Quizás para otros países
del mundo lo que se ha denominado “universidad” no esté en crisis
y por ello es que no se conozca de movimientos contestatarios
trascendentales
que traten de cuestionarla en profundidad. Pero en nuestro caso,
Venezuela,
si amerita con urgencia un movimiento radical
orgánicamente constituido que acompañe una revolución democrática
que comenzó a transformar hace una década la vieja institucionalidad
política y social de nuestro país por nuevas estructuras de
poder estatal y social en el que el pueblo es considerado, no
un invitado de piedra, sino un sujeto real, activo y protagónico.
La historia de apenas 10 años
(aproximadamente) de revolución bolivariana ha contribuido a
agonizar la muerte de lo que se nos ha impuesto como “universidad”.
La crisis “universitaria” es tan grave que ni siquiera tiene
sentido “reformarla” , “renovarla” o “adecuarla”, se trata
es de crear otra o sino transformarla completamente.
No obstante una propuesta
de tinte radical, de transformación universitaria pasa por trazarse
una metodología que, en primer lugar, haga un esfuerzo por caracterizar
la “universidad” que aún tenemos, conocer su génesis histórica
y determinar qué intereses defiende y ha defendido en el transcurso
de la historia.
En este sentido debemos
comenzar
indagando cuándo y de donde nos viene el concepto de “universidad”.
Para empezar el nombre de universidad que la tradición
católica asignó a las casas de estudios superiores en el siglo
V (otros dicen que en el siglo XI) es el mismo que la
razón ilustrada en el siglo XVIII decidió continuar
y mantener como válido y extenderlo a todas las naciones del
mundo. Todavía a finales del siglo XX la razón neoliberal
conserva el nombre de universidad a las instituciones que imparten
educación a “nivel superior”. De acuerdo con esto la universidad
es una sola en todo el globo, la cual su propósito es servir a los
intereses del gran capital transnacional.
Es bueno destacar que la
universidad surge para homogenizar las ideas del momento histórico
en un conocimiento universal a objeto de lograr una hegemonía
cultural en beneficio las clases que ejercen el poder económico
de la época. Así por ejemplo la universidad en los tiempos de tradición
católica impuso la idea de que la tierra era el centro del universo,
es lo que conocemos como la teoría geocéntrica. Esta teoría era esencial
para imponer el derecho divino o razón divina como núcleo epistémico
del pensamiento filosófico. Quienes osaban oponerse a este razonamiento
de la tradición iban a para a la hoguera, tal como le ocurrió
a los propulsores de la teoría heliocéntrica.
Del mismo modo con la
revolución
francesa se busca la homogeneidad del pensamiento para beneficiar ya
no a los reyes católicos de la edad media, sino para la clase burguesa
emergente. El método que la lustración escoge o adopta para
conocer, lógicamente no va a ser la razón divina
sino la razón científica.
Para nadie es un secreto que desde 1790, cuando comienza la edad de
la razón la ciencia adquirió un poder hegemónico para tratar de
imponer una verdad absoluta en detrimento de otras verdades presentes
en diversos grupos humanos en todas las sociedades del mundo.
De acuerdo con esto, los demás conocimientos que no sean marcados con
el sello del método científico serán tildados de vulgares.
En la época neoliberal la pretensión de uni-versalizar
el conocimiento, lejos de flexibilizarse, va imponerse con más fuerza.
La razón tecno-científica va a estar dirigida a construir la
idea de un mundo o aldea global, que a juicio de los críticos se trata
de un sistema mundo o sistema capitalista en su fase imperial.
Ahora bien todos los intentos
de construir un nuevo modelo de universidad han dejado intacto su
esencia
universalizante. El movimiento estudiantil reformista de
Córdova
en argentina en 1917 se pronunció contra la estructura tiránica de
la monarquía, es decir contra la universidad tradicionalista de la
edad media, en todo caso criticaban a la ciencia que pasaba
desapercibida
ante los acontecimientos del momento. El movimiento que se dio en
Francia
(denominado el mayo francés) que aquí conocimos como la Renovación
cuyo epicentro fue la UCV sólo exigía una reforma liberal en donde
se planteaba mayor representación estudiantil ante los organismos de
cogobierno, así como la autonomía universitaria ante los gobiernos
dictatoriales de la época. Todos estos movimientos “contestarios”
nunca discutieron la posibilidad de transformar radicalmente el concepto
de universidad.
En tal sentido de nuestro
movimiento
de contestación cultural que en estos momentos insurge desde las
llamadas
alma Mater tiene que ir más allá de lo que se llamó REFORMA
de Córdova y superar lo que conocimos en el 68 en la UCV como la
RENOVACIÒN universitaria, en este caso proponemos que este
movimiento asuma la bandera de REVOLUCIÒN POST UNIVERSITARIA O
CONTRAUNIVERSITARIA
o cualquier otro denominación pero nunca universitaria, porque ello
significa, en cierta forma, asumir conceptos de una antigua “institución
educativa” que queremos destruir, cuando lo que está planteado es
crear otra institucionalidad totalmente nueva, de cara a las
transformaciones
sociales que impulsa el pueblo venezolano.
(*) Docente investigador unellez
franc2604@hotmail.com