I
Estamos de acuerdo. Hablar de transformación universitaria ya es bastante. Se sacude así esa modorra que invade, como nube perniciosa, el ambiente. Las discusiones que se dan son a penas por cuestiones salariales y presupuestarias u otras cuestiones crematísticas. Pero que se hable de transformación universitaria no es igual que ejecutarla en lo concreto. En la práctica de la gestión técnica administrativa, gestión del conocimiento en el aula y en la vinculación con las comunidades. ¿Se hace extensión en nuestras universidades? Además, ¿de cuál transformación es la de que se habla? Todo ello cuestiones que no son tres conchas de ajo, como se dice y hay muchas las variables involucradas. Tradiciones, hábitos o mentalidades producto de una anquilosada práctica burocrática, clientelar y “comodona” en el marco del capitalismo dependiente y de la “democracia representativa” que no han sido superadas, hasta hacer de ello una costra casi impermeable a los vientos de cambio que ha venido introduciendo la revolución bolivariana en Venezuela, desde hace ya buen tiempo en las organizaciones universitarias.
Por ejemplo, uno de los aspectos que se ha introducido viene a ser lo relativo a la rendición de cuentas y la contraloría social, sin que este comentario signifique acusación alguna, ahí se ha avanzado muy poco. La otra vez inclusive el rector de la UCLA, desafío al MPPEU a que revisaran sus cuentas y hasta ahora no ha pasado nada. Puras bravuconadas de parte y parte. Lo que no niega que hay que seguir impulsando esa línea de trabajo. Al respecto el viceministro de políticas estudiantiles o algo así, señaló que “Universidades deberán rendir cuentas sobre presupuestos”. En efecto, según una fuente hemerográfica: “Se implementará una política feroz y contundente en materia de rendición de cuentas, la cual consiste en transferir recursos a aquellas universidades que presenten los gastos del presupuesto ante la comunidad, para así, garantizar los servicios estudiantiles”, (El Impulso, Barquisimeto, 04 de octubre de 2013. P. a 7).
Seguidamente acota la noticia que”…De esta manera, explicó que aquellas casas de estudio que no presentes dicha rendición de cuentas, no se les realizarán las transferencias correspondientes”, (ídem); complementa la información con lo siguiente: “…el viceministro, señaló que las instituciones universitarias, generalmente, solicitan una modificación presupuestaria al Consejo Nacional de Universidades, (CNU), el cual, a su vez, autoriza la reconducción del presupuesto excedente del años anterior, y este año esa solicitud no se ha efectuado”. E interpreta esa situación así: “Eso quiere decir que les sobró dinero, y es una muestta de que los presupuestos asignados por el Gobierno Nacional, así como los créditos adicionales son suficientes para cubrir las necesidades”, (ídem).
“Finalmente, agregó que aquellas universidades que paralizaron las actividades y cerraron las puestas a los alumnos durante el mes de junio, julio deben tener los recursos para garantizar comedor y transporte actualmente”, y en palabras del propio viceministro Guzmán: “En materia presupuestaria, las autoridades están en deuda con su comunidad, que les digan en qué gastaron y en qué no. Nosotros en el Ministerio de Educación (Universitaria) presentamos una rendición de cuentas todos los años, ante el pueblo y ante la Asamblea Nacional”, (ídem).
He ahí, pues, dice uno, que es un pobre ciudadano de a pié, uno de los aspectos de la transformación universitaria. Esperaremos, pues, que, je je, nuestros decanos y rectores presenten sus balances en el respectivo auditorio y vayan rompiendo esa subcultura anquilosada de que el manejo presupuestario sea un misterio (Misterium fide quam profundi).
II
Por otra parte, otro de esos obstáculos es el referido a que la transformación universitaria no podrá realizarse sin la participación de todos los miembros de la comunidad y su entorno, en que cada quien aporte sus puntos de vista y se llegue a ciertos acuerdos consensuados. Ya que, contrario a lo que muchos creen, hay mucho talento humano en esos contextos organizacionales. Y si se activan ciertos mecanismos de diálogo y encuentro, se podrían contar con el aporte de personas de buena voluntad con un clima propicio. Más adelante aquí se insertará un ejemplo que abona en este sentido, como es el caso de la I Convención Colectiva Única de Trabajadores del Sector Universitario, 2013-2014; cuando el Gobierno Revolucionario ha logrado que los gremios tradicionales participen en las mesas de diálogo instaladas para viabilizar la ejecución de la mencionada I Convención…
Pero antes de seguir enumerando elementos para el análisis, conviene pasearse por el siguiente sustrato teórico, que en buena medida aporta una cierta perspectiva; suscrita por un autor clásico a través de uno de sus comentaristas contemporáneos. Un experto en Ciencia Política que en la Venezuela de hoy ha asumido la vocería de los autocalificados “sectores democráticos” y suele, en consecuencia, llamar al debate pluralista de las grandes cuestiones que discurren en el país, desde la rectoría de la UCAB y antes desde la revista Sic y el Centro Gumilla; y es un actor social a considerar, (¿O será recurrir a una falacia de autoridad?
¿Falacia ad báculo?).
En efecto, de acuerdo con uno de los metateóricos de las ciencias históricas, en particular la sociología y la politología, Alexis de Tocqueville en su afamado libro “La democracia en América”, (citado por Virtuoso, J. F., en El Universal-2011-18-08), las relaciones cotidianas, cercanas al individuo (familia, vecindad) generan hábitos, costumbres, modos de actuar y vivir, que se podría decir que generan una amalgama, unas “conexiones” y códigos que constituyen la base de la participación activa del ciudadano en el régimen democrático (de los Estados Unidos, en ese caso), en comparación con los regímenes monárquicos de Europa, durante los siglos XVII y XVIII; de donde se tiene que: esa formación ciudadana básica nace de “los hábitos del corazón”, ejercitados en las relaciones más cercanas y directas. Por eso, y aunque el parafraseo ya se hace un poco largo, Virtuoso agrega que “Participar en asuntos de interés local que afecta la vida de otros implica” desarrollar una escuela que privilegia la ciudadanía, privilegia desarrollar conjuntos amplios (ciudad, municipio, región, país, el mundo y el globo). Ya que se parte de la premisa de que “No existe participación social en solitario o desvinculado de un conjunto social determinado. Se participa con otros en la búsqueda de un objetivo común, llevando cada quien lo suyo y apartando los valores que posee. Participar es un verbo que implica comunicación, comunión, asociación, colaboración, interacción”.
Y no seguimos citando a Virtuoso porque después de este arranque tan elevado académicamente, el pobre, se desploma y desbarranca por ese tobogán típico de la oposición, argumentando (¿falazmente?) de que el chavismo quiere politizar el fenómeno de la participación comunitaria (o universitaria, en este caso); y que da pié también a decir, por cuenta de quien esto escribe que, si ello es así; la transformación universitaria tampoco se puede hacer sólo con los chavistas. Ni sectorizar en demasía ese proceso. Ya que como dijera estos días el Papa Francisco “el proselitismo no es más que una gran tontería”, (Diario La República, oct., 2013). En consecuencia: Debe participar en la transformación universitaria toda la comunidad universitaria. Aunque algunas personas y organizaciones en principio se nieguen a hacerlo, después de iniciado ese proceso, de hecho, se pueden integrar. Y ya lo están haciendo. Lo fundamental es iniciar la transformación universitaria. Hablar menos y hacer más. ¿No es José Martí quien dice en Nuestra América que la mejor forma de decir es hacer?
Pero hay preguntas por responder, y en el campo de la acción cultural y político, las dimensión del tiempo y su dinámica hablarán. Pero según como se vaya delineando el futuro
¿Qué ha pasado al respecto últimamente en Venezuela? ¿Cómo se está viabilizando la transformación universitaria? ¿Cuáles son los retos planeados en los órdenes de la gestión universitaria, curricular y legal? ¿Cuál es el saldo organizativo con se cuenta o se debería articular? O también, ¿cuáles son fortalezas con se cuentan? ¿O cuáles las amenazas, debilidades u oportunidades?
III
Aunque este escrito no es el resultado de un estudio exhaustivo y pueda padecer de subjetivismo y superficialidad, cabe decir que es consecuencia de la “observación participante” en ese fenómeno real. “Por ahora” abarca una interpretación “general”, o, por mejor decir, viene a ser una “reducción esencial” de varios indicadores de gestión. O categorías que emergen del “comportamiento organizacional”, ya que la universidad está sometida, de por sí, a procesos de transformación constante, según el estado del arte de la ciencia, la técnica y las humanidades; a la que hay que agregar el estrés desde uno y otro ángulo político-ideológico venezolano, gobierno y oposición.
Ya que se está consciente que bien pudiera reflexionarse acerca de la transformación universitaria a partir de estudios de casos, pues es dable pensar que esta cuestión se expresa de diversa manera, según la organización sea el de las universidades autónomas, experimentales tradicionales o de las universidades territoriales, alma mater o misión sucre, entre otras como los institutos tecnológicos, la Universidad Iberoamericana del Deporte o del Sur, ¿es que se llama la de San Carlos? O la Escuela Latinoamericana de Medicina Salvador Allende, ELAM.
Pero en todos esos ámbitos pareciera que la socorrida transformación aún no cristalizado en realizaciones de amplio impacto, en cuanto a calidad académica y relevancia científica-técnica o humanística. Como sí se expresa en la cobertura y presencia física en la red escolar universitaria o subsistema, con nuevos dispositivos de acceso y permanencia. En consecuencia, se estaría hablando de fortalezas y debilidades mediadas por un entorno complejo, con interacciones y retroacciones que no siempre tienen una alineación hacia un objetivo estratégico común: educación de calidad para todos y todas.
En esto pareciera hacer presencia, si cabe decir así, lo que Silvio Llanos de la Hoz en su libro “Hacia una Nueva Gestión Exitosa de las Universidades Nacionales” (Universidad Simón Rodríguez, Decanato de Posgrado. Caracas. 2000), da en llamar: “El modelo de contradicción de la efectividad”; en que, no obstante las acciones perversas de los enemigos de la universidad, “…los de adentro y los de afuera”, (como cantara Alí Primera en Alma Mater), las casas de estudios continúan sus procesos. Inclusive, de acuerdo a una promesa que ha reiterado en varias ocasiones el presidente Nicolás Maduro, “…el presupuesto de las universidades del país está garantizado, no sólo este años sino los venideros, y pidió preguntarse en qué países del mundo los estudios universitarios son gratuitos y para todo el mundo”, (Correo del Orinoco, La artillería del pensamiento, Caracas, 28-09-13. P. 3).
Un mensaje que los intereses políticos y demandas reivindicativas a ultranza y desmedidas de algunos compatriotas, actúan como una especie de “obstáculos epistemológicos” (Bachellart, dixit) que no permiten comprender la importancia de ese anuncio; y sus actitudes oposicionistas, lindante con lo irracional, seguramente, les impide tener confianza en la palabra del Jefe de Estado, de donde se tiene que sus intereses y actitudes coliden entre sí, son contradictorias.
La cita siguiente puede aclarar lagunas cosas.
Giuseppe Giannetto en la “Presentación” del citado libro de Llanos de la Hoz al respecto señala que: “El modelo de contradicción de la efectividad resume sus componentes en cuatro categorías, que los directivos universitarios deben tomar muy en cuenta. Ellos son los siguientes: 1) Las universidades se ven enfrentadas a restricciones del entorno con características múltiples y conflictivas. 2) Las metas de las universidades son múltiples y antagónicas. 3) Los grupos humanos que conforman la comunidad universitaria y los grupos externos que interaccionan con ellos y con la Institución tienen, cada uno, intereses múltiples que coliden entre sí, y son determinantes para establecer el conflicto no sólo intergrupal, y hasta intergrupal, sino también con los intereses de la Universidad. 4) Las Universidades tienen horizontes temporales múltiples y conflictivos que exigen recursos pre-determinados, en marcos de tiempo definido”, (P. 11).
Esos “recursos pre-determinados” son los que anuncia el presidente Maduro, cuando desde el estado Vargas, por ejemplo, pidió un pase hacia el “acto de los trabajadores universitarios en la Sala 1 de Parque Central”, (Correo del Orinoco, op cit); acto donde, por cierto, quienes estábamos allí, pudimos advertir el dinamismo de la gestión que lleva el Gobierno Bolivariano, desplegado en la calle. Con una diversidad de acciones en áreas tan disímiles como el de la energía eléctrica, la economía, la alimentación, salario y seguridad social de los trabajadores. La acción política-sindical, entre otros.
Pero vinculados, seguramente, con un “Cuadro de mando integral”; que implica ir de abajo hacia arriba: desde las capacidades del mapa estratégico con los objetivos del Plan de la Patria, hasta los procesos que se llevan para satisfacer necesidades fundamentales de las comunidades nacionales y las perspectivas personales; objetivos, indicadores, metas e iniciativas. Ya que sin planificación estratégica y criterios de totalidad sistémica, la realidad aparecería como un caos y que el Estado-Nación estaría a punto de un colapso, donde todo es oscuro y se camina a tientas, como en un túnel tenebroso o en un pantano de peligros sin nombre.
IV
Para cerrar, volvamos al tema centrar de este escrito. Así, cuándo se habla de transformación universitaria, ¿cuál es el referente teórico y la pragmática de semejante frase? Porque no es una proposición sin sentido y vacía, como una cáscara de Nuez, según diría Ludwig Wittgenstein, ¿verdad?
La transformación universitaria conceptualmente significa, en dos platos, reivindicar en la actividad del día a día de la gestión técnica-administrativa, del conocimiento y del talento humano, la universidad democrática y popular. Con acceso y permanencia de todo el pueblo a la educación, como un derecho humano y un deber social ineludible del Estado-Nación.
La cláusula 2 de la I Convención Colectiva Única de Trabajadores del Sector Universitario, 2013-2014, capítulo II: De la Participación de las y los trabajadores en la transformación de la educación universitaria, que en sí misma viene a ser un indicador acerca de cómo se desarrolla este fenómeno en Venezuela, conceptúa que:
“Las partes reafirman su compromiso con el carácter público de la educación universitaria y sus funciones esenciales de formación integral del pueblo venezolano, de creación, difusión y apropiación del conocimiento, en función de la soberanía nacional, la vida plena de los seres humanos, el desarrollo económico y social, la valoración de la diversidad cultural y natural , la valoración y conservación del patrimonio de la humanidad, la construcción de una sociedad caracterizada por la igualdad sustantiva, la libertad, la solidaridad, la paz y el equilibrio con la naturaleza. Igualmente, reafirman su compromiso con los principios rectores de la educación universitaria, contenidos en la Ley Orgánica de Educación: calidad e innovación, ejercicio del pensamiento crítico y reflexivo, inclusión, pertinencia, formación integral, formación a lo largo de toda la vida, autonomía, articulación y cooperación internacional, democracia participativa y protagónica, libertad, solidaridad, universalidad, eficiencia, justicia social, respeto a los derechos humanos y bioética. En este sentido, se conviene en impulsar con alta prioridad las actividades de formación, difusión y discusión dirigidas al conocimiento y práctica de estos valores y principios”.
Reiteramos que, aunque la renovación y transformación universitaria se inicia en Venezuela hacia mediados de 1970, es con el Comandante Chávez, sobre todo de 2003 en adelante que se hace efectiva semejante aspiración. Aunque discurra en el marco de grandes contradicciones, como esa de que el rezago de los sueldos y salarios, presupuesto universitario deficiente…que viene desde larga data, hoy se use como excusa para la agitación política-electoral por parte de los sectores de la oposición; pero una de las respuestas a esa cuestión ha sido la I Convención Colectiva única…Por eso los acuerdos no son solo de tipo salarial sino que expresan también un substrato filosófico, como se desprende de la cita anterior y que recrea las disposiciones de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (2000) y la Ley Orgánica de Educación (2009).
En un texto luminoso y asaz polémico de esos años de la renovación, de 1969-70, Pedro Duno, quien por cierto fue amigo del Ché Guevara, señala que la universidad contemporánea suele ser un claustro “ajeno al trabajo real, a la práctica”, (Duno, Pedro, 1969. “De la renovación universitaria a la renovación cultural”, en: SC LIBRE. 1. Trimestre Ideológico). Más adelante agrega quien fuera un recordado profesor de la UCV e intelectual de la izquierda que “La plenitud institucional de la universidad se adquiere por medio de la autonomía: la autonomía consagra la separación de la universidad de la sociedad. La autonomía concede poder cultural y académico universitarios el derecho a construir su propio aparato burocrático y administrativo; la autonomía es la cúspide del divorcio entre el saber y la realidad. Como la universidad es la forma de control burgués de la cultura y de la ciencia, es instrumento burgués de la opresión: la máxima expresión de la dominación ideológica. Por medio de la autonomía adquiere entidad propia; es decir, se convierte en fin en sí misma sin que por ello deje de ser instrumento de dominación burguesa. Por esta razón dentro de la autonomía se concreta definitivamente la “casta” académica, el funcionario administrativo, el funcionario cultural, el funcionario científico. Es la universidad, entonces, instrumento al servicio de la burguesía y –al mismo tiempo- instrumento al servicio de sí misma, al servicio de aquel sector social que, sin dejar de ser instrumento, ha adquirido “propia” órbita de intereses”, ( Op cit.,P. 76).
La cita, pues, tiene ese “tono” combativo de la época pero no está demás decir que el de la autonomía también constituye un tema que últimamente también ha salido a relucir por amigos y enemigos de la universidad, los de adentro y los de afuera. Representando una de las aristas a abordar en el marco de la discusión que se ha desatado, tanto que llegó a ser uno de los “inamovibles” (¿?) de la discusión entre los gremios y el gobierno revolucionario y que no elude la I Convención Única de los Trabajadores Universitarios de Venezuela y que habría que resignificar.
V
Para cerrar, se había dicho e insertamos varios párrafos, así, como al desgaire de la argumentación que se trae; y en un tema que se las trae, por demás; y no queríamos hacerlo sin mencionar que en el aludido encuentro de trabajadores universitarios en Parque Central, Caracas, varias intervenciones aludieron a la transformación universitaria, como un compromiso necesario y urgente. En ello se va la ida de estas instituciones, los individuos, las comunidades y el país. Pero como dijera ahí el ministro Calzadilla es un proceso a ser construidos por todos, en una u otra medida. ¿Estaremos dispuestos a hacerlo de esa manera? O diremos, como en el chiste de Manuel Caballero, de que en esa tarea “Somos pocos pero sectarios”.