El pueblo venezolano está indignado. Esta es una aseveración que podemos hacer con firmeza sin tener una encuesta en la mano. La rabia es tan grande que a veces se siente un profundo dolor inconsciente, indefinido y de angustia por la impotencia de no poder hacer nada contra quienes diariamente nos humillan, nos agreden y nos maltratan con esta hiperinflación salvaje, inhumana y catastrófica. Esa es la verdad, las mayorías empobrecidas están bravas y descontentas con la guarimba económica que la estrangula.
Uno de las consecuencias de la guerra que sufrimos es haberse puesto más en evidencia el fenómeno de la desigualdad entre pobres y ricos. Las mayorías desposeídas apenas sobreviven dignamente con la ayuda social del gobierno a través del carnet de la patria, el CLAP y las medidas que aplican los organismos competentes contra el bachaqueo, la corrupción, el contrabando de extracción y los ataques contra la moneda. En contraste con ese pueblo digno, las minorías dominantes, explotadoras, oligárquicas, dueñas de los medios de producción y distribución integrantes de las mafias económicas, con la complicidad de algunos funcionarios públicos de la quinta columna contrarrevolucionaria, toda esa especie humana de la burguesía venezolana y sus servidores, lejos de estar descontentos, se aprovechan de la situación para ganar más y esperan, llenos de gozo, que los trabajadores indignados se revelen contra el gobierno amigo que les tiende la mano solidaria.
La singularidad de la revolución bolivariana es su carácter pacífico y electoral en convivencia con el sistema capitalista que intenta desmantelar utilizando sus propias armas. En estas condiciones pacíficas y democráticas no es fácil implantar un modelo económico alternativo al neoliberalismo. La sola intención política de los bolivarianos ha bastado para desatar la guerra que enfrentamos con la tremenda problemática que al luchar contra el capitalismo, en su mismo terreno, alguna gente, sin profundas convicciones revolucionarias, se empantana y no avanza en el proceso transformador por quedar atrapada en la arena movediza del afán de lucro.
Este 20/M el pueblo, armado de la formación política y de la conciencia revolucionaria que le ha dado este proceso de lucha emancipadora, va a derrotar la nueva guarimba, esta vez económica, en la cual se encuentran agazapados los mismos que la dirigieron en su fase, ya derrotada por la Asamblea Nacional Constituyente, de violencia callejera con trancazos, quema de seres humanos y bienes públicos.