Enero, nos trajo noticias de la “casa vencida por la sombra”, por un lado la inseguridad que azotó con inclemencia algunas áreas de la Ciudad Universitaria, propiciando el debate a lo interno de su comunidad. Por otro lado, una noticia que, leída a primera vista, pareciera altamente positiva: “Fue reinaugurada parcialmente la Biblioteca Central de la UCV, después de haber estado en remodelación durante varios meses para su modernización y adaptación a la creciente demanda de los usuarios. Para el Vicerrector Académico, Nicolás Bianco, esta constituye la fase final de la transformación que aprobó el Consejo Universitario, ante una propuesta de este Vicerrectorado para asegurar el cambio de un sistema de información universitario como lo era el SICHT (Sistema de Información, Científica, Humanística y Tecnológica) a una Gerencia de Información, Conocimiento y Talento. “Dentro de este proceso para la innovación se contempló la renovación y actualización de 4 Salas de Lectura que ahora son de estantería abierta, es decir, las personas una vez registradas, consultan todos los libros que sean necesarios y se sientan o se llevan el libro directamente si lo requieren”, explica Bianco. Señala el Vicerrector que un aspecto a destacar es que se recuperaron paredes, puertas, ventanas y espacios que tenían más de 60 años sin mantenimiento, así como la restauración de los libros más antiguos…” (http://ucvnoticias.ucv.ve/
Aporrea sacaba a la luz una noticia, desde las catatumbas mediáticas: “Desde el pasado mes de julio de 2012, la Biblioteca Central de la UCV permanecía frecuentemente cerrada debido a trabajos de remodelación interna. La falta de protección para manipulación de libros deteriorados, el incorrecto almacenamiento de libros, y una inundación que generó el deterioro de parte de los bienes de la biblioteca, fueron algunas de las causas que generaron que esta semana el Instituto para la Prevención, Salud y Seguridad Laboral (INPSASEL) procediera al cierre temporal de las instalaciones de la principal biblioteca del Alma Mater…” (http://www.aporrea.org/
Alguien, tenía que darnos luces sobre la dura decisión del órgano rector en materia de Seguridad y Salud Laboral en el país. Nos topamos entonces, con las y los trabajadores de la Biblioteca Central de la UCV, quienes nos explican las causas de tal decisión: “A mediados de julio de 2012, de manera inesperada para todos los empleados de la Biblioteca Central, se informó que se comenzarían a realizar los trabajos para la remodelación de la Biblioteca e implementar la estantería abierta por lo cual, todos los aquellos adscritos al Dpto. de Servicios Públicos debían colaborar para tal fin. La colaboración de los empleados y pasantes becarios consistió en trasladar las colecciones de cada una de las salas especializadas (Ciencias Sociales I y II, Humanidades y Ciencias Puras) al piso. A pesar de que gran parte de los empleados, manifestaron el peligro que podía sufrir la colección expuesta a la humedad del piso, el polvo, arena, cemento entre otros agentes tóxicos, derivados de los trabajos que se estaban realizando e incluso, la salud de ellos, tanto las autoridades de la Biblioteca Central como los supervisores de cada sala se limitaron a decir que, no tenía importancia y era una orden del Vicerrector Académico. Llama la atención que los supervisores, en su mayoría egresados de la Escuela de Bibliotecología y Archivología de la UCV y otros, con una larga experiencia en el área, no contemplaran las normas mínimas necesarias para proteger la colección. En diciembre de 2012, los empleados llaman a una asamblea, con los sindicatos (SINATRA y SUTRA), para denunciar las condiciones de trabajo y teniendo en cuenta que ya se encontraban varios de ellos presentando distintas patologías respiratorias y motoras. Aunado al planteamiento de no estar de acuerdo en la forma en que se estaba ejecutando la remodelación, dado que en ningún momento fue presentado un proyecto que avalara la remodelación (…) Además de otras denuncias, tales como, acoso laboral e imposición de una estructura organizativa inconsulta violatoria de la normativa de la UCV. La asamblea en pleno acuerda declarar un conflicto activo y nombra una comisión para sentarse a dialogar con las autoridades. El Vicerrector llama así a los sindicatos y a la comisión, sin embargo, después de cada reunión sacaban un comunicado insultando a los trabajadores de desestabilizadores, conspiradores y negando que las enfermedades fuesen causadas por las condiciones de trabajo, a pesar que fue desde Servicio Médico de la UCV que se solicitó una inspección al departamento de Higiene y Seguridad UCV, la cual determinó que no se tenían los implementos adecuados para realizar ese tipo de trabajo. El Vicerrector Académico, así como todos los que participaron en este daño al patrimonio documental de la biblioteca central del SICHT (autoridades del SICHT, supervisores de las salas, la administradora) deben dar explicaciones a la comunidad universitaria y al país. Tienen que asumir responsabilidades de acuerdo a las leyes venezolanas, por el daño al patrimonio documental de todos los venezolanos y más aún, de la humanidad y por el riesgo a la salud de los empleados y estudiantes becarios…” (Comunicado de las y los trabajadores de la Biblioteca Central, diciembre 2012). Pero, las y los trabajadores de la Biblioteca Central, no se quedaron en la mera denuncia, sino tomaron acciones para que se les oyera, el 03-12-2012 iniciaron paralización de sus actividades y el 18-12-2012, hicieron uso de su derecho constitucional de solicitar ante la instancia pertinente, INPSASEL, inspección de los trabajos que se llevaban a cabo en su entidad de trabajo.
Denuncian, las y los trabajadores de la Biblioteca, no solo afectación de sus condiciones de salud, hecho de por sí, gravísimo y, que debe ameritar las sanciones que contempla la LOPCYMAT sobre la materia, sobre sus causantes y las reparaciones respectivas. Sino que, denuncian trabajadores y trabajadoras, delitos contra el Patrimonio Cultural de la Nación, un libricidio. Nos hablan de las Colecciones de las Salas de Ciencias Sociales I y II, Humanidades y Ciencias Puras, miles de libros, como demuestran las fotos mostradas en la reseña de Aporrea, afectados por las obras de remodelación. “Existen tres formas de "biblioclastia"; es decir, de destrucción de los libros: la biblioclastia fundamentalista, la biblioclastia por incuria, y aquella por interés. El biblioclasta fundamentalista no odia los libros como objeto, teme por su contenido y no quiere que otros los lean. Además de un criminal, es un loco, por el fanatismo que lo anima. La historia registra pocos casos excepcionales de biblioclastia, como el incendio de la biblioteca de Alejandría o las hogueras nazis. La biblioclastia por incuria es la de tantas bibliotecas italianas, tan pobres y tan poco cuidadas, que a menudo se transforman en espacios de destrucción del libro, porque una manera de destruir los libros consiste en dejarlos morir y hacerlos desaparecer en lugares recónditos e inaccesibles. El biblioclasta por interés destruye los libros para venderlos por partes, pues así obtiene mayor provecho…” (Desear, Poseer y Enloquecer, Umberto Eco). Estos hechos, dejan al descubierto al biblioclasta por interés que, en el caso de la UCV, al no tener nada que mostrar en materia de logros académicos en sus cuatro años de gestión, ya vencidos, acude al burdo instrumento de las remodelaciones mal implementadas, a lo mero macho. Bien decía Borges: “cada tantos siglos hay que quemar la biblioteca de Alejandría”, el fin justifica los medios, sobre todo, si se trata de aspirar al rectorado sin obra que mostrar.
La historia de la Biblioteca Central, es la historia de su lucha por sobrevivir a los avatares y abusos del liderazgo negativo, atrás quedaron aquellos primeros años en que se le conocía como “la librería”, situada en un salón estrecho expuesto al humo de la cocina que ha “ennegrecido sus paredes y libros”, era entonces, la vieja universidad de San Francisco. El padre Libertador, Simón Bolívar, no escatimó esfuerzo en robustecerla: "A la Universidad de Caracas se enviarán en mi nombre los libros clásicos, griegos de mi biblioteca, en señal de agradecimiento y respeto por los sabios principios de literatura y de moral cristiana con que alimentaron mi juventud, con cuyos sólidos fundamentos he podido superar felizmente los graves riesgos y dificultades de los presentes tiempos".
Hoy, la Biblioteca Central cuenta con una majestuosa sede en la Ciudad Universitaria de Caracas, todo un edificio orgullo de las y los ucevistas, obra de Carlos Raúl Villanueva. Reseñaba, el Rector Francisco De Venanzi, en su Mensaje al Claustro, Mayo 1963: “El estado de abandono de la biblioteca era de tal magnitud que no disponía de mobiliario adecuado, el salón de lectura estaba ubicado en un local para oficinas, de difícil acceso y el horario que regía, de oficinas también, permitía la consulta de ocho a doce y de dos a seis. Hoy, el público lector dispone de una hermosa sala de lectura y puede realizar consultas todo el día, de lunes a viernes, desde las ocho de la mañana hasta la medianoche, los sábados hasta las ocho de la noche y los domingos a partir de las nueve de la mañana hasta la una de la tarde. (…) A partir del año 1958 la biblioteca dispone de un presupuesto anual para adquisición de nuevo material científico. Desde 1958 han ingresado a la biblioteca un total de 39.848 volúmenes por concepto de compra…” Eran tiempos en que, el liderazgo positivo se posicionaba en la “casa que vencía la sombra”, De Venanzi y Jesús María Bianco, la Biblioteca Central se robustecía con el apoyo brindado por ese liderazgo positivo.
La Asamblea Nacional debe intervenir, investigar las causas que conllevaron a la presumida pérdida de Colecciones. La muerte de un libro nos conduce al memoricidio; las y los trabajadores de la Biblioteca Central, mencionan en su denuncia obras en las áreas de las Ciencias Sociales, Humanidades y Ciencias Puras, una barbarie moderna que no debe quedar impune, de comprobarse su veracidad. El Instituto de Patrimonio de la Nación, también debe acompañar la investigación que abra nuestra Asamblea Nacional. En la guerra de Irak, la barbarie imperialista de EEUU conllevó a la extinción de un millón de libros y diez millones de documentos en la Biblioteca Nacional, según cifras del experto en bibliotecas y consultor de la Unesco, el venezolano Fernando Báez. ¿Cuánto fue el daño patrimonial causado a la Nación en la remodelación de la Biblioteca Central de la UCV? La Asamblea Nacional debe respondernos…
Postscriptum: “¿Por qué el hombre destruye libros, por qué abate la memoria? Mucho se ha dicho pero las certezas son discretas. Se sabe que dicha actividad recibe el apelativo griego biblioclastia (o biblioclasmo) y se define, según el Piccolo Dizionario di Bibliofilia como un "odio, feroce avversione verso i libri, accompagnata da volontà distruttiva. Simile alla Bibliofobia". (De la Destrucción de Libros, Rafael Toriz).
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