Sobre estas bases, es posible impulsar proyectos que hagan de la universidad una institución útil, pertinente, productiva, capaz de avanzar junto al pueblo. Es indispensable que estos proyectos estén conectados con los objetivos históricos planteados en el II Plan Socialista de la Nación y hacer que la integración de la universidad con el mundo del trabajo sea un proceso propio de la naturaleza esencial de la educación y de su determinante impacto en el cumplimiento de los fines constitucionales para la construcción del Estado de Derecho y de Justicia.
¿Cómo hacer para que esto sea así si en las universidades existen concepciones contradictorias sobre la visión de país que se tiene desde el Estado?
Desde la perspectiva del Estado Docente, rector de las políticas públicas, integrador de los diferentes actores sociales, se deberían establecer Proyectos Nacionales en los cuales las universidades tengan su cuota de responsabilidad en el impulso de los mismos. Es hacer operativa la intensión de participación, es la incorporación de hecho en los planes, programas y actividades, es la convocatoria no la invitación a la integración efectiva al desarrollo del país. La incorporación se haría desde los núcleos de trabajo académico en cada universidad según el tema problema de su interés y competencia.
La posición de resistencia al cambio de las autoridades universitarias no puede ni debe ser obstáculo para hacer realidad la incorporación de la universidad en los grandes proyectos nacionales en petróleo, salud, agricultura y alimentación, vivienda, infraestructura, ambiente, cultura, finanzas y demás áreas fundamentales del desarrollo. Desde lo concreto será posible cambiar el currículo para contextualizar la formación de nuestros estudiantes. La transformación curricular se hará en tanto que se alimente de los problemas en la dinámica educativa motorizada por la realidad. Lo contrario es quedarse anclado en la concepción burocrática e ineficiente de los intentos que se han hecho para cambiar el currículo dándole pinceladas que terminan por no cambiar nada.
En este marco de ideas, el saber y el conocimiento tendrán valor social y se constituirán en fundamento para que la ciencia, la tecnología y la innovación estén al servicio de los intereses del país y no al margen o direccionadas en sentido opuesto. Lo reiteramos, es clave, fundamental e indispensable que el Estado de una vez por todas impulse ordenadamente, organizadamente y eficientemente espacios para el encuentro constructivo con las comunidades académicas. Los acuerdos sobre la base de los lineamientos estratégicos de desarrollo nacional en proyectos concretos tendrán una repercusión hacia dentro de la institución universitaria, será la vinculación real de la universidad con el mundo del trabajo y solo así será posible el éxito de la verdadera transformación universitaria.
*Profesor Titular. UCLA
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