A Ministro pa’ soberbio

No hay duda que el Min. Moncada ha dado un golpe certero en la yugular al estado de corrupción generalizada que se vive en las universidades nacionales, exigiéndoles transparencia en sus nóminas, dejando al descubierto no sólo el traspaso de inmensas sumas de dinero cuyo destino o uso es desconocido por todos, sino la irresponsabilidad de funcionarios gubernamentales que por ley debieron, en el pasado reciente, exigirles cuentas a estas instituciones y no lo hicieron, por lo que es hora de que el Min. Moncada ahora nos rinda cuentas sobre las medidas disciplinarias que tomará contra esos directivos de Opsu que permitieron año tras año estas irregularidades, hasta el punto tal, que una Vicerrectora Administrativa admitiera estos hechos como algo normal.

Esta acción de limpieza del Min. Moncada no debe ser aislada, el Estado como un todo debe acompañarlo en esta loable tarea, la Contraloría General de la República, C.G.R., debe reaccionar y despertar; para nadie es un secreto que los órganos de Auditoria Internas de las universidades son mamotretos dirigidos por las propias autoridades universitarias, que lejos de atacar la corrupción se han convertido en instrumentos de perfección del delito; convirtiéndose, los dirigentes de estos organismos en satélites de quienes lo nombran, valga decir: las autoridades universitarias. Es vital, que estos organismo sean dirigidos por personas designadas por la C.G.R. sin compromiso con autoridad universitaria alguna, que no le deban el cargo.

De no actuar el Estado como un todo, y con ellos, acompañándolos, las comunidades de estudiantes, empleados, obreros y profesores, ejerciendo la Contraloría Social; esta acción de limpieza en nuestras instituciones del saber, tenderá al fracaso. Es por ello, que me permito invitar al Min. Moncada a dejar la soberbia a un lado, véase en el espejo del Presidente Chávez, la humildad es un valor fundamental en la actuación de un revolucionario, abrase al diálogo con las comunidades universitarias, imponer su voluntad sin escuchar a su adversario, es un acto contrario a la Constitución, por ende a este proceso.


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Henry Escalante


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