Sábado, 15 de agosto de 2015.- Sentir que se es testigo de un hecho histórico es una sensación que produce mucha adrenalina y sentimientos encontrados. Esas emociones, ya las habíamos sentido cuando fuimos también testigos en aquél juicio histórico de julio del 2011, que se le hizo a Sabino Romero, en el Tukuko, Sierra de Perijá, cuyo lapso duró casi 24 horas initerrumpidas. En esa ocasión acompañamos al Cacique y a su familia, cuyo veredicto fue la absoluta inocencia de Sabino. De allí salimos con él y su familia, hambrientos y escasos de dinero, caminamos hasta llegar a una bodeguita donde comimos lo que pudimos, una hogaza de pan entre muchos y un refresco compartido para calmar la sed después de tan ardua jornada, sin embargo, íbamos felices por aquella callecita con el Cacique, Lucía, Sabinito, Mirian, Isidro, Briceño pequeñito y nombres que se le pierden en la memoria. Él caminaba libre, su pueblo lo encontró inocente de todos las acusaciones y los verdaderos culpables dijeron la verdad en aquella madrugada, sin luz, entre las siluetas de madres con sus niños sentadas en el piso del recinto que sirvió de tribunal al juicio indígena.
Después de cuatro años, nos encontramos en otro juicio, al que nunca hubiéramos querido asistir, al juicio del asesino material del cacique Sabino. Ayer viernes 14 de agosto en el Tribunal 17 de 1ra Instancia de Caracas, se hizo justicia, luego de una larga cadena de impunidad hacia los yukpa. Entramos a la sala un aproximado de 24 personas, de un lado se encontraban los afectos al acusado y del otro, los amigos de Sabino, representantes de movimientos sociales, de la Defensoría del Pueblo, caras conocidas a lo largo de este extenuante juicio. Afuera, se encontraban estudiantes y movimientos con pancartas, quienes han mantenido viva la llama de esta lucha a lo largo de 364 días, ganándole al cansancio, a horas sin comer. Al entrar los alguaciles nos mandaron a apagar los celulares, nos prohibieron utilizar las cámaras, grabaciones de ningún tipo, ni tomar notas, así como mantener silencio absoluto durante la audiencia.
La Jueza,entró aproximadamente a las 3 de la tarde, acompañada del secretario y ya en el recinto se encontraba, el fiscal de la causa, el acusado junto a su abogado defensor, quien trató de introducir antes de la sentencia, un documento que dijo haber olvidado, y a quien la Jueza, recordó no haberlo dado a conocer en el lapso establecido, por lo que procedió a llamar a una testigo por parte de la defensoría que no aportó nada significativo al caso, seguidamente el abogado defensor y el fiscal, expusieron cada uno, durante 15 minutos sus argumentos ante la audiencia, luego el abogado solicitó otro tiempo para exponer y el fiscal respondió a algunos señalamientos irrespetuosos de parte de la defensa hacia la familia Romero Martínez y a la audiencia que acompaña a las víctimas de este caso. Posteriormente la Jueza dió un receso de 30 minutos, antes de dar el veredicto y la sentencia. Al salir, el cuñado de Ángel Romero comenzó a lanzar improperios y amenazas a los compañeros y amigos de Lucía y Sabino, por lo que tuvo que venir la guardia de seguridad a poner orden en el pasillo.
Durante ese descanso, nos llegó la información de las amenazas de muerte recibidas a través de mensajes de texto, contra Maite García de la Asociación de Protección de Familiares Victimas del Sicariato, si se sentenciaba a Ángel Romero Bracho. Lo que evidencia los largos tentáculos de los poderosos ganaderos del Zulia involucrados con el sicariato.
Al concluir la media hora, ya todos en la sala, sin la menor duda, la Jueza declaró culpable a Ángel Romero Bracho del asesinato bajo la forma de sicariato que le segó la vida al ciudadano Sabino Romero. Es pertinente acotar que la Jueza a través de un razonamiento jurídico impecable, demostró haber estudiado a fondo el caso, a pesar de las dudas expresadas por el defensor.
Ahora se presenta una nueva etapa de este proceso judicial del asesinato de Sabino Romero Izarra, quien en diferentes ocasiones declaró sobre el precio que le habían puesto a su cabeza, así como la certeza de que lo asesinarían, como en efecto ocurrió. Los otros asesinos, los autores intelectuales continúan libres a pesar de haberlo mandado a matar por sicarios que hoy se encuentran convictos y confesos.
La justicia, no sólo debe extender su mano para alcanzar a los otros asesinos de Sabino, también deben ser abiertos los casos de crímenes cometidos contra miembros de la comunidad yukpa, que hasta donde tenemos registrado,comenzó en el año 1995, con la Masacre de Kasmera, en donde caen asesinados, Felipe Romero, Carmen Romero y José Vicente Romero. En septiembre del 2005, asesinan al dirigente Yukpa Arístides Maikishi, continuando con el asesinato a palos del anciano padre de Sabino, José Manuel Romero quien es mandado a ejecutar por sicarios en septiembre del 2008, presuntamente, por el ganadero, Alejandro Chávez Vargas. Otro líder yukpa, Alexander Fernández, hijo de la cacica carmen Fernández y compañero de Sabino en la recuperación de tierras, es secuestrado, torturado y vilmente asesinado junto a su hermano José Luis Fernández y Leonel Romero. En junio del 2014, el día martes 24 matan a otro hijo de Carmen Fernández, Cristobal Fernández de 19 años de edad, producto de golpes con fusil propinados por guardias nacionales. Estas muertes se encuentran aún impunes, esperando que la ley proceda y se investigue, detengan y juzguen a los autores materiales e intelectuales de estos delitos perpetrados en la Sierra de Perijá.
El 14 de agosto de 2015, debe ser reconocido como un día histórico para la lucha y defensa de los derechos humanos de los indígenas en Venezuela. Es el inicio para concienciar y reconocer la larga deuda histórica que tiene el Estado con nuestros pueblos originarios. Tal vez, ese es el legado y la tarea que nos deja Sabino.
Al salir de la última audiencia, varias personas de movimientos que acompañaron esta lucha, se acercaron a la Plaza Bolívar para rendirle tributo al cacique Sabino Romero
Lucía Martínez, viuda de Sabino, declaró emocionada, por hacerse justicia acerca de esta decisión del Tribunal que condena al acusado a la pena máxima por asesinar a su compañero de vida
Lusbi Portillo, uno de los grandes e incansables luchadores de esta causa, nos habla sobre la inmolación de Ángel Romero Bracho, de no confesar acerca de los autores intelectuales, los que le pagaron para matar a Sabino, que lo lleva a cumplir esta condena de treinta años, quienes, prosigue deben ser detenidos y llevados a juicio, en la siguiente fase. También habló sobre el asesinato de Cristobal Fernández, hijo de Carmen "Anita" Fernández, quien era uno de los más importantes testigos en el asesinato del Cacique.
Reinaldo Fernández, activista wayuu, expresa que el poder judicial, a través de la Fiscalía y el Juzgado hicieron valer la Constitución con esta sentencia y es una acción que demuestra, con esta condena de treinta años, que se debe respetar y valorar la vida de un ser humano.