Las discusiones
en torno a la necesaria transformación de las universidades venezolanas
siguen estando en el tapete; tengamos en cuenta que estas instituciones
cumplen, o deberían cumplir, un papel fundamental en la generación
de conocimiento socialmente pertinente y en la formación de individuos
útiles al pueblo. De manera que las Casas de Estudios Superiores están
indefectiblemente vinculadas con las necesidades e intereses de la sociedad
y de la nación venezolana, y por tal motivo se comprende la preocupación
que en diversos sectores hay, por ejemplo, ante la limitada democratización
de las universidades.
Dicha limitación
democrática se caracteriza parcialmente por la inexistencia del voto
paritario como mecanismo para la elección de las autoridades universitarias,
y por tanto para determinar el manejo académico y administrativo
de las universidades autónomas. Si bien el voto paritario o igualitario
no garantiza por sí solo el ejercicio pleno de la democracia participativa
en las sociedades que lo practican, es indudable que representa un paso
importante para la consolidación del sujeto político: aquí el voto
de todos los ciudadanos tiene el mismo valor, trátese de un barrendero
con escasos estudios formales, o bien de un doctor en cualquiera de
las áreas del conocimiento académico. Desafortunadamente en el seno
de las universidades venezolanas el voto no ha sido considerado como
herramienta de inclusión política y de participación colectiva en
los destinos universitarios, ni que hablar del voto paritario. En
nuestras Casas de Estudios Superiores sólo se permite el sufragio a
profesores (en realidad a una parte de ellos) y a estudiantes, aunque
el ejercicio electoral de éstos tiene un valor muy inferior al de los
docentes. ¿Y qué pasa con los egresados (los que siguen vinculados),
empleados, obreros y demás miembros de las universidades autónomas?
¿No son importantes para el quehacer diario de las mismas?.
Como se puede
apreciar, una doble irregularidad describe el carácter político excluyente
de las universidades venezolanas: por un lado no todos los integrantes
universitarios tienen derecho al voto, mientras que por otra parte el
valor del voto de un sector no equivale en igualdad numérica al del
otro sector facultado al respecto. Aunque las autoridades universitarias,
numerosos profesores e inexplicablemente algunos estudiantes, empleados
y obreros han tratado de justificar este procedimiento que evidentemente
privilegia al gremio docente, hay diversas razones que sustentan sobremanera
la igualdad del voto no sólo en el caso de los estudiantes, sino de
otros miembros de las universidades autónomas. A continuación reseñamos
algunas de estas razones.
- Las universidades son comunidades. En este sentido valga destacar que el término comunidad hace referencia a “Conjunto de personas vinculadas por características o intereses comunes” (Diccionario de la RAE, http://buscon.rae.es/draeI/SrvltConsulta?TIPO_BUS=3&LEMA=comunidad). A su vez el vocablo deriva del latín arcaico Communis, “(…) palabra compuesta de com + munis que significa ‘corresponsable’, ‘cooperante’, ‘que colabora a realizar una tarea’” (Hispanoteca. Lengua y Cultura, http://www.hispanoteca.eu/Foro-preguntas/ARCHIVO-Foro/Comunidad.htm). De esta descripción etimológica se desprende que en una comunidad todos sus miembros colaboran o cooperan para lograr diversos objetivos comunes; de manera que la comunidad universitaria se caracteriza por la vinculación ineludible de profesores, estudiantes, empleados, obreros, técnicos y aquellos egresados que de una u otra forma continúan ligados al ambiente universitario. En otras palabras, los destinos de las universidades atañen a cada uno de sus miembros, y si bien el aspecto académico es fundamental, las Casas de Estudios Superiores requieren del esfuerzo de todos los universitarios para garantizar su funcionamiento adecuado.
- La capacidad intelectual de estudiantes, obreros, empleados y egresados, aspecto subestimado por numerosos profesores, incluso por aquellos autocalificados como socialistas. ¿Acaso los docentes son los únicos universitarios capaces de generar conocimiento científico?. Pues estos “sabios” desconocen o simplemente dan poca importancia a todas las ideas generadas por los demás miembros de la comunidad universitaria, incluidos los estudiantes; eso sí, cuando algunos profesores consideran que alguna investigación es de su interés, tratan de sacar provecho indebidamente, e incluso obtienen el crédito a costa del esfuerzo ajeno. ¡Vaya mediocridad y parasitismo¡. En este orden de ideas es importante destacar que no pocos empleados y obreros se han esforzado por trabajar y estudiar a la vez, y en el proceso han generado ideas importantes por medio de las tesis de grado y de otras investigaciones. Tristemente algunos siguen creyendo que el papel de los empleados y obreros dentro de una universidad se limita exclusivamente a la labor de oficina y al mantenimiento y limpieza (sin querer menospreciar estas actividades).
- La fortaleza moral y ética de los miembros universitarios no está necesariamente relacionada con el nivel de instrucción. Hacemos mención de este aspecto considerando que algunas “luminarias” del gremio docente han asegurado de forma tajante y sin ningún pudor, que los profesores son los únicos universitarios capacitados moralmente para administrar a las Casas de Estudios Superiores, y por tanto deben ser privilegiados en el ejercicio electoral. En este sentido se ha advertido de manera reiterada sobre la debilidad ética y la inmadurez de los estudiantes a causa de su juventud, y sobre la degeneración que sufren los empleados y obreros en cargos de liderazgo. En parte es verdad lo indicado en esta advertencia, pero también es necesario destacar la integridad y la solvencia moral de numerosos bachilleres y trabajadores, algunos de estos últimos con escasos estudios formales pero comprometidos plenamente con su institución. Por otro lado no se crea que todos los profesores son individuos pletóricos de virtudes, siendo en consecuencia partícipes de irregularidades como las siguientes: concursos de oposición amañados, plagios parciales o completos, maltrato verbal y físico a los estudiantes, ilícitos administrativos y académicos, entre otras (para mayor información consultar a José Sant Roz en su libro “Capos de Toga y Birrete”).
- El voto para elegir a las autoridades universitarias obviamente no puede ser más importante que el voto para elegir a alcaldes y gobernadores, por mencionar dos cargos de representación popular. Recordemos que las universidades públicas son instituciones indefectiblemente sujetas a las necesidades e intereses de la nación, y su funcionamiento interno, si bien con carácter autónomo, debería corresponderse desde el punto de vista político-electoral con lo que sucede más allá de las áreas universitarias. Entonces si para escoger a un alcalde o a un gobernador cualquier venezolano mayor de edad y hábil puede ejercer el sufragio de manera directa, ¿por qué en el contexto de las elecciones de las autoridades universitarias no se otorga tal privilegio a todos los miembros de las Casas de Estudios Superiores?. La respuesta parcial a esta interrogante la encontramos en el complejo de superioridad y en la mentalidad excluyente de quienes dirigen a las universidades. No hay otra explicación racional.
ruhergeohist@hotmail.com