Llevo mi cuaderno y mi lápiz. Como cualquier escolar de antaño. Presto a tomar apuntes, cual copista medieval. Voy a una clase de un doctorado, ¿qué tal? Eso me hace mucha ilusión y tener expectativas que bullen frente a los nuevos contenidos académicos, además de preguntas acerca de cómo pueda ser la profesora y sus exigencias. Aunque hoy, en contraste, he podido notar que los niños por estos días de la Revolución Bolivariana y sus políticas sociales y educativas nunca vistas antes suelen usar también sus computadoras escolares llamadas “Canaimitas”, y muchos universitarios también sus laptops, en el salón de clases, institución educativas y en sus casas particulares. O aun las tabletas. Definitivamente estamos viviendo otros tiempos. Tendré que comprar una de esas mini-laptops, me digo. Adminículos éstos que son, como dice Farrruco Sesto en la “Presentación” que hace a Los miserables (…)”Unos prodigios de la ciencia aplicada”, y que, según parece, pueden servir para emancipar el pensamiento. (O hacernos más dependientes. Convertirnos, como Estado-Nación en seres más autónomos o, por el contrario, más dependientes. Sujetos colonizados si no tenemos, como sugiere Edgar Morín en uno de sus libros. “La cabeza bien puesta”. Y asumimos, de acuerdo con el subtitulo Reformar el pensamiento para establecer las “Bases para una reforma educativa”, (Nueva Visión. Buenos Aires. 1999).
Desde el punto de vista de la crónica convendría aclarar que, como me acusara alguien días atrás no es cuestión de tener tres doctorados, ser muy cristiano y campesino para tener una actitud cuestionadora antes las adversidades de la vida o la recepción del pensamiento universal, sino que desde la escuela y la universidad se vaya el niño, joven y adulto formándose en el pensamiento y las actitudes autonómicas desde las actividades cotidianas de una clase en el aula, la investigación y la extensión o vinculación comunitaria para compartir saberes, crearlos, recrearlos y aplicarlos en contextos reales de aprendizaje.
En este escrito se intenta reflexionar en torno a este espinoso tema de la descolonización del pensamiento. Y para ello me ayudaré de ciertas referencias hemerográficas, bibliográficas y la observación participante en el “espacio de lo vivido” en el contexto institucional de una universidad experimental tradicional que desarrolla un programa de doctorado en cultura latinoamericana y caribeña; en uno de cuyos seminarios participamos en calidad de alumno.
Expresamos también algunas inquietudes en torno a un evento más bien inesperado: el nombramiento, por parte del Consejo Directivo del Instituto Pedagógico de Barquisimeto, de un colega vinculado ideológicamente a la Revolución Bolivariana, como Secretario. Pregunto: desde ese espacio institucional, ¿cómo podría acompañar él las políticas educativas universitarias de la Revolución en el marco de un trabajo honesto, ordenado y con apego a la normativa tradicional, donde predomine la eficiencia y la eficacia? Los actores sociales que han posibilitado que esté allí, ¿no habrán de manejarle e intentar imponerle la agenda? ¿Podrá, igualmente, ese compañero con la colaboración de un equipo, contribuir a descolonizar el pensamiento de la universidad y hacer realidad una educación de calidad para todos? Ello en un contexto organizacional de trabajo colaborativo, respeto y cordialidad.
0bviamente que como jefe de admisión, en el Instituto Pedagógico de Barquisimeto, lo podrá hacer y colaborar en lo relativo a la “explosión matricular”. Permitir que todo ese pueblo joven y adulto acceda a la universidad para la formación en el magisterio. Y, seguramente, la comunidad estudiantil en sus diversos colectivos y asociaciones lo acompañarán. Ya que a través de la representación estudiantil en el Consejo Directivo recibió el apoyo de este importante sector de la comunidad universitaria. Pero las estructuras viejas y anquilosadas, establecidas según la visión de la Cuarta República, en que las discordias inter e intragrupales hacen aparición y siembran un clima pesado y paralizante, representan un reto; o también está el hecho de que sus vicerrectores, directores o decanos actúan muy “amarrados” a ciertas normas legales cuya filosofía de gestión está vinculada a los intereses político-partidistas de una oposición obstruccionista (y hasta golpista) de Venezuela, que espero no sea el caso de la UPEL, cuyas autoridades son de talante abiertas y democráticas. Pero no se puede negar que existen unas normas consuetudinarias obstruccionistas, típicas de una burocracia impresionante paralizante; de allí la pregunta, que espero no sea ofensiva, ni para las autoridades ni para el compañero: ¿permitirán al compañero revolucionario introducir o acompañar algunos cambios en el marco de la transformación universitaria impulsada desde el MPPEU? ¿Qué vínculo podrá establecer con semejante estructura de poder estatal y que se genere así una sinergia adecuada a la cooperación?
Por otra parte, para continuar con la crónica de las ideas e inquietudes que dan cuerda al mundo interior y exterior de uno como simple ciudadano, antes de subirme a la camioneta de transporte tomo la previsión de comprar el “Correo del Orinoco” y me detengo en un subtítulo: “Viceministro señaló que universidades usan el conflicto como herramienta política”. Y el título es del tenor siguiente: “El gobierno garantiza todas las providencias estudiantiles en 2014”, con su resumen que dice: “Jehyson Guzmán calificó de “viejo discurso” la posición de la Apucv de convocar una nueva protesta por considerar que el presupuesto del próximo año supuestamente es deficitario en 50%”, (Correo del Orinoco, 11 de octubre de 2013., p. 9).
Esta información llama mi atención por cuanto semanas atrás también el Jefe de Estado, Nicolás Maduro, anunció que el presupuesto general de todas las universidades para este año 2013 y para el 2014 está garantizado, palabras que, por cierto, no generan confianza en un determinado sector de la población, entre ellos el de ciertos gremios muy vinculados a la MUD y a una defensa bastante confusa, por cierto, de la autonomía universitaria; que en La Cuarta ningún gobierno respetó realmente. U otros grupos de la “casta académica” entendían como autarquía y aún como autocracia: “aquí mandamos nosotros y la izquierda está compuesta por vándalos y guerrilleros, que son las misma cosa, según decían, y utilizan el campus universitario como un escudo”: Pérez Jiménez, Betancourt, Leoni, Caldera, CAP I y II, Lusinchi, Campins… son prolijos en este asunto de violar la autonomía univeristaria; revise el interesado las páginas de “Historia gráfica de Venezuela”, de José Rivas Rivas y verá; aunque verdad también es que encontrará en unja que otra ocasión la firme posición de los universitarios auténticos. En realidad pocos rectores, profesores y estudiantes. Pues, en general, como hoy, los demás no fueron (o son hoy) sino simples funcionarios o agitados espíritus juveniles que no querían (no quieren) sino acreditar materias y graduarse para incorporarse lo más pronto posible al mercado de trabajo sin mayores miramientos sobre el pensamiento descolonizado y la emancipación, que suelen considerar simple retórica. Sino que aspiran ser empleados de cualquier organización productiva y conformarse con los postulados de la razón instrumental.
Pero siempre hay quienes desde la práctica cotidiana y en la calle defienden la autonomía y han hecho (hacen) grandes contribuciones a la ciencia, la técnica o las humanidades, aunque sea un aporte humilde. Pero, volviendo a un punto anterior, convendría preguntar: ¿garantizaron esos tales gobernantes de la Cuarta República, tan añorada por algunos, siempre las proveedurías estudiantiles, el presupuesto universitario y los derechos sociales del personal docente y de investigación, empleados y obreros? A mí me parece que no. Y las luchas estudiantiles de las que participáramos desde 1989 en adelante así lo atestiguan y están documentadas, además, por las investigaciones histórico-documentales de Romero, Blanco González y Salinas en el libro “Así se iniciaron nuestras luchas. Testimonios de la consecuencia revolucionaria del movimiento estudiantil de los años 60 y 70”. Fundación el perro y la rana. Colección Alfredo Maneiro. Serie testimonios. Caracas. 2010; y este otro libro titulado: “Protesta estudiantil y represión en Venezuela 1983-1993” de Yasmín Rada Aragol y Orlando Contreras. (Colección Bicentenario. El perro y la rana. Archivo General de la Nación. Centro Nacional de Historia. Caracas. 2010).
Volviendo a la cuestión de las citas tomadas del Correo del Orinoco acerca de la intervención del viceministro Jehyson Guzmán señala que “Pidió a la comunidad universitaria que revise los presupuestos de años anteriores para que constate que el monto se ha incrementado:
-Este año (2014, que viene) recibirán un incremento por dos decisiones. La primera se refiere a la primera convención colectiva que se aprobó y que genera un incremento en los salarios de los profesores y los obreros. Eso es una decisión que automáticamente incrementa los presupuestos de las universidades. Y el segundo, tenemos el incremento de las becas, (el Correo…citado supra).
A continuación me parece que el vocero del MPPEU, Guzmán hace una denuncia fuerte: “Subrayó que el discurso de algunos sectores está desgastado: -Su ineficiencia y su falta de compromiso con la universidad tratan de justificarla diciendo que no hay presupuesto, pero no muestran a la comunidad universitaria en qué han utilizado los recursos que nosotros les hemos otorgado para garantizar los servicios a los estudiantes. Ellos que le rindan cuantas a la universidad y que no sigan utilizando el discurso del presupuesto como una herramienta política, (ídem).
Este muchacho que es viceministro ha venido reiterando el tema de la rendición de cuentas universitaria como un tópico que hace parte de la política del MPPEU, y la Revolución Bolivariana hace cumplir el artículo 102 de nuestra Constitución de la República Bolivariana de Venezuela; y a su vez, expresa el valor que se le da al uso eficiente de los recursos, la atención inmediata a las necesidades del estudiantado, los profesores y los demás trabajadores. Ya que como bien estableciera como premisa el ministro Pedro E Calzadilla: “…Allí donde haya un derecho del pueblo, allí estará el Gobierno Revolucionario atendiéndolo”, es decir, que existe una disposición a satisfacer los derechos fundamentales de las personas y las comunidades; de donde se tiene que lo fundamental es la dignidad de la persona. Y, en ese empeño, se va la vida de la Revolución Bolivariana.
Ahora, en la prensa, bien la del gobierno como de la llamada independiente, sobre todo esa de la “conspiración mediática”, como dicen unos panas, no hemos hallado que alguien responda cómo es que va a rendir cuentas. O que aluda a la ironía del viceministro de que en 2014 ya de hecho hay un aumento del presupuesto de las universidades, por el hecho cierto de que dos rubros aumentaron por vía de la primera convención de los trabajadores universitarios y las becas estudiantiles; le reclamarán probablemente que falta el presupuesto suficiente para los institutos de investigación u otras unidades de igual tenor, actividades de extensión o la reparación de la infraestructura física o construcción de otros edificios nuevos, ¿pero las autoridades universitarias no podrán establecer convenios con otros ministerios para tales fines o desarrollar tales iniciativas? ¿La empresa privada no podrá colaborar también en ese sentido, como lo hacen con algunas universidades privadas? ¿Qué otras iniciativas no podrán desarrollar en el marco de la autonomía universitaria rectores, vicerrectores y decanos? El Gobierno Revolucionario, igualmente, puede ser más diligente en ese sentido: denunciar y actuar. Uno ve que en las universidades territoriales, por ejemplo, o en las de alma mater progresivamente van construyendo nuevas infraestructuras. Las universidades experimentales tradicionales y aun las autónomas requieren de la atención del Estado…pero algunos en el empeño de alcanzar esos propósitos creen que la forma única y necesaria es mediante huelgas y paro escalonado e indefinido, inclusive.
Una conclusión provisional a este respecto es que el Ministerio para el Poder popular para la Educación Universitaria también requiere que abra espacios de diálogo y, a pesar de que es tan joven como estructura de acción del Estado, también debe abrirse a la transformación, dialécticamente, que como dijera citamos de Calzadilla, que tengan la sensibilidad y saber oír y atender a todos, inclusive a aquellos que por vías drásticas como la huelga y el paro o su amenaza se quieren hacer sentir, entender y oír, aunque no sea fácil. Lo que tampoco quiere decir que haya que ser débil o no decirle sus buenas verdades sino, como dice una amiga, con una amabilidad no exenta de firmeza, “un poco como viene haciéndolo Jehyson Guzmán y el ministro Pedro E Calzadilla”. Es decir, que debe haber una acción y una retroacción transformadora en ambos polos, no es que debemos pensar que allá están los malos y por aquí nosotros los buenos, implica una acción de mutua colaboración de manera diligente en la articulación de políticas en educación universitaria.
Pero dentro de todo resulta que la información del Correo del Orinoco viene acompañada de una gráfica, en presidio conformado por ciertas personalidades, y entre ellas creemos reconocer a los doctores María Egilda Castellanos, Luís Bonilla y otros a cuyas espaldas se ha desplegado una pancarta inmensa donde se lee: “UNIVERSIDAD Y DESCOLONIZACIÓN DEL PENSAMIENTO”, al respecto la fuente hemerográfica ya citada vuelve a decir que ”El viceministro Guzmán comentó que la construcción del pensamiento en el sector universitario “tradicionalmente ha sido producto de la dominación del pueblo por parte del imperio”, (ídem). ¿A qué se referirá? ¿No es la ciencia un saber ampliamente socializado en el marco de la civilización occidental, por ejemplo? O se referirá que en la relación norte-sur existe una brecha científica y tecnológica, lo que impone una dependencia cultural, que impone que los libros, procedimientos y patentes que se usan en las universidades venezolanas con algunas excepciones son extranjeras? ¿En la socorrida Cuarta República no se pudo avanzar en ese sentido o se acentuó más la dependencia?
Acota finamente Janet Queffelec Padrón en su nota del Correo del Orinoco (11-10-13, p. 9) que: “Aseguró que con la Revolución Bolivariana se ha comenzado a construir una nueva forma de llevar el saber y el conocimiento a nuestro pueblo, desmontando toda esa estructura vieja del conocimiento dependiente de las estructuras económicas y de poder para convertir a la universidad en el espacio para la construcción de un nuevo saber, un saber colectivo”, (ídem). No sé si es que Guzmán alude aquí a la llamada Ecología de los saberes, un apostura epistemológica que ha surgido desde América Latina que da como válida también y pone en de igualdad los más altos saberes de la ciencia y de la técnica con los de las tradiciones ancestrales y campesinas. Seguramente en otra ocasión tendrá que aclarar el sentido de esa proposición el mismo viceministro aludido, sobre todo en un contexto como el universitario tan marcado por las sutilezas, ya que con lo que cierra supone apostar claramente por una transformación profunda, según la fuente que se sigue: “Indicó que desde los centros de educación universitaria se debe impulsar la creación de un nuevo Estado y la conformación del poder comunal: - La estructura colonizadora nos ha enseñado que tenemos la dependencia de las estructuras de poder. Nosotros podemos construir el poder desde otra visón. Descolonizando ese pensamiento podemos decir que el Poder popular no reside en el imperio, sino en el pueblo que fue uno de los principios fundamentales que nos enseñó el comandante Chávez, (ídem).
La disertación de mi profesora de postgrado se ha iniciado y ente sugerencias bibliográficas recuerda a Enrique Dussel y su diálogo con Karl Otto Apel y Raúl Formet B, (Fundamentos de la ética y la filosofía de la liberación, Siglo XXI. México, 1992), donde este autor explica los mecanismos de la exclusión, la teoría de la hegemonía y el control del consensus ideológico-político que hace parte de la dominación; ¿será a eso a lo que alude Guzmán? me pregunto para mis adentros; y la doctora ciera con la siguiente experiencia: Es el docente quien desde su aula alimenta la teoría de uno u otro tipo o establece los sistemas represntacionales, y es en ese microambiente donde se produce o tiene lugar la transformación curricular. No es en la comisión de currículo de la universidad, donde ella pasó quince años y todavía hoy en la UPEL_IPB., se habla de que está en ese proceso.
En conclusión, en el marco de estas estructuras anquilosadas de nuestras universidades e institutos pedagógicos parase que es poco lo que se pueda hacer, a menos que se desarrolle una práctica cooperativa ente toda la comunidad alineada hacia ese objetivo y contando con el apoyo mutuo del mppeu, en una comunidad de comunión y comunicación, siempre difícil de lograr cuando hay, como decíamos en otra parte, la irrupción del modelo de la contradicción de la efectividad, interese y posturas encontradas referente no solo al conocimiento sino a la sociedad política, pero ese es el reto a que está llamado cada uno de nosotros.
Finalmente, en cuanto al pensamiento descolonizador propiciado desde la universidad creemos que también en esto será cuestión de impulsar un cambio cultural, que se propicie la creación y desarrollo del pensamiento crítico, desechar la telaraña esa de una recepción pasiva, acrítica y subordinada en los planos cognitivos, axiológicos y metodológicos, que no convierte en meros repetidores, con perdón, cual periquitos reales y vistosos pero vacíos de creación propia y contextualizada. Se ha de propiciar que haya un diálogo, por así decir, en el marco de lo que Raúl Formet-Betancourt da en llamar “diálogo intercultural”, ya que no trata de crear autarquías ingenuas o aislarse del estado del arte actual de las ciencias, la técnica y las humanidades sino hacer que surgen puentes de comunicación con las diferentes regiones del mundo (multipolaridad), pero respetando las perspectivas particulares de Venezuela y América Latina, cuya reflexión filosófica, volviendo a citar a Formet (ob cit) “toma el camino de la multiculturalidad”, (en Introducción a Fundamentos de la ética y la Filosofía de la Liberación. Siglo XXI. Buenos Aires. 1992. P. 9).
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