Mi beca universitaria

Las secuelas de aquella mala política en cuanto a salarios y beneficios del sector obrero, administrativo y docente de las universidades públicas venezolanas durante la segunda administración del presidente de la república, doctor Rafael Caldera, a finales de la década de los noventa, aún nos deja un mal sabor en la lengua, en las encías, en el alma, en todo el cuerpo. Sus pasmosos decretos de aumento salarial del 20 % que nunca canceló, condujo a la miseria a todo el personal de las universidades. La mayoría perdió su patrimonio material destinado para los hijos y las deudas crediticias bancarias, con familiares y terceros significó la total bancarrota. Esta fue una de las herencias económicas más difíciles que le dejó Caldera a Hugo Chávez, equiparable al precio del barril de petróleo –cercano a los diez dólares— y el índice de pobreza crítica de nuestro pueblo, cercano al ochenta por ciento.

Los famosos Vebonos 2005, 2006, 2007 y 2008 le permitió al gobierno honrar esa pesada deuda. Recientemente los Petrorinocoo Petrobonos, concebidos como un sistema de fideicomiso con intereses de rendimiento de hasta dieciocho por ciento para personal jubilado en lista espera para pago total o parcial de sus pasivos laborales por jubilación, han resultado eficientes y justos para dignificar al trabajador universitario. De hecho, esta misma estrategia ya empezó a beneficiar al personal jubilado de otros ministerios, entre éstos los de Salud y Educación. La tercera gran muestra de voluntad reivindicativa la acaba da dar el Estado venezolano, con el Presidente Nicolás Maduro, el ministro Pedro Calzadilla y el sindicalista Carlos Flores al frente, al estudiar las propuestas del Proyecto de Contratación Colectiva Única y reconocer la mayoría de sus cláusulas. Sin embargo, los sectores oposicionistas de las universidades, con anuencia de rectores y gremios de docentes igualmente de derecha, convocaron el innecesario paro universitario de los meses de junio y julio 2013. Al margen de ello, se aprobó el mejor aumento de sueldo de las últimas décadas y se logró un conjunto de beneficios adicionales que resultan alentadores dentro de los hogares del personal universitario. De manera específica señalo tres: La beca para los hijos, consistente en trescientos bolívares mensuales con retroactividad desde enero 2013;el bono para útiles escolares de mil ochocientos bolívares y el bono para juguetes de mil quinientos bolívares por cada hijo; éstos últimos beneficios, para niños menores de trece años.

La beca para hijos delpersonal universitario es realmente un estímulo, más allá de lo mucho o poco que signifique su cuantía. Le permite al alumno pagar el internet, la renta de su teléfono, el pasaje, merendar y ahorrar para otras necesidades. Si se realiza una suma simple de la beca enero-octubre de 2013 (Bs. 3.000), más juguetes (Bs. 1.500) más bono de útiles (Bs. 1.800), esto supone que el padre o la madre le puede entregar a cada hijo como fondos propios del hijo o depositárselos en una cuenta, la cantidad de seis mil trescientos bolívares (Bs. 6.300). Si son tres hijos, multiplique eso por tres. Mi hija Jhosibel del Mar, de quince años, me ha dicho que no puede creer que en los próximos días ella reciba al menos los tres mil bolívares de la retroactividad dela beca más los seiscientos que suponen los meses de noviembre y diciembre. Será su primera beca en quince años. Los mismos años que tiene la revolución.

En mi época de estudiante, años 1974 a 1991, desde la educación primaria a la universitaria, jamás recibí una beca a pesar de vivir en la extrema pobreza. Peor aún, la Universidad de Oriente me aprobó una “Beca-Matrícula” en el 2000 (es decir, beca sin plata, viviendo y estudiando con el mismo sueldito miserable, por lo que no tiene sentido llamarlo beca, pues en dinero no se recibe nada distinto al salario) para estudiar, desarrollar y culminar el doctorado mediante convenio con una universidad española que requirió realizar viajes y endeudarse con Dios y con el Diablo para cubrir las demandas y costos del mismo fuera del país. Por eso comprendo plenamente el sentido emocional de mi hija ante este beneficio de la beca universitaria que dignifica al personal que labora en las universidades y a su núcleo familiar. Y aún así dicen que la revolución es mala. Entonces, ¿cómo catalogamos la era Caldera? De ahí que los golpes de pecho que se está dando FAPUV como si esto fuera un logro propio, representa una postura hipócrita. No sólo como órgano inútil en el pasado sino torpe el presente requiere su desaparición absoluta y la conformación de un gremio de luchas verdaderamente genuino y representativo, protagónico y auténtico, y no esa pantalla oposicionista a ultranza que no engaña a nadie.
Isla de margarita, octubre 2013

 



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José Pérez

Profesor Universitario. Investigador, poeta y narrador. Licenciado en Letras. Doctor en Filología Hispánica. Columnista de opinión y articulista de prensa desde 1983. Autor de los libros Cosmovisión del somari, Pájaro de mar por tiera, Como ojo de pez, En canto de Guanipa, Páginas de abordo, Fombona rugido de tigre, entre otros. Galardonado en 14 certámenes literarios.

 elpoetajotape@gmail.com

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