Conflicto es...transformación Universitaria

La Transformación Universitaria es un anhelo, ansiado por los trabajadores/trabajadoras universitarias. Quiénes, más que ellas/ellos, están por impulsar la dinámica revolucionaria que permita a nuestras instituciones universitarias renovarse, colocarse a tono con los grandes cambios que viene sufriendo nuestra sociedad. Así quedó evidenciado, en los hechos que conducirían a la Toma del Salón de Sesiones del Consejo Universitario de la UCV, en marzo de 2001, el apoyo de los trabajadores/trabajadoras universitarias a la acción de la juventud revolucionaria ucevista fue pleno, tanto, que todavía el presidente del sindicato de los trabajadores/trabajadoras de la UCV, SintraUCV, el camarada Eduardo Sánchez, aún padece los rigores de la medida de expulsión, en su condición de estudiante que era en esos años, y el despido como trabajador, ambas medidas sancionatorias, asumidas por la élite profesoral del CU, como medida política, ejemplarizante, para que nunca jamás, se le ocurra a ninguno de los integrantes de la comunidad universitaria, propiciar la unidad obrero-estudiantil y mucho menos, poner en entredicho el orden monárquico vigente en nuestras universidades.

  “La necesidad de cambios profundos ha sido ampliamente  reconocida durante muchos años en la universidad. Se han realizado diagnósticos, se han  hecho evaluaciones, se han creado múltiples comisiones con diversas responsabilidades relacionadas con el cambio. El cambio y la transformación han sido decretados una  y otra vez. Y sin embargo, pasan los años y, en lo fundamental, todo permanece igual. La universidad venezolana, y en particular la Universidad Central de Venezuela, es hoy una institución profundamente conservadora, que habla  permanentemente del cambio, pero que se ha demostrado pesada y resistente a toda alteración significativa de su rutina (…)  La universidad  venezolana, y la Universidad Central en particular, han demostrado hasta el momento ser incapaz de repensarse a sí misma en forma global. Una expresión característica de esta incapacidad institucional para asumir responsablemente los cambios necesarios ha sido la actitud que esta universidad – que todas las universidades – han asumido ante los sucesivos proyectos de ley de universidad que han discutido los parlamentos en los últimos quinquenios. En la defensa abstracta de la universidad autónoma y democrática, los universitarios hemos sido capaces de rechazar, de incluso derrotar políticamente, las diversas propuestas de cambio  en la legislación universitaria…” (La Transformación Universitaria, Edgardo Lander).

  Los diagnósticos y propuestas, son los que abundan cuando se habla sobre la materia, mucha tinta se ha gastado, sin que, al presente, se aborde a una propuesta que logre consensuar las diferencias antagónicas que existen sobre el tema. Algunos/algunas reducen el tema a la elaboración de una Ley de Educación Universitaria, como la derogada en enero del presente año, al ser vetada por el camarada Presidente Chávez, por la Asamblea Nacional. La ministra Córdova, plantea como definición: “La transformación universitaria debe asumirse como se asumió la transformación del país. Eso no se logra en uno o dos años, se trata de discutir enfoques, métodos, temas, técnicas y campos del saber en relación con nuestras realidades y a nuestras necesidades” (AVN, 25-02-2011). Como se aprecia, la ministra ve el problema como algo más complejo, lo equipara con la transformación que ha sufrido nuestra Patria. La Constituyente, luego la nueva Constitución Bolivariana y de allí en adelante, marchas y contramarchas, con un Golpe de Estado, un paro insurreccional petrolero, y demás intentos de derrocar al Gobierno Revolucionario; como se aprecia, un proceso que no está a la vuelta de la esquina, sino que debemos construirlo.

  La postura de las élites profesorales, que dirigen nuestras universidades autónomas, procuran los cambios desde el punto de vista del gatopardo, cambiar para que todo siga igual. Así, lo procuran y un buen ejemplo de ello, es lo que han hecho con las Pruebas de Admisión Internas, ahora la llaman Pruebas Diagnósticas, incrementando su complejidad y costos de presentación, afincándose en la exploración del conocimiento del estudiante, con lo cual, su objetivo se hace más elitesco y restrictivo para los estudiantes provenientes de los liceos públicos, quienes de manera inocente dejan en las arcas universitarias, a manera de contribución, millonarias sumas de dinero. Así, lo reseña Rectorado en Breves, UCV, del 03-06-2011: “Tres domingos consecutivos fueron los días escogidos para realizar las pruebas en el recinto universitario. La evaluación del área Ciencias de la Salud tuvo lugar el 15 de mayo, y en ella participaron alrededor de 10.800 aspirantes. El 22 de mayo se realizó la prueba del área Ciencias y Tecnología, y participaron 12.000 aspirantes. Y, finalmente, el 29 de mayo se realizó la prueba del área Ciencias Sociales, que se aplicó en dos turnos ya que se inscribieron más de 21.000 aspirantes…”, sumen el número de participantes (43.800) y multiplíquenlo por una Unidad Tributaria (76 BsF) y tendrán la millonaria ganancia (BsF 3.328.800,00) que reporta a la élite profesoral gobernante, el negocio, porque en eso se ha convertido, la selección de las nuevas/nuevos estudiantes. Y esa fue la respuesta, que le dieron a la ministra Córdova, las autoridades de la UCV, ante su exhortación de propiciar mecanismos de ingreso a las universidades más justos y democráticos. Cambiar, para que no cambie nada y que todo permanezca igual.

  Cuando hablamos de Transformación Universitaria, sin duda, no podemos dejar de referirnos al tema del  conflicto del poder entre quienes hoy se han adueñado de los organismos de dirección institucional, la élite profesoral,  y  aquellos/aquellas que resisten las arbitrariedades y corruptelas de esa élite: estudiantes, obreros/obreras y empleados/empleadas y grupos profesorales no vinculados a esos grupitos de poder universitario. La democratización de nuestras instituciones universitarias, apunta a dilucidar esa coyuntura, la novísima Ley Orgánica de Educación, resuelve ese dilema sobre la base del voto igualitario de estudiantes, profesores/profesoras, obreros/obreras, empleados/empleadas y egresados/egresadas, para la elección democrática de sus autoridades. En eso, el conflicto actual, que llevan a cabo los trabajadores/trabajadoras universitarias, no ha descuidado esa matriz transformadora, es por ello, que en los recursos contenciosos para impedir la elección de autoridades irritas, contrarias a la LOE, se cuenta, en la primera línea de batalla a camaradas obreros/obreras y empleados/empleadas, ejerciendo los recursos de Ley.

  Pero, los trabajadores/trabajadoras universitarias, actualmente en conflicto, van más allá en su acción renovadora, han puesto en tela de juicio el sistema de injusticia social que reina en nuestras casas de estudios.

  La desigualdad imperante, que se manifiesta en primas desiguales para seres humanos iguales, como el caso de la Prima por Hijos/Hijas para el personal que labora en nuestras instituciones universitarias. Claman los trabajadores/trabajadoras, por la igualdad entre nuestros niños/niñas y  jóvenes, hijos e hijas. Que la Prima de un hijo/hija de un profesor, no sea diferenciada entre sus propios “congéneres”, por llamarlo de alguna manera, dedicación exclusiva (BsF 301), tiempo completo (BsF 201) y tiempo convencional (BsF 105), más diferenciada aún, si la comparamos con un empleado/empleada (BsF  98) u obrero/obrera (BsF 86).

  Un régimen político que discrimina a los niños/niñas, sin duda, es un sistema despreciable, contrario al sistema de justicia y de derecho que propugna nuestra Constitución Bolivariana. Cuando los trabajadores/trabajadoras universitarias, solicitan la homologación de este beneficio, en igualdad de condiciones para todos/todas, propugnan los principios constitucionales de la igualdad ante la Ley, el Socialismo.

  Y pensar, que hay quienes se autoproclaman como revolucionarios, “bolivarianos”, y acusan a quienes luchan por este derecho y  pretenden descalificarlo llamándolos “locheros”, ¿será verdaderamente revolucionario, bolivariano, quien así actúa?

  El Padre Libertador, Simón Bolívar sentenciaba: “Es mi opinión, que el fundamento de nuestro Sistema depende inmediata y exclusivamente de la igualdad establecida y practicada en Venezuela. Que los hombres nacen todos con derechos iguales a los bienes de la sociedad; está sancionado por la pluralidad de los sabios, como también lo está, que no todos los hombres nacen igualmente aptos a la obtención de todos los rangos; pues todos deben practicar la virtud y no todos la practican; todos deben ser valerosos y todos no lo son; todos deben poseer talentos y todos no los poseen. De aquí viene la distinción efectiva que se observa entre los individuos de la sociedad más liberalmente establecida. Si el principio de la igualdad política es generalmente reconocido, no lo es menos el de la desigualdad física y moral. La naturaleza hace a los hombres desiguales, en genio, temperamento, fuerza y caracteres. Las leyes corrigen estas diferencias por que colocan al individuo en la sociedad para que la educación, la industria, las artes, los servicios, las virtudes, les den una igualdad ficticia, propiamente llamada política social”

  Nuestras instituciones universitarias fueron construidas a imagen y semejanza del sistema capitalista cuarto republicano. Con grandes desigualdades en su seno, antidemocráticas, no solo en lo referente a la elección de sus autoridades, sino en lo referente al ingreso de sus estudiantes, y con altísimos niveles de autoritarismo en el ejercicio de la actividad docente, iniciándose desde la  mismo aula de clase, en que el profesor/profesora se abriga el monopolio del conocimiento y el alumno/alumna debe someterse sin chistar. “La autoridad y el poder que se adscribe a una posición de mando tiene su pivote central en el acaparamiento de la información, de manera que el poder se concentra en la medida en que la autoridad conoce las piezas de juego pero no las da a conocer; esto representa una tremenda discrecionalidad que abre las compuertas a la irracionalidad de la aparente racionalidad en que se basan las decisiones que se toman…”(Burocracia y Academia, José Padrón).

  Cuando los sindicatos de obreros/obreras (SutraUCV) y de empleados/empleadas (SinatraUCV), en su conflicto abordan esta temática y plantean que: “no se trata solamente del derecho a voto de los trabajadores, el cual debe ser igualitario o el llamado 1x1, sino que planteamos el derecho a ser elegido tomando en consideración el concepto de la democracia participativa y protagónica del preámbulo de la constitución. No es democracia que nos den derecho a voto si nos obligan o condenan a votar por los mismos de siempre (los profesores) creemos que el derecho a votar lleva implícito el derecho a que podamos ser elegidos, con lo que se golpea contundentemente el modelo es decir la hegemonía de la ideología dominante, que el poder en las universidades los tiene una sola capa, la de los profesores…”(Aporrea, 27-01-2011), lo hacen porque se plantean hacer una verdadera Revolución en nuestras instituciones universitarias. Tanto la derecha fascista, como la izquierda “bolivariana”, los miran con recelos y los tratan con repugnancia, “quitarles el poder a la élite profesoral, por dios, eso no puede ser, fin de mundo!”

  Eso ha llevado, tanto a la derecha fascista como a la izquierda “bolivariana” a la satanización del conflicto  y, con ello, a los trabajadores/trabajadoras universitarias. “Politiqueros”, grita la directora de Opsu, “Saboteadores”, clama la dirigencia aristocrática de Fetrauve; mientras, la derecha, más sutil en su trato, manifiesta apoyarlos siempre y cuando las protestas sean contra los organismos gubernamentales, cuando se hacen en las universidades, allí se les trata de “terroristas”, “chavistas”, hasta el calificativo de “malandros” se les da, si las motos hacen presencia en la actividad.

  En fin, los extremos se tocan, y ambos, oficialistas y oposicionistas, si se trata de los trabajadores/trabajadoras universitarias, no parecen gustarles la idea de tener que compartir la convivencia en sociedad con el factor Trabajo. Se trata, en definitiva, de la contradicción histórica por resolver, entre el capital y el trabajo, entre la burguesía y el proletariado; la cual, solo puede ser resuelta  por el método de la Revolución Socialista, con la propiedad social de los medios de producción social y con la implantación de las relaciones de producción socialista, mediante la Transformación Socialista de nuestras instituciones universitarias. Para hacerlas Democráticas, Populares y Patrióticas, valga decir, con alto sentido de pertinencia social!!! 

Caracas, 5 de julio de 2011

henryesc@yahoo.es



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Henry Escalante


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