujer

 albacarosio@gmail.com

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