Medicina i Ética-parte I

La ética en los estudios médicos i la crisis de las universidades en este caso la del Zulia

I

 La palabra o el término crisis, tiene por lo menos dos grandes acepciones: crisis negativa (como se entiende frecuentemente) i crisis positiva (como entendemos en la ciencia, especialmente en medicina). Por eso, cuando estamos hablando de la crisis universitaria, o la crisis moral o la crisis alimentaria, nos referimos al caos o la desestabilización o desequilibrios que, por diversas causas padecen las instituciones o los países del mundo. Esto lo podemos expresar con datos fidedignos, recogidos por encuestadoras serias, estadísticas bien llevadas o interpretadas i sacando unas conclusiones claras, precisas i sin manipulación alguna, para no engañarnos ni engañar a los demás. Es la palpación, la auscultación, las medidas científicas i la tecnología aplicada a conocer las causas de las enfermedades i su tratamiento, lo que nos lleva a establecer un diagnóstico, en la búsqueda de explicaciones científicas i resolución de problemas. Allí, a partir de la observación, la inducción creativa de hipótesis, la escogencia de las mejores o concretamente la mejor, por pensamiento deductivo vamos a llegar a la generalización del proceso, para verificarlo o corroborarlo, establecer teorías científicas i llegar al conocimiento de nuevos hechos. Eso es una bonita explicación de cómo ha venido funcionando la ciencia con la humildad señalada por Einstein: ir del conocimiento de unos hechos, a los conocimientos de nuevos hechos, para luego continuar la ruta de los descubrimientos científicos. Es el esquema que enseñé por años, i luego de más de medio siglo después, me consigo que, como esquema de ciencia, sigue siendo valedero, aunque se han propuesto muchos otros métodos, i hasta se ha llegado a negar que la ciencia tenga una ruta, un camino o un esquema a seguir, diciendo que no existe método alguno. Todo es azar i necesidad. Empero, el mismo conocimiento científico me dicta ser paradójico, entregar todo al azar. I naturalmente, la medicina dejó de ser superchería, sacerdocio o magia, para enrumbarse por diáfanos senderos, porque es verdaderamente una ciencia. Precisamente se llega con frecuencia a crisis negativas, cuando no se han calculado los pasos a dar, o se ha obviado algo que es imprescindible en el campo científico: la medida en la ciencia, el concurso de esa ciencia quizá la más universal de todas, como son las matemáticas. Este es un tema que estoi tentado a tratar de manera sencilla para mis lectores: qué son i qué no son las matemáticas, naturalmente desde sus raíces, o sea, filosofía de las matemáticas.

 Sin embargo, a lo que quiero referirme es a la crisis negativa de lo éticos en la profesión médica, i el descuido que hace, en el caso que me interesa, la Universidad a la cual entregué toda mi vida intelectual en pleno vigor, siendo recompensado por un decano que luego fue Rector i al que hago merecido honor, el Dr. Rafael Acosta Martínez quien apoyó decididamente mis sueños de fijar la moral profesional en las aulas, como disciplina filosófica, o sea la ética, mejor escrita con mayúscula: Ética. Surgió entonces una historia que he contado a medias otras veces, pues cuando de manera arbitraria en una de las tantas crisis, se eliminó la Cátedra de Sociología Médica que casi me tocó fundarla, en la cual se enseñaba a los futuros profesionales de la medicina, a tratar los pacientes acorde a su situación económico social, i empezó a crecer como un departamento igual que en muchas universidades del mundo con la colaboración de una Socióloga, una Antropóloga i muchas visitadoras sociales, unido todo a otras cátedras especiales, la Universidad la eliminó porque empezaba la aventura mal programada de los Estudios Generales, donde había una cátedra simple de Sociología mui elemental. Al mismo tiempo se improvisaron nuevos disparates entre ellos unos alocados concursos para escogencia de profesores, que es harina de otro costal.

 Como personalmente aspiré al entrar a la Universidad como docente, a una cátedra de Anatomía, el Dr. Enrique Molina, el mejor decano que conocí en la facultad de Medicina, m e propuso una beca para estudiar anatomía en los Estados Unidos, cosa que rechacé puesto que le dije: para estudiar Anatomía, necesito solamente libros i cadáveres, i eso lo puedo hacer aquí. Sin embargo, mis otras inclinaciones culturales –entre ellas a la filosofía, la letras i las artes− me llevaron a proponerle al Dr. Acosta Martínez, la creación de una Cátedra de Ética Médica, que no sabía si existía en alguna otra universidad del mundo (al menos, no en Venezuela) que estuviese situada más o menos a mitad de la carrera médica, cuando ya entraban los estudiantes a tratar con los enfermos en los hospitales, sobre todo para enseñarles como establecer la relación médico-paciente. Además ya empezaba a cursar por mi parte, los estudios universitarios de Filosofía o estaba próximo a graduarme. El Dr. Martínez se entusiasmó con la idea, nos reunimos, la analizamos, hicimos consultas, buscamos opiniones i finalmente se creó la Cátedra de Ética Médica, término que mi profesor en Clínica Médica, el Dr. Augusto León Ch., no le gustaba, sino hablar de Ética en Medicina. Por cierto publicó un buen libro al respecto que me sirvió de texto guía para los alumnos, aunque disentíamos en que él pensaba que la moral i lo ético eran casi la misma cosa i que tenía sus fundamentos en las religiones i las costumbres del hogar, etc. Mi parecer era que constituía una ciencia de lo moral, que tenía la estructura del conocimiento científico i que había tomado cuerpo en el pensamiento filosófico no religioso. Siempre he rechazados las religiones, acogiéndome al pensar de Russell: “todas son falsas y nocivas”. El mundo de hoi lo demuestra.

 Pues bien, se fundó la cátedra de Ética Médica en abril de 1976 iniciada con una Clase Magistral en presencia de autoridades universitarias, Rector, Decano i Director de la Facultad de Medicina, invitados especiales i el alumnado de 5° año de medicina. La clase comenzaba diciendo: “Podemos considerar la creación de la Cátedra de Ética Médica en la Facultad de Medicina de la Universidad del Zulia, como un paso trascendental i cuya intención no sólo es profundamente humanística, sino de alto contenido pedagógico i científico, puesto que ya veremos, no solamente la ciencia en general demanda eticidad, sino que su metodología nos pone en camino de construir con formalidad científica, un criterio ético i una forma de analizar i explicar los juicios éticos”. I es porque la moralidad o lo ético no se memoriza como norma escrita o escuchada, sino que es toma de conciencia para el logro de juicios correctos hacia la bondad i la justicia. Esa clase fue publicada en la Revista de Investigaciones Clínicas, N° 17 (2):70-78, en 1976. I como tantas otras veces lo he dicho o escrito, la Universidad del Zulia se adelantó por dos años aproximadamente, a una resolución de la OMS exigiendo los estudios de ética en la carrera médica, i a su vez la decisión de la antigua, existente i seria, Federación Médica Venezolana, actualmente i desde hace varios años, en manos de una directiva antiética i sin oportunidad de elecciones.

(Continuará).

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Roberto Jiménez Maggiolo


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