Para este momento he debido ser declarado “persona no grata” por ciertos “ucevistas”, en virtud de las verdades dichas en los dos artículos anteriores. Lamentablemente, las cosas hay que decirlas con claridad y en forma directa, sin adornos, si se quiere hacer valer la verdad por encima de todo. Ya lo decía Alí Primera en su “Panfleto en una nota”, al referirse a su canción: “Yo no perfumo el estiércol, pa’ que me salga bonita”. Yo tampoco lo hago, con ningún estiércol, aunque el artículo no me quede bonito.
La Constitución aprobada a finales de 1999 establece la equidad como un valor nacional, por lo que es imperativo adaptar nuestros procesos y nuestras acciones a ese mandato constitucional. La universidad venezolana no es ajena a esta obligación y ha debido proceder en consecuencia desde ese mismo momento. En la UCV, y en muchas otras universidades, el ingreso automático de los hijos de profesores, empleados y obreros, sin haber sido seleccionados por la prueba de aptitud académica del CNU, ni por las pruebas internas de las facultades, es un caso concreto y escandaloso de iniquidad en la admisión de aspirantes.
Si la UCV deseara realmente transformarse, el Consejo Universitario habría eliminado por inconstitucionales los artículos correspondientes de las actas convenios y contratos colectivos, para acabar con una injusticia de años, que premia con el ingreso a alguien por el solo hecho de ser hijo de trabajadores de la institución. Se trata de una prerrogativa de carácter feudal, impensable en un país cuyo Presidente ha señalado su deseo de construir el socialismo del siglo XXI. Como la UCV no ha procedido en consecuencia en estos 6 años, podría demostrar sus deseos de cambio adoptando la decisión en este momento.
En principio, los profesores, empleados y obreros, que están con el proceso revolucionario, deben apoyar sin reparos una decisión de este tenor. La misma debe ser tomada en todas las universidades donde el privilegio exista. Si esta situación ocurre en las instituciones militares, también deberían ajustarse a lo establecido en la Carta Magna. Ah… Como conozco la miseria humana, les informo que mis hijos no entraron en la UCV a través de ese procedimiento, sino por los mecanismos ordinarios.
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