1. Buena Fe
Uno de los grupos cubanos de la nueva época, que más me gusta escuchar es Buena Fe. Siempre los disfruto acompañándolos de las melodías clásicas de Daniel Vigleti, Violeta Parra, Ana Belén, Miguel Ríos, Pablo Milanés, Athahualpa, Alì Primera, Chico Buarque, Sabina y, más recientemente -debo confesar- que con Ramsteim estoy volviendo a mis viejos gustos por el rock.
Una de las letras de Buena Fe me dejo desconcertado, al escucharles decir “cuidado con la política, igual te eleva, igual te deja con las nalgas afuera”. Esa imagen me ha resultado útil para entender el drama de los sectores de la juventud que han sido captados con un discurso engañoso por la derecha política venezolana. En la disputa por el poder y la renta petrolera, que es el epicentro real de lo que está ocurriendo en la coyuntura, está presente la disyuntiva entre las dos formas de hacer política, la de la vieja cultura o la de la democracia participativa y protagónica, esa que en los ochenta y noventa del siglo pasado llamábamos la democracia de la calle. Cuando uno se acerca un barricada y le pregunta a los pocos jóvenes que están allí, hasta cuándo van a protestar, quien decide cuándo termina la protesta o que va a pasar cuando se den cuenta que el gobierno no va caer… ello parecen desorientados. Claro está no han participado en las discusiones de la táctica política que implementan, ni han votado por ella. Sólo han acudido a la orden que desde alguna de las organizaciones a las cuales pertenecen les han dado. Peligrosa esta forma de hacer política, propia de la cultura burguesa en la cual unos pocos deciden y el resto la ejecutan y sirven de carne de cañón.
Romper con esa vieja cultura política demanda otra educación, donde todas las decisiones sean razonadas y fundamentadas. Esa es la apuesta del modelo de democracia participativa y protagónica y nuestro sistema educativo debe trabajar para ello.
Por ello, en medio de esta feroz ofensiva de la derecha nacional e internacional, contra el proceso Boliviano tenemos que hallar tiempo para combatir esa conspiración a la par que seguimos pensando y trabajando las claves para la consolidación de la transformación educativa. Soñar, pensar con ciencia, actuar, reflexionar, corregir y evaluar de manera compartida. En esa perspectiva seguimos trabajando el tema de la calidad educativa.
2. La calidad de la educación en el nivel aula-plantel
En los anteriores capítulos les expuse respecto a los cinco niveles de la calidad educativa. Ya trabajamos el primero, el nivel aula. Ahora nos concentraremos en el segundo nivel de la calidad educativa, es el de la relación dialéctica entre dinámicas del aula y plantel.
En este nivel –aula/plantel- se exponen, desarrollan, confrontan, ponen a prueba y complementan los aprendizajes del aula; fundamentalmente los asociados a la construcción de ciudadanía. Cada dinámica en este nivel tiene una primera aproximación en la relación institucional, develándose prácticas que ponen de relieve la lucha entre el modelo de sociedad que se propugna y la que se vive. La ponderación de esta confrontación/oposición y su curso, son determinantes para determinar la auténtica calidad educativa en este nivel.
Nada es ajeno, ni ingenuo en este nivel. Desde el horario escolar, la distribución del uso de la hora académica, la forma como llega el niño(a), joven o adulto a la escuela, la manera como se hace la formación previa al inicio de las actividades académicas, la forma de cantar el himno Nacional e izar la Bandera patria, las guardias docentes para ello, el uniforme escolar, lo que contiene la mochila estudiantil, la cantina o la merienda escolar, la determinación de la autoridad en el plantel, la participación de los niños(as), jóvenes y adultos estudiantes en estas instancias de gobierno escolar, los mecanismo que se usan para la toma de decisiones, el receso escolar y sus dinámicas, el papel de los estudiantes que coordinan comisiones, la construcción de carteleras, el trabajo productivo su remuneración o no, la disposición y letreros del comedor, la biblioteca escolar y su organización, los textos disponibles allí y sus enfoques científicos o no, el espacio deportivo, la forma de organizarlo, la selección de las disciplinas deportivas, el uniforme deportivo, la selección de los integrantes de equipos por disciplina deportiva, la disposición de los bebederos escolares, el teatro o la tarima cultural, su diseño y adorno, las actividades que allí se realizan, hasta lo que ocurre al final de la jornada escolar al observar por qué medio y con quien se retira los estudiantes de la escuela; todo son criterios a tomar en cuenta la hora de evaluar la calidad educativa en el nivel aula plantel. Nada escapa a esta dicotomía dominación/liberación presente en los espacios educativos. Estas dinámicas son importantes valorarlas en su relación con la conformación de ciudadanía para el modelo de sociedad que propugnamos, que no es otra que de democracia participativa y protagónica.
Iremos desglosando cada uno de estos aspectos en futuros textos, en esta oportunidad sólo mencionaremos uno, el referido a la llamada educación para el trabajo. A finales de la década de los setenta e inicios de los ochenta del siglo pasado, la fuerte presión social llevo a aprobar la Ley Orgánica de Educación (1981). Lo más novedoso, en términos prácticos de las reformas que de ese instrumento jurídico derivaron, fueron los cambios curriculares, especialmente la implementación de la Educación para el Trabajo como materia obligatoria en la primaria y los tres primeros años del bachillerato. La formación para el trabajo procuraba la construcción social de una conciencia crítica sobre la importancia del trabajo para la vida, para la construcción de un proyecto, tanto personal como colectivo y, un camino educativo para enseñarle a los niños y jóvenes cómo a partir del trabajo metódico y sistemático podrían no solo vivir, sino también en muchos casos, mejorar su situación. Pues bien, en ese sentido y en muchos casos, la escuela venezolana no llegó a ser siquiera capitalista, sino feudal y esclavista. Los niños, adolescentes y jóvenes trabajaban en proyectos de manualidades (oso, peluches, cofres, etc.), productivos (agrícolas, pecuarios, herrería, carpintería, etc.) para solo citar algunos y no se les enseñaba el proceso de inversión, costos de producción, venta y plusvalía, es más, en muchos casos no se les retribuía absolutamente con nada en términos económicos, amparados en el eufemismo de que “eso es para la institución que invierte en su formación”. Cómo puede un niño, adolescente o joven aprender a valorar el trabajo como medio de manutención, si después de horas, días, semanas de trabajo no recibe ni un céntimo por ello. El joven que desmalezando un cultivo de plátanos o limpiando la cochinera, deterioraba su ropa no recibía por ello, ni siquiera para comprarse otro pantalón. Pero los productos se vendían y ellos –los estudiantes- veían como se esfuma el esfuerzo de su trabajo. Era el triunfo brutal del capital sobre el trabajo. En este nivel (aula/plantel) es muy importante hacer seguimiento, en el caso de los proyectos productivos o asociados a la llamada educación para el trabajo, desde cómo se diseña el proyecto (de manera compartida con el estudiante o impuesta), cómo son los mecanismos de trabajo (aprobados colectivamente y con la participación igualitaria de todos o impuestas desde criterios de la autoridad del saber) pero fundamentalmente cómo se distribuye el excedente, la plusvalía, la ganancia. Una escuela capitalista (no feudal) no haría transparente el proceso productivo, sino que terminaría dándoles “algo” a los muchachos, reservándose el monopolio de la decisión de este porcentaje y el uso del restante. En una escuela liberadora, emancipadora, que promueva los valores de la democracia participativa y protagónica discutirían los directivos, docentes y alumnos de varios grados o secciones el uso de los fondos (inversión), su relación con la vida sana, los costos de producción y márgenes de rentabilidad o ganancia, cuidando el mantener precios solidariamente justos y con el excedente, producto de la venta se establecería el mecanismo justo de reparto, por supuesto cuidando dar un aporte aunque fuera pequeño a la escuela; también discutiría que porcentaje de la ganancia se invertiría en la comunidad de entorno y cómo se haría. Y ojo con el discurso que todos en asamblea decidan aprobar que toda la ganancia vuelva a la escuela, ello no enseña sino doméstica. El “truco” es la transparencia, la decisión colectiva y la justicia del reparto. Esa no sería aún una escuela socialista, pero si una escuela para la vida solidaria en sociedad.
3. La escuela abre las puertas y hace transparentes sus muros
Durante las últimas décadas las condiciones materiales de vida y de trabajo generaron un importante cambio del rol del docente con respecto a las comunidades de entorno a los planteles. El liderazgo y el reconocimiento social del maestro se vieron menguados, por supuesto con las honrosas excepciones del caso. Eso no fue el resultado de una decisión de quienes hemos hecho de la educación nuestra profesión. Fue el resultado de una operación política de descentramiento pedagógico orientada desde los centros del gran capital financiero para restarle a los docentes el rol socialmente subversivo que teníamos hasta mediados de los ochenta del siglo pasado. Es urgente y necesario revertir esta tendencia.
Una iniciativa que contribuye en esa dirección es abrirles las puertas de la escuela a las comunidades, para que se apropien positivamente de ella, y partir de este sentido de pertenencia cada uno visualizar como aporta desde su praxis e intelecto a las dinámicas escolares, educativas, pedagógicas, desde el barrio, la urbanización, la comunidad. Hay que transparentar los muros para que ellos no escondan las canchas o las instalaciones educativas en general, sino para que la comunidad haga suya la tarea colectiva de proteger el lugar donde estudian, crecen, aprenden y desafían al mundo los más pequeños y jóvenes a la par que lo usan en sus dinámicas cotidianas de crecimiento colectivo. Esa relación comunidad, resguardo de las instalaciones educativas, aporte de la comunidad a la escuela es una ruta para el re-encuentro de la comunidad con sus docentes en el acto pedagógico de la educación. En este nivel la comunidad se vuelca obre la institución educativa para darle lo mejor de su conocimiento y saberes.
4. El personal directivo en la dinámica pedagógica
Si bien este tema lo trabajaré con mayor amplitud cuando proponga ideas para la reforma de la carrera docente, es imposible no hacer en este momento un inciso al respecto. Es urgente e importante revisar el papel del personal directivo en los centros educativos en general, de cara a la ruptura entre el trabajo de “dirección” y el trabajo “concreto” del aula en la escuela.
Es necesario que el director de centro educativo, ya sea de educación inicial o de las Instituciones de Educación Universitaria, pase a ser un docente más en la dinámica educativa. La dirección de los centros educativos pequeños, de hasta doce secciones hace posible que el director sea además docente aula en funciones. La labor de coordinación administrativa se hacer en gran medid hoy, a través de las tecnologías de la comunicación y con la cooperación del resto de los integrantes del equipo administrativo. Los subdirectores tienen que ser fundamentalmente pedagógicos allí donde existen. Cuando los planteles tengan más de doce sesiones, el director debería ser un docente con una carga académica efectiva, nunca menor al medio tiempo. Igual en el caso de las Instituciones de Educación Universitaria que cuentan con una gama de subdirecciones o vicerrectorados, es urgente explorar formas integrales de trabajo administrativo que potencien la liberación de horas de papeleo y largas reuniones a los directivos para que las puedan dedicar al trabajo académico en el aula. Esta iniciativa contribuiría sensiblemente a romper odiosas diferencias en los centros educativos que se convierten en distorsionadores de la gestión y no contribuyan a prestigiar socialmente la profesión docente.
5. Lo profesionales que coadyuvan al logro del éxito pedagógico
Es muy importante sincerar y articular realmente, desde la visión de equipos de trabajo multidisciplinarios, el trabajo que realiza el personal que coadyuva a la labor educativa, dígase bibliotecarios, cultores, profesores de proyectos, etc. Hay que erradicar definitivamente la nefasta práctica de equipos ad hoc dependientes del director, para convertirlos en profesionales que trabajan mancomunadamente para lograr una visión institucional transdisciplinaria de la educación.
6. Los representantes y los trabajadores de la comunidad en la dinámica pedagógica
Una escuela abierta invita de manera continua a los padres y representantes, así como a trabajadores especializados de la comunidad a compartir sus conocimientos con los estudiantes. Las instituciones educativas deben instaurar la práctica de la hora académica de los padres y representantes, no como una descarga del trabajo docente sino como una labor para reafirmar el compromiso de los representantes con el hecho pedagógico. Es urgente profundizar la relación representante/centro educativo, fundamentalmente en el modelo de gestión, dentro de la estrategia de elevación de la calidad de la educación en este nivel aula/plantel.
(i) Este texto forma parte del libro que el autor está terminando denominado 200 IDEAS PARA SEGUIR TRANSFORMADO LA EDUCACION VENEZOLANA, en el cual se plantea una propuesta por cada uno de los días de actividades académicas que tiene el año escolar. La propuesta del autor es que se inicie una dinámica de diseño e implementación de iniciativas interdiarias de transformación educativa con equipos de seguimiento e implementación. 200 días para seguir transformando la educación en la ruta de garantizar una educación gratuita, popular y de calidad en el marco de la revolución Bolivariana
Docente e investigador. Presidente de la Sociedad Venezolana de Educación Comparada