1. Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) no deben liberar a ningún rehén más si antes los presos políticos que Álvaro Uribe tiene en sus cárceles no son liberados y asegurados en países como Venezuela, Cuba, Ecuador Nicaragua o Bolivia. Que Uribe libere a todos, se comprometa a no perseguirlos y luego, sólo después, la guerrilla deberá deshacerse de la basura proyanqui que le queda de rehén, avisando al mundo para que no después sigan inventado triquiñuelas. El gobierno colombiano del paramilitar Álvaro Uribe, con el apoyo total del gobierno de los EEUU, parece haber ganado una gran batalla con la liberación de 14 rehenes; la ganó porque los medios de información, como era de esperarse, aprovecharon poner todas sus noticias para alagar al gobierno asesino de Uribe. ¿Podría esperarse otra cosa de los medios electrónicos mexicanos que siempre han funcionado al servicio del poder económico?
2. Que las FARC no se dejen presionar por nadie, porque si se dejan demostrarán que estaban en la guerrilla sin convicciones profundas. Que decidan internamente sus políticas en función de su realidad, de su fortaleza, de las posibilidades futuras, pero sin bajar la guardia contra todas las calumnias que se han desarrollado en su contra. No deben guardar silencio, no pueden dejar de combatir la intensa propaganda que han desarrollado los gobiernos enemigos al servicio de los EEUU. Si liberan a más rehenes no solo podrían asesinar a todos los presos de las FARC sino que el gobierno podría bombardear sin miramientos toda la zona ocupada por los hombres y mujeres en armas. Habría que exigir a todos los que se llenan la boca pidiendo la liberación de los demás rehenes de las FARC, como la burguesa uribista Betancourt, que exija la liberación de todos los presos políticos que están en las mazmorras para no ser demagoga evidente.
3. La guerra ha divido a Colombia en dos realidades: los territorios controlados por las guerrillas y los grandes centros urbanos cuya opinión pública es formada por los medios de comunicación monopolizados por los grandes grupos económicos. Estos llevan adelante una campaña de desinformación contra las guerrillas que les ha causado más bajas que las hechas por el ejército. Propagan diariamente la imagen de una guerrilla ligada al narcotráfico, deshumanizada, chantajistas, que daña a la población civil. No es extraño entonces que las encuestas concluyan que el 60 por ciento de la población rechaza a la guerrilla. (Ver Martha Harnecker, … Seattle) O sea, la guerra contra las FARC la ganan los medios de desinformación, no el ejército del gobierno armado hasta los dientes. Pasa lo mismo contra los gobiernos de Venezuela y otros países donde las corrientes de izquierda se han fortalecido; pero lo grave es cuando se pasa a la defensiva por miedo a la desinformación.
4. Una opinión pública creada por los medios de información y luego propagada ampliamente mediante encuestas por esos mismos medios, no debe ser tomada en cuenta, sin embargo la izquierda (como en el caso de México) suele arrastrarse ante los medios en lugar de enfrentarlos radicalmente. Luego esos medios se quejarán porque no se respeta la “libertad de expresión”, pero nuestra misión será denunciar y aclarar que las campañas fascistas contra las luchas del pueblo no es libertad de expresión sino querer continuar con la explotación, la opresión y la miseria del pueblo. No son diferencias políticas y filosóficas, sino contradicciones entre monopolios de multimillonarios y los intereses del pueblo, mismos que la izquierda debe defender. La libertad de expresión debe ser apoyada sólo cuando los más poderosos quieren acallarla, pero nunca cuando se dedica a propagar campañas venenosas contra las luchas del pueblo.
5. La prensa, como señala Harnecker, nunca informa sobre aspectos positivos de las organizaciones guerrilleras. Jamás informaron de las propuestas que las FARC hicieron para erradicar los cultivos ilícitos de cocaína, que incluye un plan piloto de sustitución de cultivos en el municipio de Cartagena de Chairá (productor del 90 por ciento de la cocaína del departamento de Caquetá) que costaría sólo 10 millones de dólares. El proyecto que fue elaborado con la participación de las poblaciones de la región y que el gobierno ha ignorado. La realidad es que para el fascista Uribe “el único guerrillero que reconoce es el guerrillero muerto”. Sin embargo todavía hay izquierdistas oportunistas o ilusos que quieren que se liberen a los rehenes, aunque asesinen luego a los presos políticos de las FARC y bombardeen los campamentos. ¿Se olvidan acaso cuando Fujimori asesinó a los guerrilleros peruanos mientras los entretenía con negociaciones?
6. Las FARC están vivas, fuertes y actuantes. Algún día los izquierdistas apantallados por los medios de desinformación, por los gritos de Uribe y las amenazas de Bush, reconocerán estos errores de aconsejar liberar a todos los rehenes y disolver la fuerza guerrillera. Harnecker escribe: “Toda figura pública que aparece ligada a la guerrilla es blanco inmediato de los paramilitares. Una generación entera de activistas: 4 mil cuadros de la Unión Patriótica (frente político propiciado por las FARC en 1985 como parte substancial del proceso de diálogo que entonces se llevaba adelante con el gobierno de Belisario Betancourt) fueron asesinados”. En Colombia, sobre todo después de la instalación del llamado Plan Colombia, que autorizó a miles de miembros del ejército yanqui a pilotear aviones para bombardear la selva, lo guerrilleros no tienen margen alguno para confiar. Hay que crear una opinión internacional que los favorezca.
7. Lo que deben hacer los presidentes de Venezuela, Cuba, Ecuador, Bolivia, Nicaragua, etcétera es exigirle al fascista Uribe que libere a los 900 o más presos políticos de las FARC que tiene en sus mazmorras y pedirle a las FARC que hagan lo mismo con sus rehenes. ¿Cómo pueden garantizar que los guerrilleros le entren a la vida política pública sin que sean asesinados como en 1985, siendo el gobierno de Uribe un gobierno militarista? Pienso que si alguien no puede ayudar por circunstancias muy concretas de gran nación, por lo menos que no perjudique ante la opinión pública mundial. Los medios de información son en Colombia, Venezuela, México y en todas partes, propiedad de poderosos millonarios transnacionales. Deben ser combatidos por ser instituciones al servicio del sistema capitalista de explotación. Quizá la prensa impresa pueda salvarse, pero los medios electrónicos (radio y televisión) deben enfrentarse hasta derrotarlos.
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