La palabra “huelga” viene del verbo holgar que significa estar ocioso, no trabajar. Puede referirse a estar sin trabajar, o a la paralización de la jornada laboral por parte de los trabajadores. Holgar proviene del latín follicare (jadear), referido al caminante que se detiene para recobrar energías.
Para los revolucionarios, huelga es una palabra sagrada, arma de la clase trabajadora contra la explotación del capital.
Hambre en cambio es sinónimo de carestía de alimentos. Es el deseo primario de consumir energías para vivir, y es, socialmente, la traducción de la miseria a la que el sistema condena a las mayorías.
Universidad viene de unus, que, al igual que universo, denota unidad o asociación. Universitas es la comunidad que busca una meta común.
En mis tiempos de estudiante en la Universidad del Zulia, no teníamos comedor. Las hambres eran muchas. Franz de Armas, médico brillante y excelente persona, siendo un destacado líder estudiantil, almorzaba mangos en el patio del rectorado viejo.
Nosotros en la Facultad de Economía contábamos con la complicidad de amigos como “Hueso” y “Polo”, siempre dispuestos a fiar y a dar. Secuestrando buses cacharros, varios aprendimos a conducir, porque casi nunca había transporte.
Mi promoción del liceo fuimos 161 invictos, o sea, que nos graduamos sin ir a reparación. Sólo obtuvimos cupo una veintena y apenas nos graduamos en el tiempo previsto menos de diez. Por entonces casi no se hablaba de exclusión.
A comienzos de los ochenta, cuando enfrentábamos la entrega del país y los desmanes de la clase política, la represión dura fue la respuesta de un Estado en completa descomposición.
Varios estudiantes fueron asesinados, y muchos vivimos en carne propia la tortura y la prisión ilegal. Ser estudiante era por lo menos sospechoso.
Las bandas armadas de AD y COPEI, con apoyo de todos los parapetos de la represión, asaltaban el recinto universitario pasándose por la nariz la cacareada autonomía que hoy claman hipócritamente.
Hoy vemos cómo utilizan un grupo de jóvenes derechistas como punta de lanza de una operación desestabilizadora muy bien orquestada por las macabras fuerzas extranjeras que ansían derrotar la Revolución Bolivariana.
El protagonismo excesivo de estos grupos juveniles, rayano en el narcisismo farandulero, no ayuda en nada a dar el debate sobre qué universidad y qué profesional necesita el país para impulsar el buen vivir colectivo.
La muchacha de la voz gruesota se quejaba en estos días del cierre de su comedor en la ULA por desperfectos en la máquina de hacer las arepas. Parece que la pieza dañada no se encuentra en el mercado.
Holgazán es el derivado de holgar que hace referencia a quien abusa del descanso y gusta vivir sin trabajar.
¿Cómo es posible que en el reino milenario de las arepas, con universidades centenarias que gradúan miles de genios de todo tipo, no haya quien sea capaz de amasar una arepa para estos chicos heroicos?
No nos sirven universidades que gradúen violadores con sotana y birrete, o zamuros traganíqueles con la trashumancia como sueño de vida.
¿Verdad que hace falta otro tipo de universidad?
*Constituyente de 1999
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