Culmina el año 2024 en medio de una creciente tensión política que genera incertidumbre social y económica. El 2025 se vislumbra muy complicado porque factores políticos internos y externos siguen jugando a la desestabilización institucional. Tampoco hay certeza de lo que pueda ocurrir de manera inmediata con la producción de PDVSA porque todo depende de las Licencias Petroleras otorgadas por EEUU a empresas transnacionales y la decisión de un nuevo gobierno que anuncia cambios en su relación con Venezuela. La dinámica política nacional e internacional definirá las perspectivas del nuevo año.
En medio de la intensa crisis política y la persistente inflación, la economía venezolana cierra el 2024 con un crecimiento de 6,2% del PIB que disminuiría al 3,1% en 2025, según las estimaciones de la Comisión Económica para América Latina –CEPAL-. Quizás esta proyección sirva para entender porque el Presupuesto Nacional del Año Fiscal 2025 solo se incrementó en 10% en relación al 2024 que había experimentado un aumento del 51,2% con respecto al año 2023. Estas cifras de la macroeconomía demuestran que el país está saliendo de la recesión, pero a un ritmo muy lento en comparación con la drástica caída de la economía nacional con la hiperinflación y la parálisis del aparato productivo.
Las expectativas de crecimiento económico generadas con la flexibilización de las sanciones contra el país, ahora están condicionadas a la decisión de Donald Trump y su equipo de gobierno. El dilema de "máxima presión" o "negociación pragmática" con el Gobierno de Venezuela se convierte en un obstáculo para la reactivación del aparato productivo y la recuperación del Estado de Bienestar Social y, al mismo tiempo, constituye un mecanismo de presión de una oposición que sigue esperando las instrucciones que le impartan desde Washington.
El clima de tensión política y presión internacional ante la juramentación de Nicolás Maduro como Presidente de la República aumenta la incertidumbre económica y precipita la "brecha cambiaria" con un dólar que acelera la inflación, disminuye el poder adquisitivo de la población y ahuyenta la inversión del capital internacional. La oposición se diluye en este juego perverso que oscurece las perspectivas económicas del año 2025.
Es necesario comprender que tanta tensión política e incertidumbre no permite distinguir los matices de la realidad que nos rodea y este riesgo aumenta cuando la población no recibe respuestas oportunas a sus problemas. Decaen las expectativas y surgen inquietudes que generan temor colectivo por lo que pueda o no ocurrir. Las reiteradas elecciones anunciadas para el nuevo año no alcanzan para convertir la tensión política en sana convivencia democrática.
En este contexto nacional, las perspectivas económicas del nuevo año anuncian un apreciable crecimiento de la economía (PIB), ampliación de la "brecha cambiaria", un discreto aumento de la inflación, producción petrolera incierta, mayor recaudación fiscal y disminución de las posibilidades de recuperar la capacidad productiva de las Empresas Básicas. Será un año complicado que exige un gran esfuerzo colectivo.
Las perspectivas del año 2025, reafirman la necesidad de un "Nuevo Consenso Social", soportado en los postulados de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, para garantizar la paz, la estabilidad institucional y avanzar hacia la recuperación económica del país.