«Sin música, la vida sería un error».
Friedrich Nietzsche
En un concurrido y distinguido auditorio de Acarigua-Araure, se presentó un concierto con uno de los instrumentos más populares de la canta criolla: el cuatro. El escenario se engalanó con verdaderos artistas, frente a un público ansioso de ver sus ejecuciones; fueron dos horas y media, enseñándonos la rica esencia de la música venezolana; un vivo ejemplo para aprender a querer nuestras raíces culturales, en un país lleno de hermosas tradiciones, algunas se pueden observar a simple vista, otras se encuentran escondidas, como las piedras preciosas en la inmensa región guayanesa.
A las siete y treinta del sábado 20, comenzó este hermoso espectáculo, en una noche con un cielo despejado, sin ninguna amenaza de lluvia, a pesar de encontrarnos en pleno invierno; época del año, cuando florecen las esperanzas en los fieles trabajadores de la tierra, muy golpeados por la grave situación económica del país, aunada a las inclemencias del tiempo, muchas veces caprichoso, como abriendo surcos de esperanza, para ayudar a crear conciencia, en medio de una población, que todavía no aprende a respetar y querer a la naturaleza, fuente de vida para las nuevas generaciones.
La presentación de los artistas invitados, la inició una agrupación de talentosos jóvenes, el grupo “Cuatro cuerdas”, dos de sus integrantes, verdaderos virtuosos del cuatro; el tercero un destacado músico del bajo, quienes hicieron de su presentación un verdadero abre boca del acto, arrancando el aplauso de un público entusiasmado en una velada inolvidable, digna de repetir, y así tratar de sacarle de la mente a muchos jóvenes, tantos disparates, mal llamados música; un verdadero trampolín para caer en la perdición, y la depravación.
Después apareció en el escenario el polifacético Fuaz Kassen, dirigente gremial del agro, ingeniero agrónomo, y por si fuera poco, un auténtico músico con toda la humildad del mundo, pero además con una gran responsabilidad y seriedad a la hora de presentarse, como lo demostró una noche en el bello sitio de “piedritas blancas” en la vía hacia payara, cuando llamó a los padres de algunos niños, quienes jugaban inocentemente, perturbando el necesario silencio para poder apreciar la brillante ejecución de su cuatro maravilloso .
El cierre de la hermosa velada, comenzó con la presencia del maestro Cheo Hurtado, quien llego cargado de humildad y sencillez, como los grandes pedagogos: dispuestos a enseñar toda su sabiduría, y virtudes, buscando sembrar la semilla para luego ver la cosecha, y regocijarse con infinito placer, sabiendo que la mayor riqueza se presenta, cuando se logra ver en el horizonte, el renacimiento de las esperanzas en medio de tantas frustraciones, producto de la transculturización, algo parecido a una “plaga”, cuando arrasa con extensos sembradíos en tierras fértiles. En medio de sus interpretaciones de piezas musicales venezolanas, tuvo la brillante gentileza de acompañar y dirigir a un grupo de adolescentes, quienes, a tempranas horas, habían sido sus discípulos en una master class (una clase magistral) algo inolvidable a esa edad, más, cuando recibieron de su mano, un diploma o reconocimiento.
La gala llego a su punto final, cuando Asdrúbal José Hurtado, (Cheo Hurtado) llamó al ingeniero Fuaz Kassen, para cerrar con broche de oro, un concierto inolvidable con un instrumento maravilloso, el mismo, que en épocas pasadas de noches tranquilas, y apacibles, se convertía en un compañero inseparable de románticos serenateros al pie de una ventana. Por algo el cantautor Reynaldo Armas, le hizo un reconocimiento muy sincero, a este cómplice de músicos, cantores y poetas al escribir su hermosa canción “Mi viejo cuatro” cuando lo describe, como algo inseparable en su vida: “Fiel compañero y amigo incondicional. Me apoya en todo es motivo es canción es ternura, que me da la inspiración” Para más adelante seguirlo exaltado hasta colocarlo, en las manos de estos prodigiosos ejecutantes, quienes lo convierten en la voz de infinidades de canciones, reconocidas y apreciadas por verdaderos escuchas de la música venezolana.
Todo este marco musical, fue posible por la plausible iniciativa de la empresa “APROSCELLO” con su programación “Semilla cultural”, y la colaboración de algunas firmas comerciales, el cual escapan a mi memoria. Este empuje a la música, a nuestra cultura, merece todo nuestro apoyo, porque más adelante las nuevas generaciones cosecharan su fruto, para bien de una tierra, rica en músicos, cantores y poetas, presentes a lo largo y ancho de nuestro hermoso país.