Hace poco unos colegas me invitaron a que hablara en un Congreso Municipal de Educación y Pedagogía, celebrado a propósito de la Consulta Nacional por la Calidad Educativa en el Liceo Hermano Juan de Barquisimeto; preparé mis palabras y unas láminas, de esas que ahora se guardan en el pendrive.
Hablaría sobre un tema que fue parte de mi tesis de Doctorado en Ciencias de la Educación (Universidad Fermín Toro, octubre de 2010) y sentí mucha alegría al poder compartir algunos de los hallazgos.
Humildes hallazgos en realidad, como es que la sorprendente actualidad de las tesis pedagógicas del maestro Luís Beltrán Prieto Figueroa, principalmente lo atinente al concepto de Estado Docente, la educación técnica y del trabajo o las dimensiones gnoseológicas, axiológicas y antropológicas derivadas de sus obras, en particular Principios generales de la educación y del Hombre al hombre.
La realidad me desengañó: no pude hacer la presentación, la desorganización cundió. Los equipos no llegaron, las personas identificadas como del protocolo no sabían qué hacer, no tenían instrucciones.
Hasta que un tal jefe distrital o algo así dispuso que yo hablaría después, ¿después de qué? Pues resulta que era ahí, en el famoso Congreso Pedagógico Municipal, cuando iban a aplicar la prueba, según pude colegir. Porque inmediatamente giraron instrucciones que los docentes que habían concurrido tenían que las preguntas de los ejes temáticos. ¿Pero no debía hacerse esa actividad antes? ¿No era el referido encuentro un espacio exclusivo para la reflexión y la formulación de propuestas?
Qué triste que uno compruebe, una vez más, que los responsables de la Zona Educativa del Estado Lara sean más bien una manga de irresponsables, que no hacen gerencia del conocimiento ni del talento humano y no cumplan los elementales procesos de planificación y principalmente no sepan administrar un recurso tan importante como es el tiempo, recursos, control y evaluación de los procesos.
Por eso, de regreso a mi aula en la UPEL IPB, donde a las 2 pm me esperaba un pequeño grupo de una sección de docentes en formación, me pregunté: ¿quién garantiza la confiabilidad del instrumento aplicado? ¿Cómo y quién sistematizará la colecta de información? Además, cualquiera que haya hecho investigación social y educativa sistemática sabe lo difícil que es clasificar y categorizar las respuestas abiertas. La verdad, sentí temor. ¿Se perderá ese esfuerzo del Estado?
En lo poco que pude compartir con los colegas de aula, ahí en el Liceo Hermano Juan, advertí que la mayoría de los colegas prefiere enviar a su prole a los colegios privados, no confían en la educación pública ni en el Estado Docente, consideran que la educación técnica es un fracaso y que en la educación administrada por particulares hay más orden. ¿Tamaña contradicción, verdad? Algo está pasando con la calidad de la educación pública u oficial, de allí la importancia de la aplicación de la referida encuesta nacional sobre la calidad educativa.
Por eso, finalmente, convendría que el Gobierno revolucionario y bolivariano pudiera informar bien cómo se va a hacer la sistematización de las respuestas, más aún cuando las preguntas que pude observar ahí eran abiertas.
Y casualmente, en la clase de sociología de la educación de ese día tocó comentar el libro “Hacer Sociología en Venezuela juntos a con Alberto Gruson” (Matilde Parra de Niño-Verónica Zubillaga, Coordinadoras. Universidad Católica Andrés Bello de Caracas, 2013), donde el sacerdote y sociólogo belga, Alberto Gruson, se refiere a lo importante que son las estadísticas para conocer el país, la ontología de lo actual, para recordar al modo de Foucault.
Pero también Gruson habla de lo difícil que es analizar encuestas con una muestra tan numerosa, donde, además, se combine lo cualitativo con lo cuantitativo: hay que triangular, realizar redes semánticas, categorizar o levantar cuadros estadísticos ayudados, en ambos casos por determinados programas estadísticos o sistemas informáticos.
Con perdón, ¿será que el Ministerio del Poder popular para la Educación tiene los expertos para realizar semejante labor de sistematización? ¿Pedirán colaboración a algún centro de investigación de experiencia como CISOR (Centro de Investigaciones Sociales Socio-religiosas, que dirige, precisamente, el padre Gruson)? ¿Alguna universidad como la UPEL o la UCAB o la UCV., será quien da las asesorías? Digo, no sé… ya que sistematizar las respuestas de la encuesta sobre la calidad educativa en Venezuela no son conchas de ajo… Como dice siempre el maestro Zambrano Cano, nada se hace con acumular datos empíricos sino se analizan en orden a una teoría de la acción social y una postura antrópica.
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